viernes, 22 de julio de 2016

La mansión sin agua

Un arquitecto obsesivo-compulsivo al que le fascinaba su trabajo, construyó la mansión de sus sueños, 2 plantas, luces por todos lados, piscina...
Solo había un problema, no tenía agua. Difícilmente se podría conectar el agua ya que no había forma de hacerla llegar hasta esa hermosa mansión; sin embargo, como nadie sabía ese detalle era admirada por todas las personas que pasaban frente a ella, incluso algunas se detenían y la fotografiaban.
El arquitecto tomó la decisión de venderla o cambiarla por una choza con un buen terreno.
Pasaba el tiempo, y cuando cada cliente llegaba a querer comprarla no podían llegar a un arreglo, ya que el arquitecto era muy honesto y les decía que no había ninguna posibilidad de que tuviera agua a pesar de haber una piscina construida, baños, servicios con lujo... en fin, nada de lo que es la conducción por tubería podía usarse.
Hasta un canal de televisión llegó a entrevistar a ese arquitecto, tan loco que había construido una casa sin posibilidad alguna de tener agua. Todo el mundo estaba viendo el canal más visto a nivel nacional, y se había anunciado sobre un arquitecto que había gastado una fortuna en construir una casa para nada.
Cuando llegó el momento de la entrevista, el periodista, después de presentarlo y quererlo ridiculizar, le preguntó: 
-Sabemos que usted es un arquitecto de renombre, y le preguntaré ¿por qué hizo una casa de lujo, que no puede ni podrá vender ya que no había agua ni posibilidades de llevar agua hasta ella?
El arquitecto, que llevaba ropa deportiva, se incorporó y contestó:
He esperado mucho tiempo este momento para poder testificar a todos lo siguiente: en la vida vemos que todo lo que nos asombra, como la construcción de una gran mansión, solo se puede ver y apreciar desde afuera, pero olvidamos que las cosas que no se ven, o que aparentemente carecen de importancia, son las que realmente importan.
El agua en una edificación o en todo lugar, tiene un gran valor aunque no se vea y le confiere una plusvalía a cualquier construcción.
Así también somos las personas. Podemos haber nacido y vivir en la mayor cuna de oro, pero si no tenemos la verdadera agua como lo es Jesucristo, tampoco tendremos ningún valor para el momento de ser adquirido por Dios, ya que la marca que Dios buscará es si la persona tiene el agua viva en su corazón. Si la posee tiene valor ante Él, pero si no la tiene no tiene ningún valor.
Así que es necesario que las personas puedan venir al dador del agua de la vida, para que realmente tengan valor en esta vida y en la venidera.
El reportero se quedó pasmado ante la respuesta, y le hizo una pregunta más: ¿o sea, que usted edificó esa mansión solo porque le sobraba el dinero y demostrar esa pequeña verdad?
El arquitecto dijo: no hay dinero en este mundo que valga más que el alma de una persona. Yo decidí invertir en esa mansión para que muchos al verla, sepan que es solo una construcción, y que no puede servir para nada más que para mostrar a la gente su ignorancia cuando dejan a Dios fuera de sus vidas.
El ser humano es una de las creaciones más grandes hechas, pero sin el espíritu de Dios en él, no sirve para nada.
El reportero le dijo: realmente usted me ha tocado mi corazón con esas respuestas, y sobre todo con esa edificación que usted llama "la mansión de la ignorancia". Sé que usted es un hombre que quiere testificar de Jesús con su vida y sobre todo, con la profesión que Dios le dio.
El arquitecto asintió y se despidió diciendo en la televisión: no sean ustedes como esa mansión por favor, recapaciten y piensen en lo que realmente vale en esta vida.
Esta anécdota nos trae lo realmente vital en la vida, en la que muchas veces perdemos el tiempo en lo externo y olvidamos lo más importante, como el Ser lo que le da vida a las cosas: Dios mismo.
“…No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan…” Mateo 6:19-20

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