sábado, 23 de julio de 2016

Lo necesario para evangelizar eficazmente

La caída del hombre de su relación con Dios se produjo en el huerto del Edén con el pecado de Adán y Eva, y prosiguió con Caín, quien cometió el primer asesinato. De ahí en adelante, el hombre fue dominado por su naturaleza pecaminosa, carnal y alejada del Creador, por lo que la carnalidad, los deseos y todo tipo de apetitos rigen la vida de la humanidad hasta el día de hoy.
La serpiente antigua, Satanás, no puede obligar a pecar, pero, ¿cómo lo hizo con los primeros habitantes del mundo?; los tentaba y convencía, lo mismo que ocurre con la mayoría. La raza humana está irremediablemente perdida y maldecida: La paga del pecado es la muerte” Romanos 6:23.
El diablo maneja a la humanidad a su antojo, porque las personas, al infringir la ley de Dios, le dan permiso para actuar en sus vidas. La tragedia del pecado ha infectado hasta el último rincón de la tierra, y cada día son enviadas miles de personas al infierno.
Pero el regalo de la salvación por gracia mediante el sacrificio de Jesús, es aceptado por una pequeña parte de la gente. En 2° de Corintios 4:4, Pablo explica que el dios de este mundo cegó el entendimiento de los incrédulos para que no les resplandezca la luz del evangelio. 
Además de no entender el mensaje de salvación que predicamos, ellos son atados como consecuencia de sus propios pecados. Por ejemplo, si alguien ha robado, aunque sea algo pequeño. Quizás aprovechando un descuido, y después seguramente ha sentido remordimientos, temor y la convicción de no volverlo a hacer; sin embargo, el enemigo aprovecha esa pequeña puerta que se ha abierto y comienza a trabajar en esa debilidad. Mediante la influencia de un espíritu maligno, esa persona volverá a robar, cada vez le será más fácil y finalmente ya no se sentirá culpable.
Esto sucede en muchas áreas de la vida, pero especialmente en los pecados sexuales, que generalmente hacen que las familias se destruyan.
Al verlo de esta manera, el panorama no se ve muy alentador. Ciudades enteras están atrapadas en pecados colectivos o similares. Claro es el ejemplo de la idolatría, donde comunidades enteras se postran ante imágenes; las procesiones con ídolos recorriendo calles, arrastran maldición por donde quiera que vayan; y abuelos, padres e hijos son víctimas de la maldición que aparece en Éxodo 20… Hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, dice el Señor.
Ante estas evidencias, es muy necesario que el pueblo de Dios reaccione y aprenda a hacer frente a las asechanzas del diablo. No es suficiente asistir a la iglesia los domingos y hacer oración antes de acostarse, se requiere mucho más para deshacer las obras del diablo, como oración y ayuno,“Orad sin cesar”; identificación de los pecados que sobresalen en la comunidad e identificar el tipo de espíritus malignos que operan; también la intercesión por las personas atrapadas en esos pecados, mediante un grupo de oración perfectamente organizado. Todo esto, como trabajo previo a la predicación del evangelio de la salvación.
No es efectivo ir a cualquier lugar y predicar. Es necesario un trabajo previo de identificación, ayuno y oración dirigida específicamente a un tipo de pecado y personas determinadas. Solo de esta manera podemos abrirnos camino y clavar la bandera de cristo.
Oseas 4:6 dice “Mi pueblo es destruido por falta de conocimiento. Esto se aplica perfectamente a la Iglesia contemporánea. Mientras el enemigo está organizado y trabajando las 24 horas del día, nosotros vegetamos y por ignorancia no hacemos lo apropiado.
Oremos, ayunemos y pongámonos manos a la obra. Vistámonos con la armadura de Dios y tomemos las armas de nuestra milicia, que no son carnales, sino poderosas para la destrucción de fortalezas. 2° Corintios 10:4-6


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