Después del estudio, salió a tomar un café
con los amigos que estaban en la reunión familiar. Discutieron un poco más
sobre el mensaje de esa noche. Hablaban de cómo Dios había guiado sus vidas,
todas de formas muy diferentes. Eran aproximadamente las 10 de la noche,
cuando el joven se despidió de sus amigos y comenzó a dirigirse
a su casa.
Sentado en su automóvil, comenzó a
pedir: "¡Dios!, si aún hablas con las personas, habla conmigo. Te
escucharé. Haré todo para obedecerte". Mientras conducía por
la avenida principal de la ciudad, tuvo un pensamiento muy
extraño, como si una voz hablase dentro de su cabeza: "Para
y compra un litro de leche". Movió su cabeza y dijo en
alto: "Dios, ¿eres Tú, Señor?" No obtuvo respuesta y
continuó dirigiéndose a su casa.
Sin embargo, nuevamente surgió el
pensamiento: "Compra un litro de leche". El joven pensó
en Samuel y cómo en principio no reconoció la voz de Dios,... y
al igual que Samuel, corrió hacia Él. "¡Muy bien, Dios! En caso de
ser Tú, voy a comprar la leche",... no parece que sea una prueba de
obediencia muy difícil. Al fin y al cabo, también podría usar la leche para mí
mismo. Así que, paró, compró la leche y reinició su camino a casa.

No era el mejor barrio, pero tampoco era el peor de la vecindad. Los establecimientos estaban cerrados y la
mayoría de las casas estaban a oscuras, como si las personas ya se
hubiesen ido a dormir, excepto una al otro lado de la calle que estaba
cerca. Nuevamente sintió algo, "Ve y dale la leche a las personas
que están en aquella casa, del otro lado de la calle".
El joven miró la casa, comenzó a
abrir la puerta del automóvil, pero se volvió a sentar. "Señor, esto
es una locura. ¿Cómo puedo ir a una casa extraña, en medio de la noche?" Una
vez más, sintió que debía ir a dar la leche. Finalmente, abrió la puerta...
"Muy
bien, Dios, si eres el Señor, iré y entregaré la leche a aquellas personas. Si
el Señor quiere que yo parezca un idiota, muy bien. Yo quiero ser obediente. En
fin, pienso que esto no vale para nada, pero...; pero si ellos no responden
inmediatamente, me iré ipso facto, en el mismo momento". Atravesó la calle
y tocó la campanilla. Pudo oír un barullo viniendo desde dentro, parecido al
llanto de una criatura. La voz de un hombre sonó alto: ¿Quién es?, ¿qué quiere?
La puerta se abrió antes que el joven pudiese huir. De pie, estaba un hombre
vestido con pantalón corto y camiseta. Despedía un olor extraño y no parecía
feliz de ver a un desconocido de pie en su solana. -¿Qué pasa?
El joven le entregó la botella de leche. "Compré esto para ustedes". El hombre tomó la
leche y corrió adentro hablando alto. Después, una mujer pasó por el
pasillo llevando la leche en dirección a la cocina. El hombre la
seguía, sosteniendo en brazos una criatura que lloraba.
Unas lágrimas corrían por el rostro del hombre y luego comenzó a hablar, medio
sollozando: "Nosotros oramos. Teníamos muchas cuentas que pagar este mes
y nuestro dinero se había acabado. No teníamos más leche para nuestro bebé.
Apenas comencé a orar, le pedí a Dios que me
mostrase una manera de conseguir leche".
Su esposa gritó, entonces, desde la cocina: "Pedí
a Dios que me mandara un ángel con un poco…, ¿usted es un ángel?" El joven cogió su cartera, sacó todo el dinero que había
en ella y lo colocó en las manos del hombre. Se
dio media vuelta y se fue a su vehículo, mientras las
lágrimas corrían por sus mejillas. Experimentó en vivo, que Dios
todavía responde las peticiones justas y verdaderas.
Esta
ilustración tiene una doble lección. Muchas veces somos como Tomás el
apóstol; no creemos en la voz de Dios hasta que la sentimos. Pero muchas veces Dios nos habla, y por no pensar que nuestros amigos nos pueden
llamar locos, no le hacemos caso. La otra lección es que siempre tenemos
que tener la voluntad de Dios de ayudar a nuestros hermanos
necesitados, y recordar las palabras de Dios, que dicen: LO QUE
HACÉIS A MIS HERMANOS PEQUEÑITOS A MÍ TAMBIÉN ME LO HACÉIS…
Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y especialmente a los de la familia de la fe. Gálatas 6;10
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