Aunque Dios sanó a este hombre, todavía necesitaba tiempo de descanso.
El mismo principio es evidente en el relato en que Jesús resucita a una niña. En el capítulo ocho de Lucas, vemos que un líder religioso judío llamado Jairo se acercó a Jesús y le pidió que viniera a su casa y sanara a su hija de doce años que se estaba muriendo. Cuando llegó a casa de Jairo la niña ya había muerto; pero Jesús la resucitó. Tan pronto como se levantó de su cama, lo primero que Jesús dijo a sus padres fue que le dieran algo de comer (Lucas 8:55).
De estos dos relatos podemos extraer que existe un lado espiritual de la vida y también un lado natural, y ambos deben estar en equilibrio. Jesús se hizo cargo del lado espiritual de la vida de esta niña, pero luego les indicó a sus padres ocuparse del lado natural.
Dios espera que usemos el sentido común junto a nuestra espiritualidad. Vivamos una vida equilibrada, obedeciendo tanto los principios espirituales como las leyes naturales. Aunque Epafrodito trabajaba para el Señor, enfermó por no cuidar de sí mismo. No podemos quebrantar las leyes de Dios para la salud y no esperar consecuencias adversas. Recuerde conservar el equilibrio, porque eso le ayudará a mantener al diablo fuera de su vida.
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