La apariencia y la realidad son dos cosas distintas que vemos en diferentes momentos; las aparentes no siempre son lo que parecen, pues dependiendo del modo o situación en que nos encontramos es como las interpretamos. Por ejemplo, es difícil ver positivamente algo que parece ser todo menos algo bueno, y es también complicado ver la realidad de las cosas cuando todo es empañado por una apariencia o por todo lo que influye en nuestro estado de ánimo ante la situación.
En la vida nos enfrentamos a muchas situaciones. Cuando todo va bien y nos sentimos tranquilos vemos la realidad de las cosas de una manera sencilla, nos es más fácil tomar decisiones, confiar y tener fe, porque influye mucho nuestro estado de ánimo, condición y disposición; pero sucede todo lo contrario cuando nuestro panorama es desalentador, cuando sentimos confusión o no sabemos cuál es la mejor decisión que podemos tomar, y es ahí cuando lo que vemos no es la realidad, sino solo el reflejo de nuestros temores o inseguridades.
Puede ser que hoy tu panorama sea completamente negativo, que aparentemente todo se vea incierto, inseguro y encaminado al fracaso, pero la realidad es que todo tiene una solución y un final muy distinto a lo que la apariencia te ha mostrado. No todo es lo que parece, no todo lo que hoy ves perdido lo está, pues en tu camino te encontrarás con muchas cosas que te harán creer que el final ya está dicho, pero Dios tiene una realidad muy distinta para ti.
A veces es difícil confiar cuando la vista nos muestra solo los límites que marcan nuestros problemas, cuando lo único que podemos ver es que ni siquiera existe el camino con la dirección correcta, pero cuando confiamos con nuestro corazón, tenemos un panorama muy distinto, porque es donde y cuando los ojos de la fe son abiertos y podemos distinguir la senda que nos lleva a la realidad de las cosas. Ésta es la realidad que Dios quiere mostrarte, donde nada está perdido y todo tiene solución.
Puede que, basado en lo que aparenta la situación presente, hayas pensado que ya no hay nada más que hacer, o que todavía estás lejos de encontrar la solución a eso que necesitas resolver, pero la realidad de las cosas solamente Dios la sabe, basta con que pongas todo en sus manos y confíes para que sea Él quien cambie por completo lo que hoy vives.
Dios abre sendas donde no las hay, caminos donde parece imposible pasar, es Él quien hace y deshace, el que da y quita. No importa lo que aparentan las situaciones porque las apariencias engañan, la realidad solo depende de Dios, la última palabra es suya y el destino y desenlace de toda tu situación lo tiene bajo control.
Sea cual sea el panorama de las apariencias, ¡CONFÍA! Tu realidad está en sus manos.
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