viernes, 27 de febrero de 2015

Principios del Liderazgo Cristiano

“PRIMERO… CALCULA LOS GASTOS…” (Lucas14:28b)
jesus-lavando-pies-liderazgoNo puedes exigir liderazgo, tienes que ganarlo cada día. Para ser un líder que valga la pena seguir, tienes que:
(1) Aprender a controlar tus impulsos.
¡Tranquilidad!, soluciones a corto plazo pueden crear problemas a largo plazo. “…que sea pronto para oír, tardo para hablar…” (Santiago 1:19b). No permitas que reacciones espontáneas de ira cieguen tu buen juicio. Pregunta siempre: “¿Tengo que tomar una decisión en este preciso momento?”. Normalmente no hace falta. Esto es importante, ya que tu liderazgo es bueno solamente si tus decisiones así lo demuestran.
(2) Poner a la gente correcta en el lugar correcto.
Muchas veces llenamos huecos de responsabilidad con el primero que encontramos, simplemente porque no hay nadie más en ese preciso momento. Esto es comprensible, pero, ¿qué pasa después si el trabajo resulta serle demasiado difícil? No solo "pones en brete" sus sentimientos. Tu miedo a tener un futuro problema es la causa de que esté ocupando un lugar equivocado, frenando así tu visión y desanimando a la gente dotada para desarrollar esta tarea, y que siga preguntándose: ‘¿Hasta cuándo permitirá que esto suceda?”

(3) Considerar todas tus opciones y después, aceptar tu responsabilidad final.
Al aprender a esperar un poco más y al obtener más información antes de tomar una decisión, puedes evitar el dolor de cabeza de obtener resultados secundarios. Lo que hoy te puede parecer bueno y una iniciativa maravillosa, mañana puede parecer diferente cuando se te presenten mejores opciones. No “pagues” el doble por la misma información. Habla con alguien a quien respetes, alguien que ya haya recorrido el camino que quieres recorrer, especialmente cuando tu decisión afecta a otros y ha de ser probada en la “prueba del tiempo”.
“EL QUE ANDA ENTRE SABIOS SERÁ SABIO…” (Proverbios 13:20)
Antes de tomar una decisión asegúrate de poder vivir con las consecuencias.
Pregúntate: ‘¿Tengo lo que hace falta para manejar esto?’ Si ya casi no puedes aguantar más, ¿cómo vas a poder afrontar aún más cosas? Repasa la historia; Dios prepara al hombre antes de su ministerio, porque a mayor éxito más presión. Y si tu éxito te aleja de Dios y de tu familia, no es éxito; es fracaso.
Nunca permitas que tus expectativas sobrepasen lo que realmente puedes hacer. No creas en el mito de que puedes hacer todo solo, por determinación. Los perros pueden caminar a dos patas, pero no es su naturaleza. Sé honesto contigo mismo y haz solamente lo que puedas hacer bien. “¿Y qué pasa con las cosas pendientes?” Aprende a delegar, y deja que la congregación (o el negocio) siga funcionando.
Y ten en cuenta que si la “ganancia” es menor que la “inversión”, no vale la pena emplear tiempo, porque es tu recurso más valioso y limitado; no lo tienes de sobra para echarlo a perder. El tiempo perdido es la mayor causa de fracaso, así que aléjate de las personas y los hábitos que te hacen perder el tiempo. Pon más atención en las cosas que crees que son importantes y concéntrate en tus propias metas. Vive cada día como si fuera el último, ¡puede serlo!
Recuerda que para prosperar siempre, tienes que sobrevivir. No dejes que nada te haga cambiar de idea. David dijo: “Por la noche durará el lloro y a la mañana vendrá la alegría” (Salmo 30:5b). Si puedes sobrevivir hoy sencillamente, puedes tener éxito mañana, y con Dios de tu lado, lograr cosas mayores.


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