viernes, 12 de abril de 2019

¿Cómo es una eternidad en el infierno?, ¿un castigo justo por el pecado?

Este tema suele molestar a mucha gente, y parece provenir de un entendimiento incompleto de tres cosas: la naturaleza de Dios, la naturaleza del hombre, y la naturaleza del pecado. 
Como seres humanos caídos y pecadores, la naturaleza de Dios es un concepto difícil de comprender para nosotros. Tendemos a ver a Dios como un Ser amable y misericordioso, cuyo amor por nosotros anula y ensombrece todos Sus demás atributos. Desde luego que Dios es amoroso, bondadoso y misericordioso, pero es ante todo un Dios santo y justo. De hecho, es tan santo que no tolera el pecado. Es un Dios cuya ira arde contra el impío y aquellos que lo desobedecen (Isaías 5:25Oseas 8:5Zacarías 10:3). Él no solo es un Dios amoroso; ¡Es el amor mismo! Pero la Biblia también nos dice que aborrece cualquier forma de pecado "Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete le son abominables: los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies que corren presurosos al mal, el testigo falso que dice mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos.(Proverbios 6:16-19). Y aunque Él es misericordioso, tiene límites para Su misericordia. “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.” (Isaías 55:6-7
Resultado de imagen de ¿Cómo es una eternidad en el infierno, un castigo justo por el pecado?
El hombre, en su estado sin regenerar, está corrompido por el pecado, y ese pecado está dirigido contra Dios. Cuando David pecó al cometer adulterio con Betsabé y haber dado muerte a Urías, respondió en oración algo interesante: “Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos…” (Salmos 51:4). Puesto que David había pecado contra Betsabé y Urías, ¿cómo clamó
 haber pecado solo contra Dios? David entendió que cualquier pecado es en última instancia contra Dios, y Dios es un Ser eterno e infinito (Salmos 90:2). Como resultado, todo pecado requiere un castigo eterno. La santidad, perfección y carácter infinito de Dios, han sido ofendidos por nuestro pecado, y aunque ante nuestras mentes finitas nuestro pecado está limitado en el tiempo, para Dios, quien no está sujeto al tiempo, el pecado que Él odia es permanente. Nuestro pecado está continuamente ante Él y debe ser castigado de continuo, a fin de satisfacer Su justicia santa. 

Jesús y la ira

EL SERMÓN DEL MONTE

JESÚS Y LA IRA


El sermón del monte es una hermosa predicación que Jesucristo pronunció, se cree, en el monte ahora conocido como Monte de las bienaventuranzas. En esta preciosa predicación, Jesús nos dejó fundamentos sólidos para construir nuestra vida y para cambiar nuestra perspectiva de ella. Es importante la aplicación de esta hermosa predicación a nuestra vida diaria, predicación que tiene tanta vigencia hoy como la tuvo cuando fue enseñada por primera vez:
Jesús y la ira:
Es normal enojarnos. Puede que estemos en momentos de tensión laboral, o pasando por dificultades económicas; puede que estemos viviendo un momento familiar difícil o que simplemente alguien nos enfurezca por sus actitudes o palabras; bien, mas es imposible no enojarnos, de hecho, la Biblia nos dice que es normal enojarnos, pero eso sí, evitando el pecado.
¿Qué significa esto?, ¿Cómo podemos enojarnos y no pecar? Si leemos la parte de la Biblia que trata este tema (Mateo 5;21-26), encontraremos que Jesús nos da unos fundamentos muy importantes que, con mucha frecuencia, olvidamos.
En este punto del sermón del monte, Jesús empieza con una serie de contrastes entre los mandamientos que recibieron los israelitas en la Ley de Moisés y su enseñanza. Es en estos puntos donde encontramos una imagen nítida de lo que significa que Jesús no vino a abolir la Ley sino a cumplirla.
Por ejemplo, en este pasaje, Jesús muestra que la Ley de Moisés enseñaba que no podemos matar. Ciertamente todos estamos de acuerdo en que matar es malo. El problema es la posible mala interpretación que demos a este mandamiento; el problema está en interpretar que podemos hacer todo lo que queramos contra alguien con tal que no lo matemos. Jesús llena este “vacío legal”, enseñando con total claridad, que no basta con no matar, además tampoco podemos guardar ira en nuestro corazón contra alguien, ni insultarlo o decirle que es necio o tonto. Esto no solo es aplicable para aquellos que nos caen bien, sino para aquellos que nos hacen mal; no solo se aplica para las situaciones justas sino también para las injustas.
Honestamente, ¿cuántas veces nos enojamos contra alguien?, ¿cuántas veces lo insultamos en nuestra mente?, ¿cuántas veces nuestros comentarios están llenos de ira contra esa persona?, ¿cuántas veces hablamos a sus espaldas y expresamos lo “tonta” que nos parece esa persona? Seguro que esto es más habitual de lo que creemos, y lo peor es que no pensamos que esté mal, bien sea porque todo el mundo lo hace, porque es la forma como se expresa el mundo, o porque no hemos traspasado ningún límite como pelear, maldecir o matar.
Debemos revisar nuestros límites, pues Jesús pone un límite aún más ajustado de lo que lo hacía la Ley de Moisés, al decirnos que no debemos enojarnos contra alguien, guardar rencor en nuestro corazón ni dejar que nuestra ira nos lleve a insultarlo en ninguna forma, sea merecida o no.

