sábado, 4 de marzo de 2017

Una risita en la oscuridad

De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. Juan 3:16
Un artículo del periódico Washington Post titulado «Último proyecto de los titanes de la tecnología: Desafío a la muerte», hablaba de los esfuerzos de Peter Thiele y otros magnates tecnólogos por extender la vida indefinidamente. Estaban dispuestos a gastar millones en ese proyecto.
Pues resulta que llegaron un poco tarde. ¡La muerte ya fue vencida! Jesús declaró: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente» (Juan 11:25-26). Todos los que ponen su fe en Él nunca morirán.
Para ser claros, nuestros cuerpos morirán; y no hay nada que se pueda hacer para cambiar esta realidad. Pero el pensamiento, el razonamiento, el sentimiento y toda la parte inmaterial de nuestro ser, lo que llamamos el «yo», nunca morirá.
Y esto es lo mejor de todo: ¡es un regalo! Lo único que tienes que hacer es recibir la salvación que ofrece Jesús. C. S. Lewis, 1898-1963, apologista cristiano, reflexionando en esto, lo describe como una especie de «risita en la oscuridad». O sea, una sensación de que la respuesta es algo sumamente sencillo.
Algunos dicen: «Es demasiado sencillo». Respuesta: «Está bien. Pero si Dios te amaba antes de que nacieras y quiere que vivas con Él para siempre, ¿por qué iba a hacerlo difícil?».

Señor Jesús, perdona mis pecados. Te acepto como mi Salvador.
Cristo reemplazó la puerta oscura de la muerte con el portal radiante de la vida.

La fe del centurión

¿Cómo te sientes cuando sabes que Jesús sana a alguien, y esa persona que fue sanada por Dios, le empieza a dar la gloria a alguien o algo más?
Di la Palabra
A veces nos topamos con esta situación y nos produce una cierta... inquietud. Cuando la persona recibe el milagro que estaba buscando de parte de Dios, solemos pensar que ése será el momento en que conocerá a Dios de una forma personal. Que esa situación difícil por la que pasó o está pasando, le permitirá conocer el poder de Dios al recibir el milagro. Muchas veces tenemos la oportunidad de interceder en oración por alguien en necesidad, y cuando Dios responde con una sanidad o un milagro, le damos las gracias por permitirnos saber que Él obró. Así como Jesús permitió a sus discípulos ver tantos milagros, igualmente nos permite a nosotros sus discípulos verlos ahora. Aunque sabemos de sobra que andamos por fe y no por vista, es una delicia poder contemplar todo lo que Jesús va haciendo en nuestra vida y la de los demás.
Pero veamos lo que pasó cuando el centurión, un soldado romano que ni siquiera era creyente o discípulo de Jesús, le pidió al Señor que sanara a su criado, y por su fe, Jesús lo sanó.
Y cuando entró Jesús en Capernaúm se le acercó un centurión suplicándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, sufriendo mucho. Y Jesús le dijo: Yo iré y lo sanaré. Pero el centurión respondió y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; mas solamente di la palabra y mi criado quedará sano. ….. Entonces Jesús dijo al centurión: Vete; así como has creído, te sea hecho. Y el criado fue sanado en esa misma hora. Mateo 8:5-13
El centurión conocía el Poder de Jesús, sabía que no era necesario que Jesús estuviera físicamente presente con el hombre para sanarlo. El centurión sabía que una sola palabra que dijera Jesús, sería suficiente para que su criado sanara. El soldado romano sabía del PODER de la Palabra de JESÚS. Una sola Palabra de Jesús diciendo: “Hombre, sé sanó, levántate y anda”, aunque a larga distancia, sería suficiente para que el criado sanara. Esa era la fe del centurión; ni siquiera era un seguidor de Jesús, como tampoco era un religioso fariseo, era un soldado que estaba bajo la autoridad de Dios, y también tenía hombres bajo su autoridad. Comprendía lo que era estar en autoridad y bajo autoridad…  y reconocía la Autoridad de Jesús.

viernes, 3 de marzo de 2017

¿Es la salvación por fe solamente, o por fe más obras?

