sábado, 4 de agosto de 2018

Vasos rotos

A veces, muchas más de las que queremos aceptar, las disensiones, los enojos y los roces surgen tanto en la familia secular como en el mismísimo seno de la Iglesia. Sucede en cualquier ámbito donde confluyen los seres humanos, con sus distintas formas de pensar, de ver las cosas, de actuar ante las más variadas situaciones. Lamentablemente esto es así, es normal dentro de nuestra naturaleza caída fuera del Huerto del Edén.


Así es como las relaciones se deterioran, se van rompiendo. A veces con esfuerzo y con buena voluntad se logran reconstruir, se consigue reanudarlas razonablemente dentro de una atmósfera sana. Pero es como las heridas. Aunque nos cueste, y duela reconocerlo, suelen quedar cicatrices en la mayoría de las situaciones, salvo excepciones; excepciones en aquellas en las que un milagro del Señor logra hacer lo que los seres humanos no podemos.
Es como cuando un vaso se rompe. Con esmero y paciencia podemos reunir cada uno de los trozos y pegarlos hasta que quede armado nuevamente. Pero si hay algo irrefutable, es que una vez reconstruido no es más que unos cuantos pedazos pegados. Su aspecto no solo ya no volverá a ser el mismo sino que, muy probablemente al recibir agua, haya quedado alguna fisura que el pegamento no pudo restaurar, y el líquido en mayor o menor medida tienda a perderse.
Las guerras en este mundo han comenzado así, aunque parezca exagerado. Una pequeña disensión, un desacuerdo al que no se le dio relevancia oportunamente, generó un ligero resentimiento que con el tiempo fue creciendo y sumando más personas. El resentimiento se hizo colectivo y a la postre fue transformándose en rencor. El rencor dio paso al odio y el odio dio lugar a un acto terrible, adentrándose en un camino sin retorno. Personas contra personas, grupos contra grupos, pueblos contra pueblos. Finalmente, países contra países.

Peticiones sin respuesta

El otro día, en una reunión, escuchaba orar de la siguiente manera a una de las personas presentes: «Señor, te pedimos que quites de nuestra mente todo pensamiento que te deshonre, y que nos limpies de todo aquello que te ofende.» Cuando la persona terminó de orar, reflexioné acerca de las peticiones que a veces elevamos al Señor en nuestra oración.
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No es responsabilidad de Dios quitar los pensamientos que se levantan contra la obediencia a Cristo. El compromiso de Dios, por medio del Espíritu Santo, es revelar todo aquello que es pecado en nuestra vida (Juan 14.9). Una vez que lo ha revelado, sin embargo, es nuestra responsabilidad tomar cautivos estos pensamientos y sujetarlos a Cristo. Nuestro Padre celestial no los va a quitar de nuestra mente, porque Él nos ha llamado a nosotros para que lo hagamos. 
En muchas ocasiones confundimos la verdadera naturaleza de nuestra vida espiritual, y nos encontramos pidiendo cosas que tenemos que hacer nosotros, e intentando hacer nosotros cosas que deberíamos estar pidiendo al Padre. No es muy ortodoxo pedir que Él nos dé paz, por ejemplo, porque Él ha dicho que su Paz, que es posterior, será nuestra cuando, mediante oración y súplica, hacemos conocidas a Dios nuestras peticiones (Filipenses 4.6 y 7). De la misma manera, nuestros intentos por transformar nuestra vida no darán fruto porque es una obra que solamente puede realizar el Señor, cuando procuramos andar en el Espíritu (Romanos 8.6-9).
Nuestro desafío es entender las dinámicas de la vida espiritual de tal manera, que nuestros esfuerzos estén dirigidos hacia aquellas cosas que realmente hemos sido llamados a hacer, y que nuestras oraciones estén dirigidas hacia aquellas cosas que realmente hemos sido llamados a pedir. De esta manera podremos estar seguros de que lo que estamos haciendo recibirá la bendición de nuestro Padre celestial, y evitaremos hacer inversiones que no producirán ningún fruto.
Muchas personas oran por cosas que solamente pueden venir por medio del trabajo, y trabajan por cosas que solamente pueden venir por medio de la oración. Reflexione por un momento en su propia vida de oración; ¿en qué se centran sus peticiones ? ¿Qué cargas eleva frecuentemente al Señor? ¿Cuáles de ellas requieren un mayor esfuerzo de su parte? ¿Cuáles son las cosas que solamente el Señor puede hacer?

miércoles, 1 de agosto de 2018

¿Por qué permitía Dios la poligamia/bigamia en la Biblia?