Hecho a mano para ti

...pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas. Efesios 2;10
Mi abuela era una costurera talentosa que ganó varios concursos. A lo largo de mi vida, celebró ocasiones destacadas mías regalándome cosas hechas con sus manos: un suéter borgoña para mi graduación de la secundaria; una manta turquesa para mi casamiento... En un borde de cada una de esas artesanías, encontraba una etiqueta con su firma que decía: «Hecho a mano para ti por Munna». En cada palabra bordada, sentía el amor de mi abuela hacia mí y una poderosa declaración de confianza en mi futuro.
Pablo les escribió a los efesios sobre el propósito de ellos en este mundo, diciéndoles que eran hechura (de Dios), creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano (2:10). "Hechura" se refiere a una obra maestra o de arte. Esa hechura de Dios al crearnos traería como resultado buenas obras —expresiones de nuestra relación restaurada con Cristo— para su gloria. Las buenas obras no pueden salvarnos, pero cuando somos hechura de Dios para sus propósitos, nos utiliza para llevar a otros hacia Él.
Mi Munna hacía cosas a mano con su aguja para comunicarme su amor. Y diseñando con sus dedos los detalles de nuestra vida, Dios entreteje su amor y propósitos en nosotros para mostrar a otros la obra de sus manos. 
Padre, gracias porque tu mano me hizo. Ayúdame a mostrar a otros tu obra en mí.
¿Para hacer qué buenas obras te creó Dios? ¿A quién puedes mostrarle hoy su amor?

martes, 9 de abril de 2019

Promesas Bíblicas

Dios siempre cumple sus promesas. Está en la Biblia, II Corintios 1:19-20, "Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, no ha sido Sí y No; mas ha sido Sí en él; porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios".
Dios nunca se retrae o cambia sus promesas. Está en la Biblia, Salmo 89:34, "No olvidaré mi pacto, ni mudaré lo que ha salido de mis labios".
Ninguna de las promesas de Dios falla jamás. Está en la Biblia, Josué 23:14, "Reconoced, pues, con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, que no ha faltado una palabra que Jehová vuestro Dios había dicho de vosotros; todas os han acontecido, no ha faltado ninguna de ellas".
Resultado de imagen de promesas biblicas cristianasSe nos ha prometido vida eterna. Está en la Biblia, 1 Juan 2:25, "Y ésta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna".
Dios puede hacer lo imposible. Está en la Biblia, Lucas 18:27, "Él les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios".
Se nos ha prometido corazones y deseos nuevos. Está en la Biblia, Ezequiel 36:26, "Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne".
Dios nos ha prometido el perdón. Está en la Biblia, 1 Juan 1:9, "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad".
Él ha prometido el fruto del Espíritu. Está en la Biblia, Gálatas 5:22-23, "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley".
Él ha prometido libertad del temor. Está en la Biblia, Salmo 34:4, "Busqué a Jehová, y él me oyó, y me libró de todos mis temores".
Se nos promete el Espíritu Santo. Está en la Biblia, Lucas 11:13, "Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
Todas nuestras necesidades serán abastecidas. Está en la Biblia, Filipenses 4:19, "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús".
Ninguna cosa buena será retenida. Está en la Biblia, Salmo 84:11, "Porque sol y escudo es Jehová Dios; gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad".

¿Cómo experimentar el gozo en la vida cristiana?