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Esta es tal vez la pregunta más importante de toda la Teología Cristiana. Esta pregunta, y su respuesta, es la razón de la Reforma – la escisión entre la iglesia Protestante y la iglesia Católica. Esta pregunta establece, también, una diferencia clave entre el Cristianismo Bíblico y la mayoría de las sectas que profesan ser “Cristianas”. ¿Es la salvación por fe solamente, o por fe más las obras? ¿Soy salvo solamente creyendo en Jesús, o tengo que creer en Jesús y hacer ciertas cosas?
El asunto de la fe sola o de la fe más obras, se ha hecho difícil a causa de algunos pasajes de la Biblia difíciles de conciliar. Compare Romanos 3:285:1 y Gálatas 3:24 con Santiago 2:24. Algunos ven una diferencia ostensible entre Pablo (la salvación es por fe solamente) y Santiago (la salvación es por fe más obras). Pero en realidad, Pablo y Santiago no discrepan del todo. El único punto de disconformidad que algunas personas demandan, es sobre la relación entre la fe y las obras. Pablo, dogmáticamente dice que la justificación es por fe solamente (Efesios 2:8-9), mientras Santiago parece estar diciendo que la justificación es por fe más obras. Este aparente problema es resuelto exactamente al examinar el concepto del que estaba hablando Santiago. Santiago refutaba la creencia de que una persona pudiera tener fe sin producir ninguna buena obra (Santiago 2:17.18). Santiago enfatiza el punto de que la fe genuina en Cristo produce una vida cambiada y buenas obras (Santiago 2:20-26). Santiago no está diciendo que la justificación sea por fe más obras, sino que más bien una persona verdaderamente justificada por fe va a tener buenas obras en su vida. Si una persona demanda ser un creyente pero no tiene buenas obras en su vida, entonces es probable que no tenga una fe genuina en Cristo (Santiago 2:14172026).

Pablo dice lo mismo en sus escritos. Los buenos frutos que los creyentes deberían tener en su vida, están listados en Gálatas 5:22-23. Inmediatamente después de decirnos que somos salvos por fe y no por obras (Efesios 2:8-9), Pablo nos informa que fuimos creados para hacer buenas obras (Efesios 2:10). Tanto Pablo como Santiago esperan nada menos que una vida cambiada, “¡De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas!” (2ª Corintios 5:17) Santiago y Pablo no discrepan en su enseñanza sobre la salvación. Ellos se acercan al mismo asunto desde diferentes perspectivas. Pablo simplemente enfatizó que la justificación es solamente por fe, mientras Santiago pone énfasis en el hecho de que la fe en Cristo produce buenas obras.


El Jugador de Fútbol

Un muchacho vivía solo con su padre, y ambos tenían una relación extraordinaria y muy especial.
El joven, que pertenecía al equipo de fútbol americano de su colegio, habitualmente no tenía la oportunidad de jugar; bueno, casi nunca, sin embargo su padre siempre estaba en las gradas haciéndole compañía.
El joven era el más bajo de la clase cuando comenzó la secundaria, e insistía en participar en el equipo de fútbol del colegio. Su padre siempre le daba orientación y le explicaba claramente que “él no tenía por qué jugar al fútbol si en realidad no lo deseaba”. Pero el joven amaba el fútbol, no faltaba ni a un entrenamiento ni a un juego, estaba decidido a dar lo mejor de sí, se sentía felizmente comprometido.
Durante su vida en la secundaria, lo recordaron como el calentador de banquillos porque siempre permanecía sentado… Su padre con su espíritu de luchador, siempre lo alentaba desde las gradas, dándole compañía, palabras de ánimo y el mejor apoyo que ningún hijo podía esperar. Cuando comenzó la universidad intentó entrar al equipo de fútbol; todos estaban seguros de que no lo lograría, pero a todos venció entrando al equipo.
El entrenador dio la noticia, admitiendo que lo había aceptado por cómo demostraba entregar su corazón y su alma en cada uno de los entrenos, al mismo tiempo que les daba a los demás el ejemplo perfecto. La noticia impactó y llenó por completo su corazón, corrió al teléfono más cercano y llamó a su padre, quien compartió con él su emoción. Le enviaba en todas las temporadas, entradas para que asistiera a todos los juegos de la universidad.

Decisiones que debes tomar

No es nada fácil tomar decisiones, de acuerdo, pero la vida es una continua elección y a cada uno nos toca decidir qué hacer con las personas, situaciones y cosas que se nos presentan. Porque es muy normal que no queramos fallar ni equivocarnos.
Habrá veces en las que en el proceso lo haremos mejor de lo que esperábamos, pero también habrá difíciles momentos en donde quizás no habremos tomado la mejor opción o decisión, pero aprenderemos de esa experiencia.