La pregunta de la poligamia en la Biblia es interesante porque la mayoría de la gente en la actualidad ve la poligamia como inmoral, mientras que la Biblia en ninguna parte la condena explícitamente. 
Resultado de imagen de ¿Por qué permitía Dios la poligamia/bigamia en la Biblia?El primer caso de poligamia/bigamia en la Biblia fue Lamec en Génesis 4:19, “Y Lamec tomó para sí dos mujeres”. Muchos de los hombres prominentes en el Antiguo Testamento fueron polígamos. Como Abraham, Jacob, David, Salomón, y otros; todos tuvieron varias esposas. En 2 Samuel 12:8, Dios hablando a través del profeta Natán, dijo que si las esposas y concubinas de David no hubieran sido suficientes, Él le habría dado aún más. Salomón tuvo 700 esposas y 300 concubinas (esencialmente esposas pero de un menor rango), de acuerdo a 1 Reyes 11:3. ¿Qué hacemos pues, con estos ejemplos de poligamia en el Antiguo Testamento? Veamos, hay tres preguntas que necesitan ser respondidas. (1) ¿Por qué permitió Dios la poligamia en el Antiguo Testamento? (2) ¿Cómo ve Dios la poligamia en la actualidad? (3) ¿Por qué cambió?

(1) ¿Por qué permitió Dios la poligamia en el Antiguo Testamento? La Biblia no dice específicamente por qué Dios permitió la poligamia. Entonces, lo mejor que cualquiera puede hacer es “informarse” especulativamente. Existen pocos factores claves a considerar. Primero, siempre ha habido más mujeres que hombres en el mundo. Estadísticas actuales muestran que aproximadamente el 50,5% de la población mundial son mujeres, representando los hombres el 49.5%. Asumiendo los mismos porcentajes en tiempos antiguos, y multiplicándolos por millones de gente, habría decenas de miles de mujeres más que de hombres. Segundo, la guerra en los tiempos antiguos era especialmente brutal, con un increíble alto porcentaje de fatalidades. Esto daría como resultado un porcentaje aún mayor de mujeres respecto a los hombres. Tercero, debido a las sociedades patriarcales, era casi imposible para una mujer soltera mantenerse por ella misma. Generalmente las mujeres carecían de educación y preparación, y dependían de sus padres, hermanos y esposos para su provisión y protección. También hay que considerar que la mujer soltera, con frecuencia, estaba expuesta a la prostitución y esclavitud. Cuarto, la significativa diferencia entre el número de mujeres y hombres habría dejado a muchas mujeres en una situación, como mínimo, indeseable. 

Así que parece que Dios permitió la poligamia para proteger y proveer para la mujer que no pudiera encontrar un esposo de otra manera. Un hombre tomaría varias esposas y actuaría como el proveedor y protector de todas ellas. Aunque definitivamente esto no es lo ideal, vivir en una casa con poligamia era mucho mejor que las otras alternativas: prostitución, esclavitud, inanición, etc. Además de la protección y el factor de la provisión, la poligamia permitió una expansión más rápida de la humanidad, cumpliendo con el mandato de Dios de “…fructificad y multiplicaos; procread abundantemente en la tierra, y multiplicaos en ella.” (Génesis 9:7). Los hombres son capaces de embarazar a varias mujeres en el mismo período de tiempo, causando un crecimiento 
más acelerado de la humanidad que si cada hombre pudiera procrear solo un hijo por año. 

