miércoles, 13 de julio de 2016

Ser Agradecidos en Todo

La Biblia nos dice que el alma debe bendecir a Dios; lo encontramos en el Salmo 103:1-5 donde dice: “Bendice alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su Santo nombre. Bendice, alma mía a Jehová y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus inequidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila”.
Estos versículos nos dicen que el alma debe bendecir a Dios, por eso debe estar bien ministrada y no puede haber rencores, resentimientos y recelos en ella, no puede tener avaricia y cosas de este tipo, porque debe bendecir a Dios.
El salmista se está diciendo a sí mismo; aprende también a hablarte cuando te mires al espejo, di a tu alma: “Bendice alma mía al Señor, no olvides ninguno de sus beneficios.” (Salmo 103: 1-2)
Cuando yo estaba leyendo este salmo, vino a mi mente el instante en el que tuve la oportunidad de entrar a la galería de la reina en el palacio de Buckingham, en Inglaterra, y ver algunas de las joyas que tiene. Es impresionante. Me acerqué al tercer o cuarto diamante más grande del mundo, y fue tal el destello que arrojó que se me cerraron los ojos. En ese momento vino a mi mente que la Biblia dice que el Señor te corona de favores y misericordias (Salmo 103:4). Me imaginé cómo la gente venía donde la reina y le ponían las diferentes coronas para las diferentes actividades en las que destacó. Y me imaginé al Señor, delante de todos poniendo coronas sobre cada uno; corona adornada con el favor, la gracia y la misericordia del Señor. No hay ni una piedra preciosa que se pueda comparar al favor y la misericordia de Dios.
Favores y misericordia son los materiales de la corona de Dios y tú debes lucir esa corona. Cuando esos reyes y reinas salen, lucen la corona. Cuando tú sales a la calle deberías hacerlo sabiendo que luces la corona del favor de Dios; debes creer en ese favor y en la gracia que Dios te ha dado. Cuando entras en una oficina a hacer negocios, tienes que entender que llevas la corona de gracia y del favor de Dios, y que el favor de Dios te acompaña donde quiera que vayas, porque es la corona que Él te puso. Tú decides si te la pones para salir a la calle o la dejas guardada.
Hay algunas personas que nunca están conformes ni contentas con lo que Dios les ha dado. Y no se trata de no desear más, se trata de no estar agradecido con lo que se tiene. Si tú tienes 10, lloras porque no tienes 11, pero agradeces muy poco que ya tienes 10; si tú tienes 20 estás enojado porque no tienes 21; Y cuando ya tienes 21 te enojas porque no tienes 23, en lugar de estar agradecido por todo lo que Dios te ha dado o te está dando.
Si vas a comenzar una nueva etapa, ¿por qué no comenzar por recordar las cosas que antes ocurrieron, de donde Dios nos levantó y de dónde nos sacó? Cuando lo recuerdas y ves tu vida, tu alma empieza a alabar al Señor y a bendecirlo continuamente.
No deberías llorar cuando vengan las pruebas, ni protestar cuando te pasa algo malo. No preguntes ante lo malo: “Señor, pero, ¿por qué a mí?” Cuando pasa lo bueno en tu vida es cuando deberías decir: “Señor, ¿por qué a mí?” La verdad es que como pecadores merecemos solo lo malo, por lo tanto, lo bueno es muestra de Su misericordia.
Es fuerte, muy fuerte la expresión, pero solo un ingrato puede pasar por alto el momento de la alabanza y la adoración; tiene un orgullo espantoso por dentro y no tiene gratitud para con Dios. Porque alguien que sabe que está coronado de favores y misericordia, valora el perdón de sus pecados, alza sus manos para adorar a Dios y a diario le sale una palabra de agradecimiento.
Seguramente has oído el dicho que dice: “Le debo un favor a una persona” Eso está mal, porque entonces dejó de ser favor. Cuando Dios nos da su favor, no le debes nada a Dios, porque ¿con qué le pago haberme rescatado? ¿Con qué pago algo que vale la sangre del hijo de Dios? Con nada, eso es un favor. Y por eso debemos estar agradecidos
Si tú supieras lo que dar gracias puede hacer en el corazón de Dios,... porque el Señor te da y te bendice, Él no está esperando que le devuelvas algo, solo observa tu corazón y espera que digas gracias.
Tú tienes muchas cosas por las cuales dar gracias a Dios todos los días. Las misericordias de Dios son nuevas cada mañana, y ése es un motivo para ser agradecido constantemente.
La Palabra del Señor, en el Salmo 100: 4-5 dice: “Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza; alabadle, bendecid su nombre. Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, y su verdad por todas las generaciones”.
Muchas personas creen que es alabando como la presencia de Dios viene; algunos dicen que la acción de gracias abre las puertas, pero no, las puertas ya están abiertas, y por eso damos gracias. Nosotros alabamos porque sentimos que tenemos la presencia de Dios, no para provocar que venga. Quien abrió las puertas es Jesucristo en la cruz del calvario, y cuando murió, se rasgó el velo, quedó abierta la puerta, y permanece abierta todo el tiempo. Alabamos y adoramos a Dios, y lo que nos abrió la puerta no son los cantos, las piedras, es la sangre del Hijo de Dios que fue derramada y fue rociada en su lugar santísimo, y por su sangre todos tenemos entrada.
Lo que se llega a alcanzar por gracia, nunca va a ser lo que uno pueda alcanzar por todas las obras que realice; y la prosperidad que tú alcances algún día por la gracia de Dios, nunca va a ser como la prosperidad que alcances por tus fuerzas carnales. La gracia de Dios funcionando es la que abre las puertas que no abre ni la profesión ni ninguna otra cosa.
Hay dos ingredientes que mantienen funcionando el favor de Dios en la vida de alguien: Lo primero es la fe, porque si tienes fe la gracia funciona. Y la segunda cosa que hace que la gracia funcione es el agradecimiento.
¿Cómo va a crecer la gracia donde no hay agradecimiento? Dios nos da la gracia porque le creímos, y si queremos que la gracia crezca, agradezcamos. Cuando somos seres agradecidos, la gracia empieza a abundar en nuestras vidas, va aumentando y creciendo cada día más, y llega el momento en el que ya ni se pide, solo se dice “gracias, gracias, gracias”. Tú tienes que dar gracias todos los días, porque “nuevas son sus misericordias cada mañana”. Lamentaciones 3:23.
El Señor solo está esperando que tengas un corazón agradecido para hacer funcionar esa gracia que por fe ya obtuviste. Si Dios te corona de favores, que tu corazón y tu boca no se cansen de dar las gracias, porque si es un favor lo que corresponde no es pagarlo, es agradecerlo.
Dios no está esperando que le devuelvas algo, solo está observando tu corazón y esperando que digas gracias. Por eso mi alma bendice y alaba al Señor, y mis pies se dan prisa en correr y estar a tiempo para darle gracias y bendecir su nombre. Por eso no necesito que el dirigente de la alabanza diga “levanten sus manos”, porque mi gratitud es tan grande que se impulsan para agradecerle. El agradecimiento es lo que alimenta la gracia de Dios y permite que crezca esa gracia en la vida de alguien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario