EL MIEDO A MORIR
La influenza, enfermedad infecciosa de aves y mamíferos durante el año 1918, provocó la muerte de aproximadamente cien millones de personas en el mundo. A causa de la pandemia, Sara Winchester sufrió la muerte de su esposo, y se radicó en la ciudad de San José, en California, Estados Unidos. Ambos se habían dedicado a la fabricación y venta de rifles, lo que les permitió acumular una gran fortuna. Como Sara no se conformaba por la muerte de su esposo, acudió a una espiritista para tener contacto con él. La médium le aconsejó diciéndole que “mientras sigas edificando tu casa, nunca afrontarás la muerte”. La mujer le creyó, compró una propiedad a medio terminar que contaba con diecisiete cuartos, y comenzó a ampliarla. A la edad de ochenta y cinco años Sara falleció, cuando la mansión ya tenía ciento cincuenta cuartos, trece baños, dos mil puertas, cuarenta y siete chimeneas, y diez mil ventanas, y dejó material acumulado para seguir construyendo durante muchos años más. Es una historia que refleja, de manera exagerada, el temor que siente el ser humano a morir.
Pero la Biblia dice: Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis. Ezequiel 18: 32.
Romanos 6:23. Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Juan 5:24 De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.
Sara Winchester, es fiel reflejo de lo que puede llegar a afectar a una persona saber que tendrá que morir. Nadie toma una dimensión real de la muerte hasta el momento en que le toca sufrir la pérdida de alguien querido; la sensación del alejamiento definitivo, la idea de que ya jamás podrá verle, el vacío que se produce en el corazón por un viaje sin retorno, es un dolor demasiado fuerte.
La voluntad de Dios es buena, agradable, y perfecta, y es su voluntad que los hombres no mueran sino que vivan. Sabiendo que el pecado provoca la muerte, para liberarse de ella hay que oír a Cristo Jesús, y creer en Dios; es entonces cuando la muerte pierde toda la autoridad que ganó por el pecado original, y se pasa de la muerte a la vida, a la vida eterna. La entrada a la vida eterna es Cristo Jesús, y su resurrección es garantía absoluta de que venció a la muerte, y muerte de cruz. Si usted tiene miedo a morir, es porque no tiene en su corazón al dador de la vida. Tome conocimiento de estas hermosas palabras:
Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Juan 11:25.
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