El Barbero

Un hombre fue a una barbería a cortarse el cabello y recortarse la barba, como de costumbre. Entabló una amena conversación con la persona que le atendía. Hablaban de muchas cosas y tocaron muchos temas.
De pronto, tocaron el tema de Dios.
El barbero dijo:
Fíjese caballero que yo no creo que Dios exista, como usted dice.
– Pero, por qué dice usted eso? – pregunta el cliente.
Imagen relacionadaPues es muy fácil, basta con salir a la calle para darse cuenta de que Dios no existe. O…dígame, ¿acaso si Dios existiera, habría tantos enfermos? ¿Habría niños abandonados? Si Dios existiera, no habría sufrimiento ni tanto dolor en la humanidad. Yo no puedo creer que exista un Dios que permita estas cosas.
El cliente se quedó pensando un momento, pero no quiso responder para evitar una discusión.
El barbero terminó su trabajo y el cliente salió del negocio.
Cuando abandonaba la barbería, vio en la calle a un hombre con la barba y el cabello largo; al parecer hacía mucho tiempo que no se lo cortaba y se veía muy desarreglado.
Entonces entró de nuevo a la barbería y le dijo al barbero.
– ¿Sabe una cosa? Los barberos no existen.
– ¿Cómo que no existen? -pregunta el barbero-.
Si aquí estoy yo, y soy barbero. – ¡No!, dijo el cliente, no existen porque si existieran no habría personas con el pelo y la barba tan larga como la de ese hombre que va por la calle.
– Ah, los barberos sí existen, lo que pasa es que esas personas no vienen hacia mí.
– ¡Exacto! -dijo el cliente-.
Ése es el punto. Dios sí existe, lo que pasa es que las personas no van hacia Él y no lo buscan, por eso hay tanto dolor y miseria.
Juan 14:6 “Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí.”

Déjame abrazarte

No te preocupes, no tienes que decirme nada; vine porque te oí llamarme, te escuché mientras tus lágrimas caían por ese hermoso rostro que diseñé desde antes de que existieras. Vengo hoy ante ti porque nunca he podido ver que alguien que amo sufra y piense que está sol@, que no hay salida, o que la vida es un suspiro perdido en el deseo de ser feliz.
Resultado de imagen de Déjame abrazarteVengo porque he estado observándote día y noche mientras caminas, corres, sales, entras, y tratas de ocultar lo que tu corazón siente.
Sé exactamente lo que te pasa, sé exactamente lo que te hace falta; lo sé desde antes que me lo pidieras. Por eso estoy aquí, porque nunca desperdiciaré un corazón triste, porque yo me deleito en venir y estar a tu lado, consentirte y acariciar cada uno de esos hermosos e imponentes cabellos que yo mismo he contado. Me deleito en tomar en mis manos todo aquello que te hace sufrir, todo aquello con lo que no puedes y que pesa sobre ti; vengo a llevarme todo eso sobre mis hombros y a dejarte la paz más acogedora que hayas podido sentir. Me deleito en tomar cada una de tus lágrimas y guardarlas, porque algún día te las devolveré para que recuerdes cada uno de los momentos en los que, a pesar de todo, estuve contigo.
No importa lo que has hecho, no importa tu pasado; solo importa que estás aquí y yo estoy aquí para decirte que nunca más estarás triste, nunca más estarás confundid@, nunca más sentirás que tienes un rumbo incierto y que caminas sol@ en este enorme mundo, no vivirás más como si recorrieras un laberinto constante de inefables muros indolentes, no volverás a mirar al cielo sin encontrar una respuesta. Hoy vine a decirte que la salida está a tu lado, que la luz está aquí contigo y no volverás a abrir los ojos en medio de la oscuridad, porque cada mañana al abrir tus ojos sentirás que la luz entra por tu ventana y no se irá en ningún momento del día. Hoy vine por ti, porque te amo y siempre te amaré, porque soy Padre y por siempre seré Padre; la pregunta es: ¿Quieres tú ser mi hijo?

Yo estoy esperando por ti cada día para decirte, "Déjame abrazarte".

