jueves, 19 de septiembre de 2013

El poder de la fe-Reflexión

Es una reflexión aplicable a todos los que, como nosotros, tienen una fe inquebrantable y cada día mayor en Dios. Tener fe significa “confiar”. En este caso hablamos de confiar en el Señor, plenamente, cada día más. ¿Es lo que sentimos, verdad? De esta forma le conocemos cada día más, sabemos por qué y para qué estamos aquí y qué es lo que Dios espera de nosotros. Y nos sentimos felices, gozosos, dichosos en ello. Nos sentimos siervos de Dios. Nos sentimos útiles a ÉL.

Pero analicemos el poder de la fe desde un punto de vista coherente, necesario y significativo. Consideremos, entonces, que la fe en ÉL debe ser inteligente. Debe ser consecuente, y debemos comprender que Dios no hace las cosas porque sí, que todo debe tener una razón que muchas veces no alcanzamos a comprender.
Es decir, pensemos que, a pesar de que muchos cantantes incluyen entre sus canciones algún texto que habla del “poder de la fe”, como por ejemplo: “les aseguro que si tienen fe, tan pequeña como un grano de mostaza, podrán decirle a esta montaña: trasládate de aquí para allá y se trasladará. ¡para Vdes. nada es imposible!”, en mi modesta opinión nos están diciendo que la fe o confianza en Él es lo más significativo que debemos sentir nosotros. Lo más importante, lo más necesario ¡vamos!

Mas pensemos que Dios no va a hacer las cosas porque sí, aunque se lo pidamos con una fe absoluta y en el nombre de su hijo unigénito Jesús. Debemos saber que Dios hará aquellas cosas que sean de su absoluta voluntad, y no de la nuestra.

Consideremos que, por ejemplo, este hecho de mover una montaña puede que no esté entre los objetivos de Dios, salvo que ÉL considere que estamos en la hora final. Pensemos en las nefastas consecuencias que conllevaría hacer esto. Como, por ejemplo, la muerte de innumerables seres vivos, plantas, animales y otros. Amén de las negativas consecuencias medio-ambientales que causaría este efecto.
¿Entonces? Pensemos primero si Dios quiere, porque poder PUEDE, ya lo sabemos, y veamos la viabilidad de lo que le estamos pidiendo.
Pensemos todos. En el nombre de Jesús, amén.

M.G.L.

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