Resultado de imagen de ¿Cómo puedo experimentar el gozo en mi vida cristiana?
Los períodos de tristeza y depresión pueden entrar hasta en la vida de los más devotos cristianos. Vemos muchos ejemplos de esto en la Biblia. Job deseaba que nunca hubiera nacido (Job 3:11). David oraba para que fuera llevado a un lugar donde no tuviera que lidiar con la realidad (Salmo 55:6-8). Elías, aún después de vencer a los 450 profetas de Baal pidiendo que bajara fuego del cielo (1 Reyes 18:16-46), huyó al desierto y le pidió a Dios que le quitara la vida (1 Reyes 19:3-5). 

Así que, ¿cómo podemos superar esos períodos de ausencia de gozo? Podemos ver cómo estos mismos personajes superaron sus momentos de depresión. Job dijo que, si oramos y recordamos nuestras bendiciones, Dios nos restaurará el gozo y la justicia (Job 33:26). David escribió que el estudio de la Palabra de Dios alegra el corazón (Salmo 19:8). David también descubrió, que era necesario alabar a Dios incluso en medio de la desesperación (Salmo 42:5). En el caso de Elías, Dios lo dejó descansar un tiempo y después envió a un hombre, Eliseo, para atenderlo (1 Reyes 19:19-21). Hasta nosotros en la actualidad, necesitamos amigos con quienes podamos compartir nuestras heridas y penas (Eclesiastés 4:9-12). Trata de compartir cómo te sientes con algún hermano en Cristo en quien tú confíes. Puede sorprenderte descubrir que él también ha estado batallando con algunas de las mismas cosas por las que estás pasando ahora.

Lo más importante es que, si inevitablemente moran dentro de nosotros nuestros problemas, nuestras heridas y especialmente nuestro pasado, éstos jamás producirán un verdadero gozo espiritual. Tampoco el gozo se encuentra en el materialismo, ni en la psicoterapia, y ciertamente tampoco se encuentra en la obsesión con nosotros mismos. Se encuentra en Cristo. Los que pertenecemos al Señor “… nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.” (Filipenses 3:3). Conocer a Cristo conduce a tener un sentido apropiado de nosotros mismos, y un verdadero espiritualismo interior en Cristo, haciendo imposible el gloriarnos en nosotros mismos, en nuestra sabiduría, fortaleza, riquezas, o bondad; sino en Cristo, en Su sabiduría y fortaleza, en Sus riquezas y bondad, y en Su Persona solamente. Sumérgete en Él, en Su Palabra, y busca conocerlo más íntimamente. Si le permanecemos, Él ha prometido que “nuestro gozo será cumplido” (Juan 15:1-11). 

Finalmente, recuerda que es solo a través del Espíritu Santo de Dios, como podemos encontrar el gozo verdadero No me eches de delante de ti y no quites de mí tu santo espíritu. Devuélveme el gozo de tu salvación y espíritu noble me sustente.(Salmo 51:11-12; (Gálatas 5:221 Tesalonicenses 1:6). No podemos hacer nada, aparte del poder de Dios (2 Corintios 12:1013:4). En efecto, cuanto más tratemos de estar gozosos a través de nuestros propios recursos, más miserables podemos llegar a ser. Descansa en los brazos del Señor "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil y ligera mi carga".(Mateo 11:28-30
) y busca Su rostro a través de la oración y la Escritura. “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.” (Romanos 15:13)


Cómo mantener el gozo de nuestra salvación

Cuando el amor del Señor Jesús nos toca por primera vez, y nos arrepentimos y confesamos Su nombre, un gozo desconocido llena nuestros corazones. ¡Qué gran gozo fue ser perdonados y nacer de nuevo! Mas el deseo de Dios es que mantengamos nuestro gozo toda nuestra vida en la salvación maravillosa que Dios efectúa. Esto no es solo para unos cuantos; aunque es normal para los hijos de Dios, como podemos ver en 1 Pedro 1:8: “Os alegráis con gozo inefable y colmado de gloria”.
No perdemos nunca nuestra salvación, que es eterna, pero debemos admitir que en ocasiones perdemos el gozo de nuestra salvación. Veamos dos de las razones por lo que esto sucede, cómo podemos recuperar nuestro gozo en el Señor, y qué hábitos podemos desarrollar para tener una vida diaria llena de gozo.

1. El pecado causa que perdamos el gozo de nuestra salvación

Resultado de imagen de Cómo mantener el gozo de nuestra salvación
En primer lugar, los pecados que cometemos deterioran nuestra felicidad. Aunque somos salvos, todos hemos pecado, fracasado delante del Señor o le hemos desobedecido. Y después de que pecamos, sentimos que algo anda mal; sentimos una barrera entre el Señor y nosotros.
Isaías 59:2 nos dice: “Pero vuestras iniquidades han venido a ser una separación entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros Su rostro de modo que Él no os oye”.
Nuestros pecados nos separan de Dios, y puesto que Dios es justo no puede tolerar el pecado. Por esto incluso una transgresión pequeña crea una barrera entre Dios y nosotros. Tanto pecados grandes como pequeños logran que perdamos el gozo de nuestra salvación.

2. Contristar al Espíritu que mora en nosotros, hace que perdamos el gozo de nuestra salvación

Romanos 8:9 nos dice que “El Espíritu de Dios mora en vosotros”. Cuando recibimos al Señor Jesús como nuestro Salvador, Él no solamente nos redime, sino que también vino para morar en nosotros, como el Espíritu. Ahora ya no vivimos solos; tenemos a otra Persona viviendo en nosotros que tiene Sus propios pensamientos, sentimientos y preferencias. Cuando somos uno con el Señor, quien vive dentro de nosotros, Él se alegra. Y cuando Él está alegre, nosotros también lo estamos.
Pablo dijo en Efesios 4:30: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”. 
Contristar al Espíritu Santo es disgustarlo. El Espíritu Santo habita en nosotros para siempre (Juan 14:16-17) y nunca nos deja. Por lo tanto, Él es contristado cuando no andamos conforme a Él (Romanos 8:4), esto es, cuando no vivimos en nuestro andar diario, conforme al principio de la realidad y la gracia”.
Supongamos, por ejemplo, que queremos ir a cierto lugar. Pero cuando pensamos en ir nos sentimos incómodos. Este sentimiento en nuestro ser nos dice que el Señor no quiere que vayamos, y aunque razonamos con nosotros mismos y decimos que está bien ir, el sentimiento de incomodidad permanece; el Señor Jesús, quien está en nosotros, sencillamente no quiere ir. No obstante, en vez de ser uno con el Señor, vamos de todas maneras. Al no seguir Su sentir, lo contristamos y lo hacemos infeliz, y cuando Él se contrista, es imposible que nosotros estemos felices.

sábado, 6 de abril de 2019

¿Quiénes fueron los espíritus encarcelados?

Resultado de imagen de ¿Quiénes fueron los espíritus encarcelados?Los "espíritus encarcelados" se mencionan en el contexto de lo que Jesús hizo en el tiempo transcurrido entre Su muerte y Su resurrección. 1 Pedro 3:18-20 dice: "Siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca". Tengamos en cuenta que el cuerpo de Jesús (físico) estaba muerto y a la espera de la resurrección, pero espiritualmente estaba vivo durante el tiempo en que visitó a los espíritus encarcelados. 
Sabemos cuatro cosas sobre los espíritus mencionados en 1 Pedro 3:19. Son intangibles, están encarcelados, su pecado se cometió antes del diluvio, y Jesús visitó el lugar de su cautiverio para anunciarles algo. Algunas especulaciones, a través de los años, han tratado de determinar exactamente quiénes son estos espíritus.


En primer lugar, veamos la palabra espíritus. Es una traducción de la palabra griega pneumasin, una forma de la palabra pneuma, que significa "aire, soplo, viento". Se usa en el Nuevo Testamento para referirse a los ángeles (Hebreos 1:14), a los demonios (Marcos 1:23), al espíritu de Jesús (Mateo 27:50), al Espíritu Santo (Juan 14:17), y a la parte espiritual del hombre (1 Corintios 2:11). Mientras la Biblia deja claro que los seres humanos tienen espíritus, así mismo nunca se refiere a los seres humanos simplemente como "espíritus". Por el contrario, nunca se dice que Dios el Espíritu Santo, los ángeles y los demonios, tengan espíritus; son espíritus. De modo que el significado estándar de la palabra espíritus en la frase espíritus encarcelados sostiene que los espíritus son algo distinto de los seres humanos.
Los espíritus encarcelados no pueden ser los ángeles buenos, porque ellos no han pecado y no están encarcelados. Y si los espíritus encarcelados no son los espíritus de los seres humanos buenos que han fallecido, eso nos deja solo una opción: los espíritus encarcelados son demonios. Está claro entonces que no todos los demonios están encarcelados. El Nuevo Testamento da muchos ejemplos de actividad demoníaca en la tierra, así que los espíritus encarcelados deben ser un selecto grupo de demonios que, a diferencia del resto de sus aliados demoníacos, se mantienen en cautiverio.