domingo, 29 de julio de 2018

Esperar el tiempo de Dios

Los cantos que entonamos en la iglesia tienen un gran significado en nuestras vidas. Hay un canto popular que dice: “Esperar en ti, difícil sé que es, mi mente dice no, no es posible, pero mi corazón confiado está en ti. Tú siempre has sido fiel y me has sostenido”. El coro de ese canto refleja una oración que muchas veces nos es difícil hacer en los momentos de prueba y crisis. El coro dice, “Y esperaré, pacientemente”. En ocasiones es muy difícil esperar el tiempo de Dios.
Eclesiastés 3 es un texto muy conocido por muchos de nosotros. El texto refleja que hay tiempo para todo; que cada actividad llega a su tiempo, incluso en estos últimos tiempos. Escuchamos mucho lo que algunos llaman el “Kairos de Dios”, es decir, el tiempo perfecto de Dios, y tenemos que reconocer que esperar el tiempo Dios no es nada fácil.
En ocasiones es algo difícil de hacer, especialmente en los momentos de crisis y tribulación. Compartamos algunos ejemplos del Antiguo Testamento que nos enseñan qué es lo que ocurre cuando no esperamos el tiempo del Señor.
Rubén, el hijo que no supo esperar
Rubén era uno de los doce patriarcas, hijos de Jacob. Era el primogénito. En el contexto patriarcal sabemos que la primogenitura era algo muy importante, pues el primogénito recibía el honor de ser el heredero oficial del clan. El problema de Rubén no fue haber sido el primogénito, sino que intentó reclamar sus derechos antes de tiempo y no respetó a su padre Jacob.
Génesis 35.22 nos cuenta que mientras Jacob hacía duelo por la muerte de Raquel, Rubén aprovechó para “dormir con Buha, la concubina de su padre, lo cual llegó a saber Israel (Jacob)“. El hecho de tomar la esposa de su padre en ese contexto, significaba que estaba clamando por su primogenitura antes de tiempo. Se estaba proclamando como el heredero principal cuando Jacob, su padre, ni siquiera había muerto.
Los años pasaron y finalmente, cuando Jacob estaba a punto de morir, hizo llamar a todos sus hijos para repartir su herencia. Rubén estaba muy emocionado pues, según él, finalmente recibiría sus derechos como primer nacido completamente. Pero Génesis 49.1-4 nos enseña que no recibió la bendición que esperaba, pues Jacob en su lecho de muerte le reclamó su mala actitud que había tenido años atrás, al tomar a Bilha como mujer y así intentar proclamarse como el heredero. Rubén no recibió lo que tanto había anhelado.
Acán. La avaricia no le hizo esperar
Era el tiempo de Josué y de las conquistas de las tierras de Canaán, cuando los israelitas habían triunfado sobre Jericó. Sorprendentemente Dios les había dado la victoria. La siguiente ciudad a conquistar era la ciudad de Hai. Realmente no suponía
 una gran amenaza para un pueblo tan numeroso como Israel, pero increíblemente los israelitas perdieron la batalla contra esta ciudad. Josué 6.18-19 nos enseña que Dios había dicho que el tesoro que encontraran en Jericó sería para Él solamente y no para los Israelitas.
Pero Acán, imprudentemente, tomó de algunos de los tesoros para él (Josué 7.20-21) y fue castigado por ello con la muerte misma.
Lo que realmente llama la atención de este relato es la orden siguiente que da Dios cuando finalmente les daría la victoria sobre la ciudad de Hai. Josué 8.2 dice, “Y harás a Hai y a su rey como hiciste a Jericó y a su rey; sólo que sus despojos y sus bestias tomaréis para vosotros…”Si Acán se hubiese esperado en Jericó hasta Hai, hubiese obtenido muchos bienes sin ningún problema, pero no supo esperar y murió apedreado por el pueblo.

‘Genocidio’: más de 6.000 cristianos nigerianos masacrados, en su mayoría mujeres y niños

Los líderes de la iglesia en Nigeria han dicho que los cristianos están experimentando un “puro genocidio”, ya que 6.000 personas, en su mayoría mujeres y niños, han sido asesinados por radicales fulani desde enero.
“Lo que está sucediendo en el estado de Plateau y otros estados seleccionados en Nigeria es puro genocidio y debe detenerse de inmediato”, dijo la Asociación Cristiana de Nigeria y los líderes de la iglesia en el estado de Plateau, en un comunicado de prensa.
Los líderes de la iglesia dijeron que “más de 6.000 personas, en su mayoría niños, mujeres y ancianos, han sido mutilados y asesinados en redadas nocturnas por terroristas armados Fulani”.
El comunicado de prensa también abogó a la comunidad internacional, así como a las Naciones Unidas, para intervenir en los ataques de Fulani, por temor a que puedan extenderse a otros países también.
“Estamos particularmente preocupados por la inseguridad generalizada en el país, donde ataques indiscriminados y asesinatos de pastores, hechos por bandidos y terroristas fulani armados, han tenido lugar diariamente en nuestras comunidades, sin ser cuestionados a pesar de las grandes inversiones hechas en agencias de seguridad”, agregaron, diciendo: El presidente Muhammadu Buhari no ha llevado a los atacantes ante la justicia.
Hicieron referencia a varios ataques masivos este año, incluida la matanza de más de 200 personas, en su mayoría cristianos, a finales de junio en redadas llevadas a cabo contra los pastores-agricultores locales cerca de la ciudad de Jos.
Aunque algunos medios de comunicación internacionales han intentado caracterizar los asesinatos como un conflicto terrestre entre grupos comunitarios, los líderes de la iglesia, junto con los principales grupos objeto de persecución como Open Doors USA e International Christian Concern, han dicho que los cristianos son un blanco deliberado.

