viernes, 27 de febrero de 2015

¿Cuánto vales?

ISAÍAS 43:4 “Porque te amo y eres ante mis ojos precioso y digno de honra” 
El sonido del vidrio y de la madera al romperse, sacó de repente a David de su profundo sueño. Cuando sus ojos se aclararon, se dio cuenta de que un coche había penetrado en su habitación y chocó contra la pared. David y su hermano temblaban de miedo, cuando un hombre salió de un salto del coche y les informó que los iba a matar a ellos y a su madre. Los muchachos se pusieron de pie de inmediato, y el hombre de la pistola se acercó a David de prisa, quien temblaba de pies a cabeza. El intruso apuntó su pistola cargada, a la frente de David y le dijo burlonamente: ¡No vales nada!
valorEl hombre era el papá de David. El muchacho era David Meece, quien luego llegó a ser un músico cristiano de renombre mundial. David recuerda lo que sucedió después de que su papá, quien consumía alcohol y muchas drogas, por poco lo mata. Las palabras que su padre pronunció lo hirieron tanto, que casi ni le importaba que su papá apretase el gatillo. DIOS intervino ese día, y David no perdió la vida. No volvió a ver a su padre en vida, pero aquellas terribles palabras se quedaron con él como una grabación repitiéndose en su cabeza: “No vales nada”.
David dio conciertos ante miles de fanáticos entusiastas; pero se decía: "¡No vales nada!". David escribió éxito musical tras éxito musical; mientras su mente le repetía: "¡No vales nada!". David se veía en el espejo, pero sus ojos expresaban: "¡No vales nada!"
Le llevó mucho tiempo darse cuenta de que su padre terrenal estaba equivocado, y que su Padre Celestial lo amaba y lo valoraba mucho. David llegó a entender plenamente lo que Pablo escribió: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas (2 Corintios 5:17). Pero finalmente, comprendió que era una creación especial de DIOS. Se acabó lo de "¡No vales nada!" Tenía una nueva esperanza y un futuro brillante. A medida que pasaron los años, David pudo perdonar a su padre en su corazón (su papá murió muchos años antes), y DIOS lo ha sanado de una manera asombrosa.
En nuestra sociedad está muy arraigado el siguiente concepto: “Dime cuánto tienes y te diré cuanto vales”; para muchos el valor de las personas está en sus recursos económicos. Este concepto influye en muchos, creando así pocos valiosos y muchos sin valor. Si pensamos en algún objeto apreciado y si nos darnos cuenta del valor que representa, éste será reflejado en su precio, dejando en claro que lo que vale mucho, tiene un precio muy alto. Pero el valor de la vida humana no puede compararse a ninguna otra cosa en el mundo. 

DIOS estableció nuestro valor cuando nos creó; ÉL nos hizo a cada uno único y lo honramos cuando aceptamos nuestra singularidad. DIOS nos creó con la variedad que necesitamos, para cumplir el propósito designado a cada uno. La Palabra de DIOS nos dice en Juan 3:16 “De tal manera amó DIOS al mundo que ha dado a su único Hijo, para que todo aquel que en Él crea, no se pierda mas tenga vida eterna.”  DIOS pagó un precio muy alto entregando a su propio Hijo por nosotros, precio de sangre; y esto nos debe llevar a pensar que el valor que nosotros tenemos para DIOS, es muy alto. Este es el valor real de nuestras vidas, y debería ser solo este concepto el que nos influencie. 
¿Y tú?, ¿sientes que no vales nada? Si es así, es tiempo de acercarte a DIOS. En nuestras inseguridades ÉL quiere mostrarnos el camino a seguir, darnos las respuestas que necesitamos a todas nuestras preguntas. No hay necesidad de que nos sintamos incompetentes al lado de nadie, cuando tenemos una relación íntima con Aquel que nos creó. 
Independientemente de lo que alguien te haya dicho, Aquel que cuenta, DIOS, te ve como una hermosa nueva creación y seguirá moldeándote para sus buenos propósitos. ÉL se deleita en ti porque te ama. ¡Tú vales mucho!
EL QUE SE POSTRA ANTE DIOS, PUEDE ESTAR DE PIE ANTE CUALQUIERA. 
Gracias Señor, por las bendiciones que diariamente me das. La vida, la salud, el trabajo, el amor de mi familia, el cariño de mis amistades, etc., etc. Todo viene de ti, Señor y Tú me enseñas el camino a seguir. Gracias por las muestras de tu amor. En el nombre de Cristo, amén.

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