lunes, 15 de febrero de 2016

La Mente

“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado por nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.”
1 Corintios 2:14-16 (Reina-Valera 1960)
En la mayoría de los casos, y en el idioma original de La Biblia, la palabra mente se refiere al intelecto y a los pensamientos que son funciones del alma, pero también al espíritu, y algunas veces se toma como el corazón o los sentimientos.
La mente puede ser consciente e inconsciente, y es un bien deseable por el enemigo, por el mundo y por la carne; es a donde todas las compañías y campañas de mercadeo quieren llevar a posicionar sus productos, para ganarse nuestra preferencia y elección; es la tierra prometida de la que perdimos el control hace mucho tiempo y que tenemos que recuperar, reconquistar y volver a cultivarla para que dé los frutos deseables del espíritu.
Y es el objetivo del estudio del habla; saben cómo funciona nuestro cerebro, cómo inducir a nuestros sentidos para captar nuestra atención y cautivar nuestra voluntad; conocen sus propiedades y saben muy bien cómo llegar a ella para manipular nuestras mentes y hacer que tomemos las decisiones que ellos deseen, manipular nuestra voluntad y hacernos proceder y pensar como a ellos les parece.
Para la mente inconsciente que es la que mueve la voluntad consciente, en ese terreno no existe lo bueno o lo malo, la verdad o la mentira, de hecho, todo es verdad; es como la tierra, no es buena ni mala, según sus condiciones, simplemente reproduce la semilla que en ella se siembre, sea buena o mala. Nuestro mundo es y refleja nuestra mente, lo que pensamos y lo que queremos; todo lo que nos rodea en el mundo existió primero en la mente de alguien, fue una idea, fue... imaginación, fue un proyecto; incluso nosotros, la creación y nosotros mismos, fuimos diseñados por la mente de Dios, existimos primero en la mente de Dios.
Necesitamos renovar nuestra mente y no conformarnos con el mundo, pues todo es pasajero, y si queremos un verdadero cambio en nuestra vida debemos empezar por cambiar nuestra manera de pensar, transformar nuestra mente; tenemos que recuperar el terreno perdido de nuestra mente, empezar por arrancar todo lo que allí ha sido sembrado por el enemigo, pues Cristo vino a deshacer las obras del diablo; debemos desechar lo que es malo y sembrar, comenzar a sembrar allí la buena semilla, la Palabra de Dios, los Salmos, los Proverbios, las Promesas, los YO SOY positivos y que provienen de Dios, pues somos su creación y en Él nos movemos y tenemos nuestro ser.
Usa tu boca para declarar la palabra con afirmaciones, que son semillas que se están sembrando en tu inconsciente y que están creciendo, dando frutos; cuida tus sentidos, tus ojos, tus oídos, tu tacto, tu cuerpo, trátalo como algo sagrado, digno recipiente de Dios, que no mora en templos hechos por manos de hombres... en frágiles vasos de barro, porque eso somos los seres humanos.
No nos dejemos engañar, no confundamos lo bueno con lo malo aunque sea legal, aunque el mundo lo acepte liberalmente; Dios nos ha dado discernimiento para saber escoger lo bueno y desechar lo malo. Siempre ve y consulta tu manual de vida que es La Palabra de Dios, y sabrás qué hacer si tienes dudas.
La mente es el órgano que usamos para pensar y por medio de ella podemos conocer, pensar, imaginar, recordar y entender. Facultades de la mente son el poder intelectual, el raciocinio y la inteligencia del hombre, pero la sabiduría la da Dios, viene del espíritu. La mente se relaciona con el cerebro, y es muy importante en la vida humana pues determina su conducta y comportamiento.
La mente puede compararse con un campo de batalla en el cual Satanás y los espíritus malignos luchan contra la verdad (Cristo), y el hombre; la voluntad y el espíritu del hombre son una fortaleza que los espíritus intentan atacar y capturar, y la mente es el campo de batalla donde esta guerra se lleva a cabo; allí los espíritus malignos pelean contra Dios. El Apóstol Pablo tuvo que llevar su mente cautiva a la obediencia de Cristo, para poder hacer la voluntad de Dios, que era contraria a lo que a él le habían enseñado, a lo que el creía, enseñaba y defendía. Porque cuando Satanás vence, la mente es cegada, vendada para no entender la verdad de Dios y se endurece. La mente es la facultad del hombre más fácilmente atacada por Satanás, porque la potestad de las tinieblas no actúa directamente ni en la voluntad, ni en la parte emotiva, ni en el cuerpo del hombre, a menos que haya ganado ese terreno previamente, es decir, a menos que nosotros se lo permitamos o le demos nuestro consentimiento.
Ojo. Cuidado. Mucho de las ciencias actuales como el estudio del habla y las neurociencias, y hasta la forma en que se están usando estos razonamientos, filosofías, ciencias y todo lo que se levante en contra del Conocimiento de Dios, son las fortalezas del enemigo, aunque suenen agradables, sean lógicas, inteligentes y se vistan de sabiduría; palabras con las que se visten y con las que hablan los falsos profetas, los lobos disfrazados de ovejas, los “entendidos” del mundo, pero que sus nombres no están escritos en el libro de la vida.

La pregunta es; ¿quieres tener la mente de Cristo o quieres tener la mente del mundo? Reconquista tu tierra, tu mente y le estarás quitando poder al enemigo para obrar sobre tu vida, al tiempo que le das potestad a Dios para actuar a través del espíritu y restaurar tu vida y tu ser.

“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.”

Efesios 4:22-24 (Reina-Valera 1960)
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario