sábado, 6 de abril de 2019

Fe, no lo veo físicamente, lo veo con el espíritu

La fe tiene momentos en los que se manifiesta; la vida se encarga de eso. Esas situaciones inesperadas que le darán a tu fe la oportunidad de brillar o no. Las bendiciones de ayer son las garantías de que Dios obrará en mi presente. Dios ha transformado mi ayer doloroso en una fortaleza.
Imagen relacionadaEl ciego no tiene imágenes, pero la fe te pone imágenes: no te veías sano porque no tenías antecedentes de sanidad, y ahora empiezas a ver lo que antes no veías; por eso los discípulos dijeron cuando vieron a Jesús: “es un fantasma”, porque no se imaginaban a alguien caminando sobre el agua.
Al cieguito cuando le preguntaron, les dijo: “lo que yo soy no depende de lo que ustedes digan sino de lo que Dios dice de mí”. Contestamos de acuerdo al nivel de fe que tenemos cada uno. Él lo único que dijo fue: “yo lo único que sé es que Él me untó, me lavó y ahora veo”; por decir eso lo echaron de la sinagoga y fue bendecido por eso.
A veces cuando te echan te bendicen, porque Dios te va a volver a buscar para hacerte crecer en fe.
El ciego estaba fuera del templo porque no podría entrar, porque solo entraban los VIP, y le preguntaron quién había pecado, si él o sus padres; bien podía haber heredado una maldición ¿Cuál fue la causa? No importa de donde vinieron los problemas, Jesús le dijo: tu futuro será de victoria.
¡No sé por qué nací ciego, pero lo que sí sé es que mi mañana va a ser bendecido!
Jesús hizo barro: ¿por qué no agarró agua? ¿Por qué le puso barro y le dio un escupitajo?, porque el hombre nace del barro, y Jesús puso algo suyo en él para hacer “barro nuevo”, un nuevo génesis, un nuevo comienzo. El barro viejo no veía, no prosperaba, estaba solo.
“Ve a lavarte en el estanque de Siloé”: ¿Dónde estaba ese estanque?; está a 750 metros. El cieguito bajó esos metros. No solo estaba sanando físicamente, sino mentalmente; lo sanaba de la dependencia de la gente, porque seguramente yendo de camino al estanque se chocaría con todo el mundo; a eso se le llama síndrome de indefensión, y cuando quieres algo y no puedes se te activa este síndrome. Este síndrome provoca una “adaptación psicológica”, es una salida, posible, que encuentran las víctimas para procesar su dolor, sienten que están en una situación sin salida ante la que no hay nada que puedan hacer. Pero este hombre había sido tocado por Jesús y estaba por revertir todo el dolor de su pasado, ahora recuperaría su dignidad de persona.
El ciego se lava y por primera vez se ve a sí mismo, porque lo primero que tienes que saber es quién eres.
La fe es una manera de ver; ¿te ves súper-victorioso? Seguro que te habrás cruzado en la vida con personas que te descalificaron, que se hicieron de ti una imagen de discapacidad. Pues lo más difícil es romper con las imágenes negativas. No te veas en debilidad, mira tus fortalezas, ¿qué es lo que haces mejor que nadie? Recuerda cada palabra de validación que hayas recibido, arráigala en tu mente y en tu espíritu y no te detengas. La primera persona que debe darse estima eres tú. El primero que debe amarse, valorarse, afirmarse y darse seguridad es uno mismo.

Muchas personas escuchan un mensaje y lo creen, pero cuando llegan a su casa dicen: “No creo que lo reciba”, y así se preparan para el fracaso. No juegues con Dios. Dios quiere ver tu fe y que imagines su mano soltando la bendición que destinó para ti. Mírate con toda tu familia alrededor de una mesa, todos orando con una unción poderosa que ha caído en esa casa única y especial; mira a tu familia adorando en la iglesia, a tu marido, a tus hijos, a tus sobrinos, a tus tíos, mira el lugar donde se encuentran parados con las manos levantadas adorando, porque recibirás todo lo que te veas recibiendo y aún mucho más.

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