domingo, 15 de marzo de 2015

Mi peor enemigo

 
Fui yo la que tiró del gatillo.
Fui yo la que dijo sí al pecado.
Fui yo quien dijo sí al error
que una y otra vez rondaba en mi mesa, y me pedía lo cometiera.
Fui yo la que se hirió con palabras desalentadoras.
Fui yo la que se dijo de mirar atrás.
Fui yo la que pensó en necedades de adolescente,
y fui yo quien se dijo no poder.
Fui yo la que se decoró de inseguridades,
y fui yo quien se lastimó con múltiples terquedades.
Y aunque no parece estar dentro de mí,
y en ocasiones me miente tan bien que llego a pensar que dice la verdad,
y aunque tenga la seguridad de que su amistad es dañina,
en varias ocasiones la he hecho mi mejor amiga.
No es que algo malo pase conmigo,
tampoco se trata de encontrar culpables exteriores.
Si bien es cierto que tienen responsabilidades,
realmente, fuimos nosotros quienes escogimos la tristeza;
porque el enemigo no viene de afuera,
el enemigo está fluyendo dentro de ti y de mí.
El enemigo en ocasiones, somos nosotros mismos
El enemigo no siempre es la compañera de escuela,
el novio malo, la madre intolerante o el hermano orgulloso.
El enemigo generalmente, somos nosotros mismos
Somos nosotros quienes nos desalentamos y menguamos 
con una habilidad increíblemente fea.
Somos nosotros quienes pensamos que no somos capaces,
y que es mejor seguir de largo y seguir evitando el reto.
A veces pensamos que las personas exteriores son nuestros peores enemigos,
pero en realidad, somos nosotros en muchas ocasiones nuestro peor enemigo.

Enemigo o no, si ahora te das cuenta de que tienes que cambiar, da el paso de una vez.

Y a ese enemigo que vive dentro de ti, haz de él tu amigo.

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