lunes, 15 de febrero de 2016

Zonas de conflicto

Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos. 1 Timoteo 6:12.
¿Hay una batalla? ¿Dónde?
Desde el mismo comienzo, en un momento de la eternidad un conflicto se hizo presente con la rebelión de un querubín, que tuvo que ser echado del privilegiado lugar que tenía en el reino de los cielos. Esto trajo consigo que la raza humana, creación muy amada por Dios, llegase a ser blanco de ese conflicto, teniendo su primera confrontación en el huerto del Edén cuando, por medio del engaño y la mentira, el hombre decidió desobedecer a Dios. Este fue el comienzo de una vida de combates para todos aquellos que quieren vivir una vida bajo la dirección de Dios.
Imagen relacionadaNaturalmente, todo el mundo experimenta los problemas propios de la vida, como son la fatiga por conseguir sustento, problemas con otras personas y la familia, en el trabajo, etc., pero cuando somos llamados por el Señor para vivir una vida piadosa, se experimenta un aumento en las zonas de conflicto.
El campo espiritual está marcado por la lucha que se sostiene contra satanás y sus demonios (Efesios 6:11-12), y no debemos ignorar que en ese reino de maldad se están maquinando constantemente, planes y estrategias para dañar la vida del creyente y atacar a la fe, la voluntad y la rectitud con la que hemos decidido vivir para Dios. Debemos de estar atentos porque nuestro enemigo conoce nuestras debilidades y es ahí precisamente, donde querrá fijar sus tentadores dardos, pensamientos de acciones que nos llevarían a romper nuestra integridad.
Hemos de estar muy atentos porque no hay espacio, lugar y tiempo donde no esté presente esta lucha espiritual, pero no debemos tener ningún temor ya que se nos han dado armas y poder para la batalla (2 Corintios 10:4), y la garantía que sobre este enemigo se nos dará la victoria. Romanos 16:20
Peleamos en un mundo con sus ideales, pensamientos, paradigmas de conducta y vida que son totalmente contrarios a la vida de Jesucristo. Predominan el orgullo, la vanidad, la gloria de la vida pasajera, y es común el afán por las cosas materiales, las cuales no provienen de Dios el Padre. (1 Juan 2:15-16)

El lunes empiezo…..

COLOSENSES 3:23 "Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.
“El lunes empiezo” es una frase muy común, sobre todo cuando se trata de postergar algo que requiere esfuerzo, cambio de actitud o hábitos, ya que siempre surge alguna excusa para dejarlo para un día más. Sin embargo, cada día es una oportunidad que DIOS nos da para empezar de nuevo; no importa en qué día de la semana o del mes te encuentres, no tienes que esperar hasta mañana o hasta el lunes, sino empezar hoy.
Retoma tu meta, y aunque a veces no sea fácil lo que nos proponemos, es importante ponernos de nuevo en acción y contar con la dirección de DIOS para alcanzar la meta final. Tres pasos a seguir que te facilitarán llegar a tus metas logrando lo que persigues.
Primero, tu meta debe ser ESPECÍFICA.
lunesEs importante avanzar y crecer en las diferentes áreas de nuestra vida, por lo que puedes empezar por fijar 1 ó 2 metas en algún área, ya sea en lo familiar, espiritual, laboral y/o personal; es muy importante que sea algo concreto y no de tu vida en general.  Por ejemplo, y este es muy común en las mujeres, el cuidar la salud física, hacer dietas y ejercicio.
En este caso lo específico sería: ¿Cuál es el peso al que quieres llegar? Otro ejemplo pudiera ser ¿Cuánto dinero quieres ahorrar para comprar algo que te gusta?, o servir a los demás en alguna institución de beneficencia. Tal vez tu meta implique retomar algo que dejaste en el camino, y sabes que nunca es tarde para empezar de nuevo. En fin, cualquiera que sea tu objetivo, es importante que sea específico; también anótalo para que lo tengas en un lugar visible y lo recuerdes.

