lunes, 27 de marzo de 2017

Preciados Tesoros

Nuestra vida puede verse ahogada por las trivialidades; cuando sobre todo nos ocupamos de ver y resentirnos por lo pequeño que acontece, hacemos de nuestra vida y de la de los demás un enredo emocional.
Resultado de imagen de Preciados TesorosHay relaciones familiares que se rompen por trivialidades, matrimonios separados por detalles poco importantes y negocios hundidos por ocuparse de cosas que no son transcendentales.
Por eso es preciso que triunfes sobre toda trivialidad que esté afectando tu vida; hazlo desde tu perspectiva y no desde la de los demás, porque esperar a que los demás cambien o actúen de una determinada manera no solucionará nada.


¿Qué pasaría si consideráramos a nuestros familiares y a cada amistad como si fueran preciados tesoros en nuestra vida?
Es obvio que, cuando consideramos que lo que tenemos es “un tesoro” lo cuidamos, lo colocamos en lugares seguros, nos ocupamos de que dicho tesoro permanezca en buen estado y que se preserve.
Igualmente debemos hacer con los demás; esto es, tener con en ellos ese cuidado como el del más preciado tesoro, dejando de lado lo que no sirve ni edifica.


Comencemos desde hoy a cuidar nuestras relaciones, y hagámoslo en todo lugar, empezando por nuestra casa, con los familiares más cercanos, cónyuges, hijos, padres, hermanos, tíos, primos, etc., y con todos los demás a nuestro alrededor.
De esta manera les mostramos con hechos el amor de Dios que habita en nuestros corazones.
No permitas que pequeñas e insignificantes diferencias destruyan el tesoro que tienes en tu vida.


“Señor, gracias por mostrarme que debo renunciar a esas pequeñas cosas que dañan las relaciones que tengo con los demás. Te pido que me ayudes a no fijarme en lo que no funciona, sino en aquello que sí. A ser detallista y a cuidar cada relación como un gran tesoro que me has dado, lo creo y declaro en el nombre de Jesús, Amén”.

“En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes”. 1 Pedro 3:8 (NVI)


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