El litro de leche

Un joven de vida espiritual fue a una reunión de estudio de la Biblia en la residencia de un matrimonio amigo. Era la noche de un jueves. El matrimonio dividió el estudio en dos partes, oír a Dios y obedecer la palabra del Señor. El joven quería saber si "Dios aún habla con las personas".
Después del estudio, salió a tomar un café con los amigos que estaban en la reunión familiar. Discutieron un poco más sobre el mensaje de esa noche. Hablaban de cómo Dios había guiado sus vidas, todas de formas muy diferentes. Eran aproximadamente las 10 de la noche, cuando el joven se despidió de sus amigos y comenzó a dirigirse a su casa.
Sentado en su automóvil, comenzó a pedir: "¡Dios!, si aún hablas con las personas, habla conmigo. Te escucharé. Haré todo para obedecerte". Mientras conducía por la avenida principal de la ciudad, tuvo un pensamiento muy extraño, como si una voz hablase dentro de su cabeza: "Para y compra un litro de leche". Movió su cabeza y dijo en alto: "Dios, ¿eres Tú, Señor?" No obtuvo respuesta y continuó dirigiéndose a su casa.
Sin embargo, nuevamente surgió el pensamiento: "Compra un litro de leche". El joven pensó en Samuel y cómo en principio no reconoció la voz de Dios,... y al igual que Samuel, corrió hacia Él. "¡Muy bien, Dios! En caso de ser Tú, voy a comprar la leche",... no parece que sea una prueba de obediencia muy difícil. Al fin y al cabo, también podría usar la leche para mí mismo. Así que, paró, compró la leche y reinició su camino a casa.

Resultado de imagen de el litro de leche reflexionCuando pasaba por la séptima avenida, de nuevo sintió un pedido: "Gira en aquella calle". Es una locura, pensó, y pasó de largo. Nuevamente sintió que debería haber girado en la séptima avenida. Entonces, en la siguiente curva, giró, volvió y se dirigió por la séptima avenida. Medio bromeando, dijo en voz alta: "Muy bien, Dios. Lo haré". Siguió avanzando algunas calles cuando, de repente, sintió que debía parar. Se detuvo y miró a su alrededor. Era un barrio mixto, entre comercial y residencial.
No era el mejor barrio, pero tampoco era el peor de la vecindad. Los establecimientos estaban cerrados y la mayoría de las casas estaban a oscuras, como si las personas ya se hubiesen ido a dormir, excepto una al otro lado de la calle que estaba cerca. Nuevamente sintió algo, "Ve y dale la leche a las personas que están en aquella casa, del otro lado de la calle".

El joven miró la casa, comenzó a abrir la puerta del automóvil, pero se volvió a sentar. "Señor, esto es una locura. ¿Cómo puedo ir a una casa extraña, en medio de la noche?" Una vez más, sintió que debía ir a dar la leche. Finalmente, abrió la puerta...
"Muy bien, Dios, si eres el Señor, iré y entregaré la leche a aquellas personas. Si el Señor quiere que yo parezca un idiota, muy bien. Yo quiero ser obediente. En fin, pienso que esto no vale para nada, pero...; pero si ellos no responden inmediatamente, me iré ipso facto, en el mismo momento". Atravesó la calle y tocó la campanilla. Pudo oír un barullo viniendo desde dentro, parecido al llanto de una criatura. La voz de un hombre sonó alto: ¿Quién es?, ¿qué quiere? La puerta se abrió antes que el joven pudiese huir. De pie, estaba un hombre vestido con pantalón corto y camiseta. Despedía un olor extraño y no parecía feliz de ver a un desconocido de pie en su solana. -¿Qué pasa? 