Lo que no puedes permitir es que otros decidan por ti aunque tengan las mejores intenciones. Hay asuntos que solo te conciernen y afectan directamente a ti, y aunque es bueno que busques consejos y que escuches lo que te dicen, no es menos cierto que debes actuar de acuerdo a lo que sientes como correcto y que va alineado con los pensamientos de Dios para tu vida.
Hay decisiones que tomarlas nos cuestan lágrimas y hasta nos roban el sueño; pero como dice un refrán: “camino malo se anda ligero”. Las cosas hay que enfrentarlas y debemos tener confianza en nosotros mismos, porque al fin y al cabo, a la primera persona a quien le afectará la decisión que se tome es a ti, y luego a las personas involucradas, no a las ajenas. Es tu corazón, son tus sentimientos y emociones. Solo tú puedes saber hasta dónde eres capaz de llegar o no llegar.

jueves, 2 de marzo de 2017

Un mensaje desde el fondo de mi corazón

¡Sí, yo sé lo que es sentir un dolor muy profundo! Sé lo que es sentir la enfermedad instalarse en tu cuerpo, luchar y pensar que no lo resistirás. No piensen que porque edito, predico la palabra de Dios y trato de hacer su voluntad, mi vida es un jardín de rosas sin espinas. Así como ustedes, también me toca enfrentar mis luchas y conquistar mis batallas. Pero hoy he recordado algo que tengo que recordarte a ti también. Porque eso que estás pasando y que parece una herida de muerte, mañana será solo una cicatriz y más aún, se convertirá en el trofeo que te recuerde que superaste la prueba que se te presentó porque Dios estuvo muy cerquita de ti. Este trofeo te recordará lo que es ver la gloria de Dios descender sobre tu vida.

No puedo evitar pensar en todos esos hombres y mujeres que la Biblia menciona. Ellos atravesaron el dolor, sintieron muchas veces deseos de morir y de borrarse del mapa; pero a la vez, sentían el fuego y la pasión arder en sus corazones. El amor profundo que sentían hacia Dios los motivaba a caminar la milla extra, porque sabían, al igual que Pablo, que ellos no habían sido diseñados por Dios para retroceder.
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Cumplir con el propósito y la misión que Dios tenía para sus vidas era más importante que sus propios deseos personales. Era para ellos, más importante cumplir el sueño de Dios que dejarse llevar por la corriente. Aunque el enemigo los atacaba una y otra vez, aunque muchas veces eran señalados y les daban la espalda hasta las personas que ellos menos pensaban, tenían claro que si Dios los respaldaba e iba al frente de ellos, harían proezas en su nombre. Mientras más pruebas y tribulaciones enfrentaban, más gloria de Dios descendía sobre sus vidas y sobre las personas que les rodeaban. Hasta sus enemigos tenían que bajar sus cabezas, al ver que el respaldo de Dios nunca los dejaba en vergüenza. El combate era a muerte, y ellos estaban dispuestos a dejarlo todo a cambio de que el nombre de Dios fuera conocido y exaltado.

Quizá sería muy fácil para mí, decirles que este caminar es de color de rosa. Mas no puedo dejar de hablar con sinceridad, este caminar es hermoso, sí, pero hay batallas que enfrentar. El enemigo sabe que le queda poco tiempo y está atacándonos con todo lo que puede. Humanamente sería muy fácil rendirnos, tirarnos al suelo y exclamar que hasta aquí llegamos. Pero me niego a permitir que Satanás gane el combate. No vale la pena rendirse después que hemos recorrido tanto camino.