Fe, no lo veo físicamente, lo veo con el espíritu

La fe tiene momentos en los que se manifiesta; la vida se encarga de eso. Esas situaciones inesperadas que le darán a tu fe la oportunidad de brillar o no. Las bendiciones de ayer son las garantías de que Dios obrará en mi presente. Dios ha transformado mi ayer doloroso en una fortaleza.
Imagen relacionadaEl ciego no tiene imágenes, pero la fe te pone imágenes: no te veías sano porque no tenías antecedentes de sanidad, y ahora empiezas a ver lo que antes no veías; por eso los discípulos dijeron cuando vieron a Jesús: “es un fantasma”, porque no se imaginaban a alguien caminando sobre el agua.
Al cieguito cuando le preguntaron, les dijo: “lo que yo soy no depende de lo que ustedes digan sino de lo que Dios dice de mí”. Contestamos de acuerdo al nivel de fe que tenemos cada uno. Él lo único que dijo fue: “yo lo único que sé es que Él me untó, me lavó y ahora veo”; por decir eso lo echaron de la sinagoga y fue bendecido por eso.
A veces cuando te echan te bendicen, porque Dios te va a volver a buscar para hacerte crecer en fe.
El ciego estaba fuera del templo porque no podría entrar, porque solo entraban los VIP, y le preguntaron quién había pecado, si él o sus padres; bien podía haber heredado una maldición ¿Cuál fue la causa? No importa de donde vinieron los problemas, Jesús le dijo: tu futuro será de victoria.
¡No sé por qué nací ciego, pero lo que sí sé es que mi mañana va a ser bendecido!
Jesús hizo barro: ¿por qué no agarró agua? ¿Por qué le puso barro y le dio un escupitajo?, porque el hombre nace del barro, y Jesús puso algo suyo en él para hacer “barro nuevo”, un nuevo génesis, un nuevo comienzo. El barro viejo no veía, no prosperaba, estaba solo.
“Ve a lavarte en el estanque de Siloé”: ¿Dónde estaba ese estanque?; está a 750 metros. El cieguito bajó esos metros. No solo estaba sanando físicamente, sino mentalmente; lo sanaba de la dependencia de la gente, porque seguramente yendo de camino al estanque se chocaría con todo el mundo; a eso se le llama síndrome de indefensión, y cuando quieres algo y no puedes se te activa este síndrome. Este síndrome provoca una “adaptación psicológica”, es una salida, posible, que encuentran las víctimas para procesar su dolor, sienten que están en una situación sin salida ante la que no hay nada que puedan hacer. Pero este hombre había sido tocado por Jesús y estaba por revertir todo el dolor de su pasado, ahora recuperaría su dignidad de persona.
El ciego se lava y por primera vez se ve a sí mismo, porque lo primero que tienes que saber es quién eres.

Con decisión y valentía

¡Esforzaos y cobrad ánimo! No temáis ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová, tu Dios, es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará; Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará ni te desamparará. No temas ni te intimides. Deuteronomio 31;6,8.
Aunque la mayoría de los líderes de las iglesias de Alemania se sometieron a Hitler, el teólogo y pastor Martin Niemöller estuvo entre los valientes que se resistieron a la crueldad nazi. 
La historia habla sobre un grupo de alemanes ancianos que estaban parados fuera de un hotel. Mientras un hombre más joven iba y venía con el equipaje del grupo, alguien preguntó quiénes eran. «Pastores alemanes», fue la respuesta. «-¿Y el más joven?». «-Ese es Martin Niemöller; tiene 80 años, pero se mantiene joven porque no tiene miedo».
Niemöller no resistía el temor por tener un "gen antimiedo", sino por la gracia de Dios, quien lo había recuperado de sus perspectivas antisemíticas, y ayudado a hablar y poner en práctica la verdad.

Cuando los israelitas se enteraron de que Moisés no estaría más con ellos, él los animó a no temer y seguir la verdad de Dios, diciendo: «Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo» (Deuteronomio 31:6). No había razón para temer al futuro porque el Señor estaba con ellos.

Cualquiera que sea la oscuridad que te abrume o los terrores que te ataquen, Dios está contigo. Y cuando tengas miedo, recuerda que Él «no te dejará, ni te desamparará» nunca (versos 6, 8). 

¿Qué temores estás enfrentando? ¿Cómo alienta tu corazón la presencia de Dios?
Vivir sin temor no significa que no sintamos miedo, sino que no dejamos que el miedo nos domine.