viernes, 27 de febrero de 2015

El diamante perfecto

Un tratante de diamantes fue a comprar nuevas piezas pero, antes de hacerlo, las observó durante mucho rato. De vez en cuando separaba su vista del diamante que examinaba y la fijaba durante unos minutos, sobre el diamante que llevaba en el anillo de su mano, para mirar después, de nuevo el diamante que iba a comprar.
Luego explicó que al mirar atentamente, y durante mucho tiempo un diamante, su vista pierde la facultad de distinguir bien, por lo cual le era preciso fijarse de vez en cuando en su propio diamante, para poder apreciar y diferenciar bien.
En muchas oportunidades, por las diversas actividades que tenemos, por la rutina, por los compromisos o por otras cosas más, permanecemos con la vista fija en las personas y cosas que nos rodean, olvidando que nuestra vista pierde la facultad de ver bien.
Al igual que el experto en diamantes, debemos recordar que el diamante perfecto, Dios, es quien nos permite ver bien las cosas, y que nuestra vista debe buscarlo constantemente para poder distinguir sin ninguna duda, lo bueno de lo malo, para hallar claridad en las cosas que enfrentamos en nuestro diario vivir y tomar las decisiones correctas.
“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. ”Proverbios 3:5
Cuando no sepas qué hacer, qué camino seguir o qué decisión tomar, busca a Dios. Él te dará la sabiduría y la fortaleza que necesitas para hacer frente a las diferentes circunstancias.
Que no te deslumbren lo prometedoras que puedan ser algunas circunstancias o lo buenas que puedan parecer las personas, mira siempre a Dios para poder hallar guía y dirección.

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