martes, 20 de septiembre de 2016

Mi Recompensa

“Vive feliz junto a la mujer que amas, todos los insignificantes días de vida que Dios te haya dado bajo el sol. La esposa que Dios te da es la recompensa por todo tu esfuerzo terrenal.”
Eclesiastés 9:9-10 (Nueva Traducción Viviente)
Resultado de imagen de Mi Recompensa es mi mujerCuando llegué a los pies de Cristo, Él se convirtió en mi única esperanza llenándome de sueños y nuevas metas. Y uno de esos sueños que depositó en mí fue el de estar con mi amada. Aquella, de la que mi fe decía, que había sido hecha de manera especial para mí. Aquella cuya espera se volvería insignificante al verla con mis propios ojos. Aquella que había sido predestinada para compartir su vida conmigo.
Y un día la conocí. Como dos extraños intercambiamos diálogos en el día de mi bautismo. Pero aún mi corazón no estaba listo para recibirla, así que pasaron algunos años antes de volverla a ver. Entre tanto, me dediqué a servirle al Señor y a desprenderme de impurezas. Y entonces ella llegó para quedarse. En mi cumpleaños, Arlene apareció como el mejor regalo. El rostro más bello, dulce boca, ojos que reflejaban realeza y llena de gracia como ninguna. Y cuando la comencé a conocer todo tomó sentido. Comprendí a Adán cuando dijo: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne. Génesis 2:23.
Dios había hecho a alguien para mí de manera especial, personal y única. A los pocos meses nos hicimos novios y emprendimos juntos una gran aventura, regocijándonos en el favor de nuestro Señor.

En ella encontré una aliada para mis locos sueños, un corazón que incondicionalmente cree en mí y me ama, una musa que me inspira, una consejera que me ayuda a encontrar mi verdadero rumbo, una voz que me inspira cuando escasean las fuerzas, una razón para ser mejor cada día, la razón más importante para volver a casa después de mis viajes, y una boca que solo habla verdad y bendición.
Después de tanto esperarla, ella llegó y fue mucho más de lo que nunca imaginé. Dios me dio lo mejor. Y hace unos días ella me ha hecho el hombre más feliz del mundo, pues ha aceptado casarse conmigo. Juntos, ella y yo, hemos decidido deleitarnos en la vida que de antemano Dios preparó para nosotros.

Hoy, ciertamente, Dios me ha dado en Arlene mi Recompensa.

Querido hermano/a, no dudes respecto a que Dios ha hecho a alguien para ti de manera personal y única. Solamente debes creerlo, permitirle al Espíritu Santo que te prepare para ella/él, y confiar y esperar el tiempo de Dios. Recordando que Dios jamás llega tarde y que su palabra es verdad. Y a su debido tiempo Él te dará tu recompensa.

“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”.

Jeremías 29:11

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