La Mente

“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado por nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.”
1 Corintios 2:14-16 (Reina-Valera 1960)
En la mayoría de los casos, y en el idioma original de La Biblia, la palabra mente se refiere al intelecto y a los pensamientos que son funciones del alma, pero también al espíritu, y algunas veces se toma como el corazón o los sentimientos.
La mente puede ser consciente e inconsciente, y es un bien deseable por el enemigo, por el mundo y por la carne; es a donde todas las compañías y campañas de mercadeo quieren llevar a posicionar sus productos, para ganarse nuestra preferencia y elección; es la tierra prometida de la que perdimos el control hace mucho tiempo y que tenemos que recuperar, reconquistar y volver a cultivarla para que dé los frutos deseables del espíritu.
Y es el objetivo del estudio del habla; saben cómo funciona nuestro cerebro, cómo inducir a nuestros sentidos para captar nuestra atención y cautivar nuestra voluntad; conocen sus propiedades y saben muy bien cómo llegar a ella para manipular nuestras mentes y hacer que tomemos las decisiones que ellos deseen, manipular nuestra voluntad y hacernos proceder y pensar como a ellos les parece.
Para la mente inconsciente que es la que mueve la voluntad consciente, en ese terreno no existe lo bueno o lo malo, la verdad o la mentira, de hecho, todo es verdad; es como la tierra, no es buena ni mala, según sus condiciones, simplemente reproduce la semilla que en ella se siembre, sea buena o mala. Nuestro mundo es y refleja nuestra mente, lo que pensamos y lo que queremos; todo lo que nos rodea en el mundo existió primero en la mente de alguien, fue una idea, fue... imaginación, fue un proyecto; incluso nosotros, la creación y nosotros mismos, fuimos diseñados por la mente de Dios, existimos primero en la mente de Dios.

¿Tienes Objetivos y Metas?

Gran parte de nuestros fracasos y frustraciones tienen su origen en la no concreción de las metas que nos hemos propuesto al comenzarlas. “¡Vaya descubrimiento!”, podría insinuar usted. Sin embargo, permítame ir un poco más allá de lo superficial de las frases y los saberes previamente aprendidos.
Tiempo atrás me inspiró la decisión de una persona de mi conocimiento, que decidió efectuar cambios en su vida. Casado y con tres hijos, este hombre de edad media, decidió concluir aquello que había dejado inconcluso en los años de su juventud: la finalización de su carrera universitaria.
Con gran esmero, y no poco sacrificio, acudió a la universidad de estudios superiores, se informó sobre el estado de las pocas materias que le quedaban por aprobar, y se dispuso a estudiar para concluir cada uno de los exámenes pendientes.
¿Cómo le fue? Después de largos meses en los que efectuó verdaderos “malabarismos” para coordinar sus estudios con su agenda actual de vida, sin descuidar su rol como esposo, padre y empleado de una importante empresa de la ciudad, aprobó la totalidad de las materias que habían quedado pendientes, recibiendo finalmente el anhelado título de Ingeniero Civil.
Objetivos, metas, decisiones. Un elemento conduce hacia el otro, permitiendo lograr la concreción de los sueños.

domingo, 14 de febrero de 2016

No sé cómo fue tu pasado. Puedo imaginarlo lleno de errores

¿Los ha rescatado el Señor? ¡Entonces, hablen con libertad! Cuenten a otros que él los ha rescatado de sus enemigos. Pues ha reunido a los desterrados de muchos países, del oriente y del occidente, del norte y del sur.”
Salmos 107. 2-3
Nunca me han arrestado pero a algunos de mis mejores amigos sí, y me han contado sus experiencias. Intento imaginarme cómo me sentiría al ser atrapado haciendo algo malo y ser llevado a la cárcel. Trato de imaginar la vergüenza que tendría y la esperanza de que alguien pagase la fianza. Imagino que al ser liberado de esa celda tendría una mezcla de emociones. Por un lado me alegraría de estar libre, pero por otro, avergonzado al ver el rostro de quien me libró.
El problema derivado de ser libre o redimido es que eres librado o redimido de algo. A menudo, ese “algo” es el resultado de elecciones pobres o errores, y no somos nada raudos para hablar de negruras. Preferimos dejar de lado esas partes "funestas" de nuestra vida. Pero si no hablamos honestamente de lo que hemos sido redimidos, la redención no es muy importante.
De igual manera pasa en la interacción de Dios con nosotros. Todos hemos cometido errores, algunas personas más que otras y algunos errores peores que otros.
En esos momentos oscuros, cuando estamos sintiendo las consecuencias de nuestros errores, Dios llega, nos da una oportunidad de vivir de diferente forma y nos redime de ese pasado.
Es común entonces, que nos encante hablar sobre el amor de Dios y Su redención, obviando aquello de lo que Él nos ha redimido. ¡Claro, ya pasó! Pero retrocedamos, pues es en la profundidad de nuestra oscuridad donde la luz de Dios brilla más fuerte. En nuestra historia personal, debemos incluir la salvación radical que Dios nos trajo. ¡Ahora sí! No debemos temer vernos mal o sonar como alguien que realmente metió la pata. Metimos la pata y fue precisamente en ese momento, cuando Dios nos encontró y de donde nos rescató.

Lo que será

Y no habrá más maldición… Apocalipsis 22; 3
Todos tenemos algo en común. Vivimos en un mundo contaminado y confundido, y nunca conocimos otra cosa. Sin embargo, Adán y Eva podían recordar cómo era el mundo cuando Dios lo creó: libre de muerte, dificultades y dolor (Génesis 3:16-19). En el Edén, antes de la caída, el hambre, el desempleo y la enfermedad no existían. No se cuestionaba el poder creador de Dios o su plan para las relaciones humanas.
Inline image 1El mundo que heredamos no se parece en nada al jardín perfecto de Dios. Citando a C. S. Lewis: Este es un mundo bueno que se deterioró, pero todavía conserva el recuerdo de lo que tendría que haber sido. Gracias a Dios, el vago recuerdo de lo que debería ser la Tierra es también el resultado de un vistazo profético a la eternidad. Allí, tal como Adán y Eva caminaban y hablaban con Dios, los creyentes verán su rostro y lo servirán directamente. Nada se interpondrá entre Dios y nosotros. Y no habrá más maldición (Apocalipsis 22:3). Ya no habrá pecado, ni temor ni remordimientos.
El pasado y sus consecuencias pueden ensombrecer el presente, pero el destino del creyente guarda la promesa de algo mejor: la vida en un lugar tan perfecto como el Edén.
Señor, ayúdame a recordar que todavía hay mucho por disfrutar y por hacer en este mundo contaminado. Gracias por la promesa de una vida contigo en un lugar perfecto.

Solo para hombres

 “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?
Porque su estima sobrepasa largamente
a la de piedras preciosas.”
(Proverbios 31:10)
Casi todos los varones de una u otra forma hemos sido machistas, pues en su mayoría fuimos criados en un ambiente en el que la mujer ha sido vista de las más variadas y diversas formas, menos de igual a igual al hombre.
Desde muy niños nos explicaron que la mujer, representada por el tenue color rosa, es un ser débil, conflictivo y emocionalmente inestable. Y no solo lo decían, sino que lo ratificaban con su trato desmedido hacia las mujeres de la casa. Nos repetían frases muy decidoras al respecto, como: “Pórtate como un hombre”; “deja de ser mariquita”; “qué pena, la criatura nació mujer”; “los hombres no deben llorar” …etc. Inclusive alguna vez, oí a un líder político que arengaba con la frase: “ Lloran como mujeres lo que no pueden defender como hombres”…
El caso es que los roles que nos asignaron desde pequeños, eran muy concisos al respecto: los varones a la calle, al juego y las distracciones; las mujeres a cocinar, lavar, planchar, hacer y cuidar hijos, y como valor agregado, atender a los hombres de la casa. El único “premio” que se les otorgaba era oír (ahora sería ver su novela favorita). Rara vez a los varones nos permitieron pelar siquiera tres tristes patatas, pues hubiera sido como una profanación a nuestra investidura de machos. Lo que sí podíamos era alzar la voz, exigir, reclamar y proferir palabrotas.

¿Donde están las manos de Dios?

Cuando observo el campo sin arar, cuando los aperos de labranza están olvidados, cuando la tierra está quebrada y abandonada. Cuando miro tantos niños abandonados, tantos hermanos que lloran, tantas guerras. Cuando miro las lágrimas, la baja estima, la tristeza, los odios, el inconformismo……. me pregunto: ¿Dónde están las manos de Dios? 
Cuando observo la injusticia, la corrupción, el que explota al débil. Cuando veo al prepotente y pedante enriquecerse del ignorante y del pobre, del obrero y del campesino carente de recursos para defender sus derechos, me pregunto: ¿Dónde están las manos de Dios?
Cuando contemplo a esa anciana olvidada, con su mirada nostálgica, que balbucea aún palabras de amor por el hijo que la abandonó, me pregunto: ¿Dónde están las manos de Dios? Cuando miro a ese joven, antes fuerte y decidido, ahora embrutecido por la droga y el alcohol.
912Cuando veo titubeante lo que antes era una inteligencia brillante, que está ahora con harapos, sin rumbo, sin destino, me pregunto: ¿Dónde están las manos de Dios? 
Cuando esa chiquilla que debería soñar en fantasías, la veo arrastrar la existencia, y en su rostro se refleja ya el hastío de vivir, y buscando sobrevivir se pinta la boca y se ciñe el vestido y sale a vender su cuerpo, me pregunto: ¿Dónde están las manos de Dios?
Cuando aquél pequeño a las tres de la madrugada me ofrece su periódico o su miserable cajita de dulces sin vender. Cuando lo veo dormir en la puerta de un zaguán o debajo de algún puente titiritando de frío, con unos cuantos periódicos que cubren su frágil cuerpecito. Cuando su mirada me reclama una caricia, cuando lo veo, sin esperanza, vagar con la única compañía de un perro callejero, me pregunto: ¿Dónde están las manos de Dios? Y me enfrento a Él y le pregunto: ¿Dónde están tus manos Señor para luchar por la justicia, para dar una caricia, un consuelo al abandonado, para rescatar a la juventud de las drogas, para dar amor y ternura a los olvidados?

