jueves, 26 de febrero de 2015

Una Maestra marcó la Diferencia

Hace años, un profesor universitario asignó a un grupo de estudiantes para su graduación, la siguiente tarea: vayan a los suburbios, tomen a 200 muchachos entre los 12 y 16 años, e investiguen su trasfondo y ambiente. Luego predigan sus oportunidades para el futuro.
Los estudiantes, tras consultar las estadísticas sociales, hablar con los muchachos y recopilar muchos datos, concluyeron que el 90 % de ellos pasarían algún tiempo en prisión.
Veinticinco años después, a otro grupo de estudiantes se le asignó la tarea de probar la predicción. Fueron a la misma zona. Algunos de los muchachos, para entonces ya hombres, todavía estaban allí. Unos pocos habían muerto, otros se habían mudado, pero los nuevos se pusieron en contacto con 180 del grupo original de 200. Descubrieron que solo cuatro del grupo habían sido enviados a la cárcel.
¿Por qué estos hombres, que habían vivido en un criadero del crimen, habían tenido tan sorpresivamente buen comportamiento? A los investigadores se les dijo una y otra vez: “Bueno, había una maestra…”
Estos insistieron y descubrieron que en el 75 % de los casos se trataba de la misma mujer. Los investigadores visitaron a esta maestra que ahora, residía en un hogar para maestros jubilados. ¿Cómo había logrado ejercer tan sorprendente influencia sobre ese grupo de muchachos? ¿Podría ella darles alguna razón por la que estos muchachos todavía la recordasen?
“No”, dijo ella, “realmente no podría” Y entonces, meditando sobre todos esos años, dijo graciosamente, más para sí misma que para responder a sus interrogadores: “Amé a esos muchachos…"
Un gesto, una palabra, un toque, un abrazo o simplemente mirar a los ojos a alguien mientras habla, puede marcar la diferencia. Tú has sido puesto en este mundo para hacer la diferencia.
El odio despierta rencillas; pero el amor cubrirá todas las faltas. Proverbios 10:12.
Mejor es la comida de legumbres donde hay amor, que de buey engordado donde hay odio. Proverbios 15:17.
Las muchas aguas no podrán apagar el amor, Ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, De cierto lo menospreciarían. Cantares 8:7.

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