viernes, 13 de mayo de 2016

La increíble compasión de Cristo

Hace unos tres mil años, el rey Salomón atestiguó de un molesto incidente en su ciudad. Por medio de la inspiración del Espíritu Santo, lo describió como una advertencia a los demás para evitar situaciones similares. El séptimo capítulo de Proverbios ofrece un vistazo poderoso sobre cómo opera el espíritu de la lujuria, y en la actualidad, la advertencia de Salomón puede ser altamente útil para nuestro beneficio y aprendizaje.
Salomón empezó exhortando a sus oyentes a vivir una vida sabia y prudente. En la actualidad, éste también debe ser nuestro objetivo como creyentes. Vivir sabiamente no se suele promocionar en la cultura popular; sin embargo, la Biblia no ha cambiado su exhortación con el paso del tiempo. “Atesora mis mandamientos contigo”, escribió Salomón: “Guarda mis mandamientos y vivirás,…para que te guarden de la mujer extraña, de la desconocida que lisonjea con sus palabras”(Versículos 1-2, 5).
Como puede ver, Salomón le escribió específicamente a la audiencia masculina. Aun así, vivir de manera inmoral e imprudente no está reservado solo para los hombres, y estos mandamientos bíblicos se aplican a las mujeres de igual manera. Aunque Salomón habló acerca del peligro generado por una “desconocida”, el problema que abordó en realidad era el espíritu de lujuria, el cual puede influenciar a ambos géneros.
Empezando en Proverbios 7:6, Salomón describió estar viendo por la ventana y notar a “un joven falto de juicio” (versículo 7)Aquí, él no está menospreciando a los jóvenes, solamente está describiendo a una persona joven en particular, quien no vivió una vida sabia y prudente. El joven ya estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado; se había colocado allí por elección.
¿Por qué alguien se pondría a sí mismo, intencionadamente en peligro? Se debe al espíritu de lujuria que roba la sabiduría y el entendimiento de la gente. Cuando está bajo la influencia de este espíritu, la gente actúa de manera ilógica. Esto siempre pasa en la gente que está atada a la lujuria. Y cuando las personas meditan verdaderamente sobre sus acciones, saben que lo que están haciendo está mal y a pesar de ello, continúan haciéndolo. El apóstol Pablo describió esta desconexión de la lógica en Romanos 7:15: “No entiendo qué me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco” (RVC).
El discipulado y la liberación van de la mano. Si creemos estar atados espiritualmente, el discipulado (aprender más acerca de Cristo y aprender a andar en sus caminos) reformará nuestra manera de pensar, y la liberación consecuente nos librará de la atadura espiritual.
Algunas iglesias creen que solamente necesitamos una u otra; sin embargo, ambas, discipulado y liberación, son necesarias en el proceso. Hay algunas que tratan de disciplinar a la carne y no reconocen la opresión mundana al espíritu. Otras, quieren echar fuera demonios, pero no instruyen a la gente en la fe. Usted no puede, por sí mismo, echar fuera a la carne, como tampoco puede discipular a un demonio. La gente necesita desconfiar del mal, pero, también crecer en la gracia y el conocimiento de Cristo.
2ª Corintios 10:3-5 muestra cómo la liberación y el discipulado funcionan juntos:
“Pues aunque andamos en la carne, no luchamos según la carne; porque las armas de nuestra contienda no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas; destruyendo especulaciones y todo razonamiento altivo que se levanta contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo” (LBLA).
Eso significa que luchamos en terreno espiritual, y que también necesitamos crecer en la fe. Necesitamos tanto discipulado como liberación.
La palabra fortaleza usada en ese pasaje, es una palabra neutra, igual que deseo también lo es. Una fortaleza puede ser buena o mala. Así es como funciona: usted se cansa o tiene un mal día en el trabajo, o los negocios empiezan a declinar, o tuvo un desacuerdo con su cónyuge. Usted está agotado, o triste o preocupado, y es entonces, tentado a correr hacia la fortaleza equivocada. ¿Ok?
¿Sabe lo que generalmente es eso? Es un tren de pensamiento. Nuestra mente es como la Gran Estación Central. Trenes de pensamiento entran y salen cada segundo, y nuestros destinos dependen de qué tren abordemos. El enemigo pondrá un tren de pensamiento de lujuria en nuestra mente. Ese es el tren que se dirige a la muerte: la muerte de nuestros matrimonios, muerte de nuestras familias, muerte de nuestras carreras, hasta quizá muerte física. Y mientras más abordemos esos trenes nocivos, más fácil se vuelve subirnos a ellos cuando estemos estresados.
Esta es una advertencia simple: no se suba en ese tren. En cambio, aborde el que le lleva a una fortaleza de Dios.
¿Sabía usted que Dios puede ser una fortaleza? Él es un refugio fortificado a donde podemos correr (o subir en el tren que nos lleva allá) y estar seguros. En Él hay vida.
Filipenses 4:8 dice: “todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad”. Éste es un versículo para memorizar y decírtelo a ti mismo cada mañana y cada noche, y siempre que seas tentado a subirte en el tren equivocado.
“Señor Jesús, Hijo de Dios, Dios todopoderoso, pedimos tu ayuda en esta área de lujuria, esta área en la que tanta gente tiene problemas. Nos arrepentimos de este pecado. Confesamos que hemos pensado en las cosas equivocadas y hemos actuado de manera equivocada. Hemos abordado los trenes incorrectos que llevan al destino de muerte. Padre, nos humillamos bajo tu mano justa y poderosa, pidiéndote que nos levantes.
Líbranos de toda opresión espiritual en esta área. Líbranos del espíritu de lujuria. Con la ayuda de tu Espíritu Santo, nos alejaremos del mal y adoptaremos la plenitud de Cristo. Vístenos con tu ser, oh, Señor Jesús. Vístenos con tu compasión y bondad. Permítenos llenar nuestra mente con las cosas de Dios. Por tu gracia, meditaremos en cosas que son justas, puras, santas y verdaderas. Abordaremos el tren hacia el destino correcto: la libertad y vida que Tú nos das en Cristo. Tú eres nuestra fortaleza y libertador. Te adoramos a ti, Dios todopoderoso. Amén”.
Si ha tenido problemas con la lujuria, debe saber que hay una gran esperanza para usted. Cuando se arrepiente, Jesús no le da la espalda. Él no lo condena o avergüenza. Él siempre le da la bienvenida con los brazos abiertos.
Uno de los jugadores de fútbol americano de la NFL empezó un estudio bíblico, y uno de los otros atletas profesionales que fueron al estudio, le confesó al grupo que había sido infiel años atrás. El grupo le animó a que se lo confesara a su esposa, y él lo hizo. ¿Sabe cuál fue la respuesta de su esposa? Ella dijo: “Amor, estoy profundamente dolida por tu pecado, pero Jesús te perdona, y yo también. De hecho, lamento que hayas llevado esta carga tú solo todos estos años”.
Esa es una imagen de la compasión que solamente Jesús puede darnos.
 

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