sábado, 13 de febrero de 2016

¿Cómo es Dios?

La Biblia nos da una completa revelación de cómo es Él. Hay cientos de cosas que podríamos decir sobre la revelación de Dios en la Biblia, pero hay cuatro fundamentales:

Primero, la Biblia declara que Dios es Espíritu. En el Evangelio de Juan, Jesús habla con una mujer en un pozo, y ahí hace una declaración contundente acerca de Dios. Él simplemente dice: “Dios es Espíritu.” Con esto quizá imaginaras un vapor nebuloso, pero esa no es la imagen de Dios. Llegas a entender lo que es espíritu cuando crees que Cristo, después de su resurrección, dice: “Tóquenme y vean, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como ustedes ven que Yo tengo.” (Lucas 24:39, NBLH). El espíritu es lo contrario al cuerpo, es algo que no está limitado por él.
La Biblia dice que Dios es Espíritu, que no está limitado a un cuerpo, forma, fuerza o barrera alguna. Es absolutamente inconmensurable e incomprensible para los ojos que están limitados al mundo físico. Él puede estar en todo lugar al mismo tiempo. Tiene sabiduría, amor y misericordia infinita.
La Biblia nos enseña que no había tiempo en el que Dios no existía. Él es eterno (no tiene principio ni fin), y no cambia. Es el mismo hoy y por todos los siglos.
Segundo, la Biblia revela a Dios como Persona. En toda la Biblia leemos: “Dios ama”, “Dios dice”, “Dios hace.” Todo lo que atribuimos a una persona se atribuye a Dios. Una persona siente, piensa, quiere, desea y tiene todas las expresiones de una personalidad propia. Dios no está limitado por un cuerpo, pero es una persona. Él siente, piensa, ama y perdona.
Tercero, la Biblia declara que Dios es un Ser santo y justo. De Génesis a Apocalipsis, Dios se nos revela como un Dios Santo. Él es perfecto en cada detalle. Es tan santo que no puede soportar una vida de pecado por ser un Dios bueno y perfecto.
Si pudiéramos tener una visión de la majestuosa justicia de Dios, sería tremenda la diferencia con la justicia ordinaria en la que viven nuestras naciones. Si pudiéramos ver la vergonzosa diferencia que separa nuestra justicia de la justicia perfecta de Dios, cambiaríamos inmediatamente nuestra manera de vivir. Todos nos quedamos cortos para alcanzar la gloria de Dios (Romanos 3:23).
Las Escrituras declaran que Dios es la Luz en quien no hay “ninguna oscuridad” (1 Juan 1:5)
Es imposible entender la Biblia a menos que asumamos claramente la santidad de Dios. Su Santidad determina Sus demás atributos. Y porque Dios es Santo, existe una brecha entre Dios y nosotros, los pecadores. Las Escrituras dicen, “Pero las iniquidades de ustedes han hecho separación entre ustedes y Dios, y los pecados le han hecho esconder Su rostro para no escucharlos” (Isaías 59:2). No solo el pecador está separado de Dios, sino que Dios se separa del pecador. Porque Dios es Santo, no puede tener relación con el pecado. Antes de que el pecado entrara al mundo, la humanidad y Dios estaban en comunión. Ahora esa comunión se ha roto y es imposible para un pecador tener cualquier tipo de contacto con Dios a menos que sea a través de Jesucristo. La gente no posee, ni puede adquirir, la impecabilidad necesaria para poder acceder a Dios. Cristo sin embargo, vino e hizo tal acceso posible.