lunes, 20 de octubre de 2014

Nada pasa por casualidad

Muchas veces, cuando pasa algo que produce cambios en la vida, esos episodios vienen precedidos de avisos. Algunos ejemplos:
  • Un amigo de la infancia estuvo al borde de la muerte, el colesterol le subió demasiado, tanto que llegó a causarle estragos durante un largo mes de agonía en el hospital. En tres semanas no pudo probar alimento ni bebida, todo le era suministrado de manera artificial. Antes de ese episodio, mucha gente a su alrededor, le aconsejaba cambios en su manera de vivir y sobre todo de comer. De hecho él sentía dolores, malestares y la gente no se cansaba de decirle: ¡cuídate, te vas a enfermar!
nada pasa por casualidad
  • A otra persona conocida le fue tan mal en el aspecto económico, que se acordó de que en un sueño que tuvo tiempo atrás, le decían que hiciera cambios en su manera de actuar, de administrarse. Estando en el pozo de la desesperación se acordó del sueño. 
¿Por qué esperar a estar en el pozo o cerca de la ruina para realizar cambios? 
¿Qué podemos hacer cuando las señales a nuestro alrededor nos indican que vamos directos al precipicio? Cuando vas conduciendo y frente a ti hay anuncios que dicen camino cerrado a dos kilómetros, y más adelante dicen camino cerrado a un kilómetro, ¿qué crees que te pasará, si no dejas de conducir de la misma manera que vas?….. Exacto, caerás en el precipicio.
No le puedes echar la culpa a Dios de las cosas que te pasan, cuando la mayor parte de lo sucedido es por culpa de tu desorden o ignorancia.
“Cuando seamos tentados a hacer lo malo, no le echen la culpa a Dios, porque él no puede ser tentado, ni tienta a nadie a hacer lo malo.” Santiago 1:13. A ver si no es verdad que decimos casi siempre,...¡vaya!, las cosas no me van bien, y Dios tiene parte de culpa de todo lo que me pasa, porque esto no es justo, ¿por qué no se vale de?..., etc. ¿Por qué si Dios es amor, me pasa esto a mí? 
Veamos unos ejemplos típicos de reclamos:
¿Qué pasa que todo me va mal?…¿Por qué Dios no se acuerda de mí?, y ¿qué pasa cuando todo va bien?…¿Será porque no me acuerdo de Dios?
¡Reconocer que muchas de las cosas que nos pasan, son sucesos encadenados a nuestra forma de ser, pensar o actuar, nos hará mas sabios!
Tenemos una buena promesa de alivio que dice: Al que soporta las dificultades, Dios lo bendice y, cuando las supera, le da el premio y el honor más grande que pueda recibir: la vida eterna, que ha prometido a quienes lo aman. Santiago 1:12

Dios, perdona mi manera de ser, ayúdame a ver bien las cosas que suceden a mi alrededor, y poder ajustar las reacciones en mejor tiempo y de la mejor forma, para que me hagan soportar las inclemencias. Y de antemano, dame sabiduría para saber tomar las mejores decisiones, Amén.


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