Aquello que creí

... por lo cual asimismo padezco esto. Pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído y estoy seguro de que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. 2 Timoteo 1:12
Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: «Creí, por lo cual hablé», nosotros también creemos, por lo cual también hablamos. 2 Corintios 4:13
«No puedo imaginar que el universo sea la única cosa que haya existido siempre, sin causa, sin Creador. Creo que hay un Dios que, desde la eternidad, pensó en crearme y en salvarme. Creo que el bien y el mal no son nociones inventadas por los hombres para ponernos bajo el yugo de un Dios imaginario, sino realidades que cuentan para un Dios muy vivo. Creo que un día todo hombre tendrá que comparecer ante ese Dios. Creo todo esto porque la Biblia lo dice, y creo a la Biblia porque su lectura me convenció de que su autor es digno de fe.
Al leerla descubrí que Dios sabe todo sobre mí, que no se queda con la imagen que doy, sino que penetra en todos mis secretos, conoce mis aspiraciones por escondidas que estén, al igual que mi incapacidad para llevarlas a cabo. Comprendí que me creó como un ser responsable para hacer el bien y alejarme del mal, y que fracasé totalmente. Me convencí de que soy un pecador que solo merece el juicio.
Pero felizmente encontré mucho más: a pesar de todo, Dios se interesa por mí. Cuento a sus ojos al extremo que me dio un Salvador, su propio Hijo, quien sufrió en mi lugar el castigo que yo merecía. Jesús me amó tanto que aceptó morir para darme la vida eterna. Solo tuve que dar las gracias por ese maravilloso regalo, y entonces sentí en mi corazón una paz indescriptible. Esto es lo que creo y me gustaría que usted lo compartiese conmigo.
Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (Hebreos 11:3).

Todo viene de Él

Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad». Filipenses 2:13
La noche avanza, y avanzan también sus pesadillas. Braulio no duerme así. Fantasmas imaginarios invaden su noche solitaria y la transforman en preámbulo de muerte. Siempre es así desde los quince años, cuando empezó a tomar cocaína. Pasaron ya siete largos años; tiempo de dolor, de promesas incumplidas, de lágrimas y de abandono.
Braulio sufre aún más al percibir el sufrimiento de sus padres; los ama aunque ellos no lo crean. Daría la vida por verlos felices y orgullosos de su hijo primogénito pero no tiene fuerza de voluntad. El vicio se ha apoderado completamente de él.
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Pero esta noche es diferente. El hombre que diserta en la televisión habla de esperanza, de restauración, de una nueva vida. Cuenta historias de vidas destruidas por los vicios y de la manera maravillosa como Dios las restauró. Y Braulio quiere creer, pero no puede. Ya creyó en tanta cosa.... y nada dio resultado. Tiene miedo de seguir frustrándose y engañando a sus padres, y por eso decide cambiar de canal. Entonces sucede algo imprevisto: las cámaras se centran únicamente en el rostro de la persona que habla en la televisión y, sin querer, el joven drogadicto se encuentra cara a cara conmigo, y oye mi voz:
"No eres tú: es Dios quien lo hará. Tus promesas son promesas de arena, tú no tienes fuerza de voluntad. Lo que estás sintiendo en este momento es el trabajo del Espíritu Santo en tu corazón. Deja que Dios termine lo que está comenzando a hacer".
Y Braulio cree. Acepta el milagro divino y continua viendo el programa. Cuando Dios acaba de hacer el llamado, el muchacho se arrodilla delante del televisor y llora. "Dios, dice, yo no tengo fuerzas, no soy nadie, no puedo ni tengo fuerza de voluntad. Pero si el querer y el hacer son tuyos, opera el milagro en mi vida y líbrame de este vicio".

Acceso total

En quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él. Efesios 3:12
Hace unos años, un amigo me invitó a acompañarlo a ver un torneo profesional de golf. Como era la primera vez que yo iba, no tenía idea de qué podía esperar. Cuando llegamos, me sorprendió que me dieran obsequios, información y mapas del campo de juego. Pero lo que superó todo fue que entramos en la tienda VIP, detrás del hoyo 18, donde había comida gratuita y lugar para sentarse. Sin duda, no podría haber disfrutado de toda esa hospitalidad por mi cuenta. La clave fue mi amigo; solo por él, tuve acceso total.
Extrapolando este caso, si fuera por nosotros estaríamos irremediablemente separados de Dios. Pero Jesús, quien cargó con nuestro castigo, nos ofrece vida y acceso a Dios. El apóstol Pablo escribió: «para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia» (Efesios 3:10). Esta sabiduría unió a judíos y gentiles en Cristo, quien nos abrió el camino para llegar al Padre: «en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él» .
Cuando ponemos nuestra fe en Cristo, recibimos el mayor acceso de todos: al Dios que nos ama y desea relacionarse con nosotros.

Padre, gracias porque puedo llamarte así y entrar en tu presencia al haber puesto mi fe en tu Hijo Jesús, quien abrió el camino al morir en la cruz por mí. ¡Qué regalo tan maravilloso!
Gracias a la cruz de Cristo, podemos hacernos amigos de Dios.