¿Cómo recibo el perdón de Dios?

Imagen relacionadaHechos 13:38 declara, “Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados.”

¿Qué es el perdón y por qué lo necesitamos?
La palabra “perdonar” significa hacer borrón y cuenta nueva, condonar, cancelar una deuda. Cuando somos injustos con alguien, buscamos su perdón a fin de restituir la relación. El perdón no es otorgado porque la persona merezca ser perdonada. No, el perdón es un acto de amor, misericordia y gracia. El perdón es la decisión de no guardar rencor a otra persona, pese a lo que le haya hecho.

La Biblia nos dice que todos necesitamos el perdón de Dios. Todos hemos cometido pecado. Eclesiastés 7:20 declara, “Ciertamente no hay hombre tan justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.” 1 Juan 1:8 dice, “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros.” Todo pecado es a la larga un acto de rebelión en contra de Dios (Salmos 51:4). Como resultado, necesitamos desesperadamente Su perdón, pues si nuestros pecados no son perdonados, pasaremos la eternidad sufriendo las consecuencias de los mismos (Mateo 25:46Juan 3:36).
Perdón – ¿Cómo lo obtengo?
Afortunadamente, Dios es tierno y compasivo. ¡Está ansioso de perdonar nuestros pecados! 2 Pedro 3:9 nos dice que Dios es, “...paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” Dios desea perdonarnos, de manera que ha provisto para nuestro perdón.

El único castigo justo por nuestros pecados es la muerte. La primera parte de Romanos 6:23 declara, “Porque la paga del pecado es muerte...”. La muerte eterna es lo que hemos ganado por nuestros pecados. Pero Dios, en Su plan perfecto, se hizo hombre en la persona de Jesucristo (Juan 1:114). Jesús murió en la cruz, llevando la penalidad que merecíamos – la muerte. 2 Corintios 5:21 nos enseña, “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” ¡Jesús murió en la cruz, llevando el castigo que merecíamos! Siendo Dios, la muerte de Jesús proveyó el perdón por los pecados del mundo entero. 1 Juan 2:2 proclama, “Él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” Jesús resucitó, proclamando Su victoria sobre el pecado y la muerte (1 Corintios 15:1-28). Gloria a Dios, que a través de la muerte y resurrección de Jesucristo, la segunda parte de Romanos 6:23 se hace verdad, “...mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”

¿Quiere usted tener sus pecados perdonados? ¿Le suele aparecer un permanente sentido de culpa que no parece desaparecer? El perdón de sus pecados está disponible si usted pone su fe en Jesucristo como su Salvador. Efesios 1:7 dice, “En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia.” Jesús pagó la deuda por nosotros para que pudiéramos ser perdonados. Todo lo que usted tiene que hacer es pedirle a Dios que le perdone a través de Jesús. Si usted cree que Jesús murió para pagar por su perdón, entonces ¡Él lo perdonará! Juan 3:16-17 contienen este maravilloso mensaje, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.”

Perdón - ¿Es en realidad así de fácil?
¡Sí, es así de fácil! Usted no puede ganar por sí mismo el perdón de Dios. No puede pagar a Dios por su perdón. Usted solo puede recibirlo por fe, y por medio de la gracia y misericordia de Dios. Si desea aceptar a Jesucristo como su Salvador y recibir el perdón de Dios, aquí está una oración que usted puede hacer. Hacer esta oración o cualquier otra no va a salvarlo. Es solamente el confiar en Jesucristo lo que le puede librar del pecado. Esta oración es simplemente una manera de expresar a Dios su fe en Él, y agradecerle por proveerle su perdón. “Dios, sé que he pecado contra ti y merezco castigo. Pero Jesucristo tomó el castigo que yo merecía, de manera que a través de la fe en Él yo pueda ser perdonado. Me aparto de mi pecado y pongo mi confianza en ti para la salvación. ¡Gracias por tu maravillosa gracia y perdón! En el nombre de Jesús, ¡Amén!”