Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo. Hebreos 1:1-2.
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). Él los creó por su Palabra. “Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz”. “Dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas”… “Dios dijo… Dios dijo… ”. Y todo ocurrió como Él lo dijo. Entonces, la naturaleza creada por la palabra de Dios da un mensaje a cada uno: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmo 19:1).
Más allá de la creación, prosiguiendo con su objetivo de revelarse, Dios habló nuevamente. Habló a Adán en el huerto de Edén. Habló a Abraham, Isaac, Jacob, Moisés… habló a Israel, su pueblo elegido, por medio de profetas. Inspirados por el Espíritu de Dios, revelaron a sus contemporáneos el sentido de los acontecimientos que atravesaban. Sin duda, ellos hablaban conforme a su temperamento, conforme a su cultura, de acuerdo a su experiencia personal de la vida,... pero detrás de todo eso era Dios mismo quien hablaba por medio de ellos.
Más allá de la creación, prosiguiendo con su objetivo de revelarse, Dios habló nuevamente. Habló a Adán en el huerto de Edén. Habló a Abraham, Isaac, Jacob, Moisés… habló a Israel, su pueblo elegido, por medio de profetas. Inspirados por el Espíritu de Dios, revelaron a sus contemporáneos el sentido de los acontecimientos que atravesaban. Sin duda, ellos hablaban conforme a su temperamento, conforme a su cultura, de acuerdo a su experiencia personal de la vida,... pero detrás de todo eso era Dios mismo quien hablaba por medio de ellos.
El mensaje central de los profetas del Antiguo Testamento que sostenía la fe de los creyentes de entonces, que santificaba su gozo y avivaba su esperanza, era que el Mesías debía venir. “Y vino” (Efesios 2:17). Jesús, el Hijo unigénito de Dios, vino al mundo. Por Él Dios nos habló, no solo como el Dios creador o el Dios que se revela, sino como el Dios que ama y se da. El Dios que nos busca… incluso hoy.
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