sábado, 4 de agosto de 2018

Peticiones sin respuesta

El otro día, en una reunión, escuchaba orar de la siguiente manera a una de las personas presentes: «Señor, te pedimos que quites de nuestra mente todo pensamiento que te deshonre, y que nos limpies de todo aquello que te ofende.» Cuando la persona terminó de orar, reflexioné acerca de las peticiones que a veces elevamos al Señor en nuestra oración.
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No es responsabilidad de Dios quitar los pensamientos que se levantan contra la obediencia a Cristo. El compromiso de Dios, por medio del Espíritu Santo, es revelar todo aquello que es pecado en nuestra vida (Juan 14.9). Una vez que lo ha revelado, sin embargo, es nuestra responsabilidad tomar cautivos estos pensamientos y sujetarlos a Cristo. Nuestro Padre celestial no los va a quitar de nuestra mente, porque Él nos ha llamado a nosotros para que lo hagamos. 
En muchas ocasiones confundimos la verdadera naturaleza de nuestra vida espiritual, y nos encontramos pidiendo cosas que tenemos que hacer nosotros, e intentando hacer nosotros cosas que deberíamos estar pidiendo al Padre. No es muy ortodoxo pedir que Él nos dé paz, por ejemplo, porque Él ha dicho que su Paz, que es posterior, será nuestra cuando, mediante oración y súplica, hacemos conocidas a Dios nuestras peticiones (Filipenses 4.6 y 7). De la misma manera, nuestros intentos por transformar nuestra vida no darán fruto porque es una obra que solamente puede realizar el Señor, cuando procuramos andar en el Espíritu (Romanos 8.6-9).
Nuestro desafío es entender las dinámicas de la vida espiritual de tal manera, que nuestros esfuerzos estén dirigidos hacia aquellas cosas que realmente hemos sido llamados a hacer, y que nuestras oraciones estén dirigidas hacia aquellas cosas que realmente hemos sido llamados a pedir. De esta manera podremos estar seguros de que lo que estamos haciendo recibirá la bendición de nuestro Padre celestial, y evitaremos hacer inversiones que no producirán ningún fruto.
Muchas personas oran por cosas que solamente pueden venir por medio del trabajo, y trabajan por cosas que solamente pueden venir por medio de la oración. Reflexione por un momento en su propia vida de oración; ¿en qué se centran sus peticiones ? ¿Qué cargas eleva frecuentemente al Señor? ¿Cuáles de ellas requieren un mayor esfuerzo de su parte? ¿Cuáles son las cosas que solamente el Señor puede hacer?

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