La Biblia enseña que desde el momento en que creemos verdaderamente en Cristo, podemos tener la seguridad de la vida eterna (Juan 3:16). Según la Biblia y sin género de dudas, los cristianos pueden y/o deben saber que tienen la vida eterna (1 Juan 5:13). Nada puede separar a un cristiano del amor de Dios (Romanos 8:38-39). "Ninguna cosa creada" puede separar a un cristiano del amor de Dios, e incluso un cristiano que comete suicidio, lo comete contra una "cosa creada"; por lo tanto, ni siquiera el suicidio puede separar a un cristiano del amor de Dios. Jesús murió por todos nuestros pecados, y si un verdadero cristiano, en un momento de ataque espiritual, o de trastorno mental (enajenación mental transitoria) y, en fin, de debilidad se suicida, su pecado aún está cubierto por la sangre de Cristo.
Según la Biblia, el suicidio no es lo que determina si una persona obtiene la entrada al cielo. Si una persona que no es salva comete suicidio, lo único que ha hecho es "acelerar" su viaje al infierno. Sin embargo, esa persona que cometió suicidio estará finalmente en el infierno por rechazar la salvación a través de Cristo y no porque se suicidó (ver Juan 3:18). De cualquier forma, también debemos señalar que nadie sabe realmente qué es lo que está ocurriendo en el corazón de una persona en el momento en que muere. Algunas personas tienen "conversiones en su lecho de muerte" y aceptan a Cristo en los momentos antes de morir. También es posible que el que se suicida pueda tener un cambio de corazón a última hora (justo antes de morir) y clame a Dios por misericordia. Dejamos, pues, tales juicios a Dios (1 Samuel 16:7).
El suicidio de un creyente es evidencia de que lucha contra la desesperación, y que nuestro enemigo, Satanás, "ha sido homicida desde el principio" (Juan 8:44). Eso sí, el suicidio sigue siendo un pecado grave contra Dios. De acuerdo a la Biblia, el suicidio es un homicidio y siempre está mal. Los cristianos están llamados a vivir sus vidas para Dios, y la decisión de cuándo vamos a morir le pertenece única y exclusivamente a Dios.
Que Dios nos conceda la gracia y la perspectiva del salmista a cada uno de los que están enfrentando pruebas hoy: "¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío" (Salmo 43:5).
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