miércoles, 13 de julio de 2016

¿Qué dice la Biblia acerca del racismo, el prejuicio y la discriminación?

El primer concepto a asumir en este asunto es que solo debemos considerar una raza, la raza humana. Los caucásicos, africanos, asiáticos, indios, árabes, judíos etc., no debemos considerarlos como razas diferentes, más bien son diferencias étnicas de la raza humana. Todos los seres humanos tienen las mismas características físicas, con variaciones menores por supuesto, pero lo más importante es que todos los seres humanos fueron creados a la imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26-27). Dios ama al mundo entero (Juan 3:16). Jesús dio su vida por todos en el mundo entero (1 Juan 2:2), que incluye obviamente todas las etnias de la humanidad.

Dios no muestra un favoritismo parcial (Deuteronomio 10:17; Hechos 10:34; Romanos 2:11; Efesios 6:9), como tampoco debemos hacerlo nosotros. Santiago 2:4 dice que cualquiera que muestra discriminación es como un “juez con malos pensamientos.” En cambio, debemos “amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos” (Santiago 2:8). En el Antiguo Testamento, Dios consideró a la humanidad dividida en dos grupos “raciales”; los judíos y los gentiles. La intención de Dios fue que los judíos fueran un reino de sacerdotes, ministrando a las naciones gentiles. Pero en vez de eso, la mayoría de las veces, los judíos se volvieron orgullosos de su posición y despreciaban a los gentiles. Jesucristo puso fin a esto destruyendo el muro divisorio de hostilidad (Efesios 2:14). Todas las formas de racismo, prejuicio y discriminación son afrentas a la obra de Cristo en la cruz.

Jesús ordena que nos amemos unos a otros como Él nos ha amado (Juan 13:34). Si Dios es imparcial, y nos ama imparcialmente, implica que necesitamos amar a los demás de la misma manera. Jesús nos enseña al final de Mateo 25 que todo lo que hagamos por los más pequeños lo hacemos por Él. Si tratamos a las personas con desprecio, estamos maltratando a una persona creada a la imagen de Dios; estamos lastimando a alguien a quien Dios ama y por quien Jesús murió.


El racismo, en sus variadas formas y diversos grados, ha sido una plaga en la humanidad durante miles de años. ¡E
sto no debe ser así! Quienes han sido víctimas de racismo, prejuicio y discriminación, necesitan perdonar. Efesios 4:32 “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” No, los racistas no merecen su perdón, ¡no más de lo que nosotros merecemos el perdón de Dios! “... presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.” (Romanos 6:13). Hagamos que Gálatas 3:28 sea una completa realidad, “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.”


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