En el cristianismo muchas personas utilizan la oración como la varita mágica que cambia las cosas; sin embargo la oración sin acción es una simple ilusión. ¡Vaya, rima y todo! Hay cosas por las que has estado orando, en las que no le corresponde obrar a Dios sino a ti.
Recuerdo a una persona que decía “Dios, quítame este vicio del cigarrillo” a lo cual le respondí: Quien introdujo el cigarro en tu vida no fue Dios sino tú, así que a quien le toca sacarlo a patadas es a ti, no a Dios.
Muchos esposos oran para ser buenos maridos, pero no se esfuerzan por pasar tiempos de calidad y en cantidad con su esposa. Los padres de familia oran a Dios para ser buenos padres, pero no están dispuestos a que su paciencia crezca cuando están alrededor de sus hijos, y en vez de volverse un niño como ellos, olvidan que un día pasaron por esa etapa, y olvidarlo les vuelve ásperos, duros, indiferentes y crueles con las criaturas que procrearon.
¿Qué cosas en tu vida necesitan un cambio pero se las dejaste a Dios? ¿En qué facetas de tu vida has permanecido estático durante mucho tiempo y recurriste a la oración, pero todo continua igual o peor?
Otras personas están esperando continuamente a su príncipe o princesa, pero no se relacionan con los demás, cuando sí deberían hacerlo para generar espacios y escenarios en los que pudieran compartir y cultivar las amistades. La oración es necesaria pero no suficiente, y si así lo fuera seguro que no estarías donde estás; ése, en su mayoría, es el problema de muchos hermanos en la fe que viven orando, pero no hacen nada para provocar un cambio en la faceta que sea.
Debes orar, pero también actuar de otra manera, si no... será una pérdida de tiempo.
Si tu fe no tiene obras, está muerta. Santiago 2:17
No hay comentarios:
Publicar un comentario