
El único pecado imperdonable en la actualidad, es el de la incredulidad sostenida. No hay perdón para la persona que muera en la incredulidad. Juan 3:16 nos dice, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” La única condición o característica para que alguien no sea perdonado es si él/ella no está entre los “todo aquel que en Él cree.” Jesús dijo, “Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí.” (Juan 14:6). El rechazar la única forma de salvación es condenarse a sí mismo a una eternidad en el infierno, y el haber rechazado el único perdón resulta obviamente, imperdonable.
Por otra parte, mucha gente teme haber cometido algún pecado que Dios no perdona ni perdonará, y sienten que no hay esperanza para ellos, hagan lo que hagan. Nada le gustaría más a Satanás que mantenernos en este malentendido. Pero la verdad es que, si una persona tiene este temor, sólo necesita venir ante Dios, confesar ese pecado, arrepentirse, y aceptar la promesa del perdón de Dios. “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:9). Este verso nos asegura que Dios es raudo para perdonar cualquier pecado sin importar lo atroz que sea, si venimos a Él arrepentidos.
Si hoy te encuentras sufriendo bajo el peso de la culpa, Dios está esperándote con Sus brazos abiertos en amor y compasión para ti, para que te acerques a Él. Jamás decepcionará ni dejará de perdonar a aquellos que lo hagan.
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