Hace unos tres mil años, el rey Salomón
atestiguó de un molesto incidente en su ciudad. Por medio de la inspiración del
Espíritu Santo, lo describió como una advertencia a los demás para evitar
situaciones similares. El séptimo capítulo de Proverbios ofrece
un vistazo poderoso sobre cómo opera el espíritu de la lujuria, y en la
actualidad, la advertencia de Salomón puede ser altamente útil para
nuestro beneficio y aprendizaje.
Salomón empezó exhortando a sus oyentes a
vivir una vida sabia y prudente. En la actualidad, éste también debe ser
nuestro objetivo como creyentes. Vivir sabiamente no se suele promocionar en la
cultura popular; sin embargo, la Biblia no ha cambiado su exhortación con el
paso del tiempo. “Atesora mis mandamientos contigo”, escribió Salomón: “Guarda
mis mandamientos y vivirás,…para que te guarden de la mujer extraña, de la
desconocida que lisonjea con sus palabras”(Versículos 1-2, 5).
Como puede ver, Salomón
le escribió específicamente a la audiencia masculina. Aun así, vivir de manera
inmoral e imprudente no está reservado solo para los hombres, y estos
mandamientos bíblicos se aplican a las mujeres de igual manera. Aunque Salomón
habló acerca del peligro generado por una “desconocida”, el problema que abordó
en realidad era el espíritu de lujuria, el cual puede influenciar a ambos
géneros.
Empezando en Proverbios 7:6,
Salomón describió estar viendo por la ventana y notar a “un joven falto
de juicio” (versículo 7). Aquí, él no está menospreciando a los
jóvenes, solamente está describiendo a una persona joven en particular, quien
no vivió una vida sabia y prudente. El joven ya estaba en el lugar equivocado
en el momento equivocado; se había colocado allí por elección.
¿Por qué alguien se pondría a sí mismo, intencionadamente en peligro? Se debe al espíritu de lujuria que roba la
sabiduría y el entendimiento de la gente. Cuando está bajo la influencia de
este espíritu, la gente actúa de manera ilógica. Esto siempre pasa en la
gente que está atada a la lujuria. Y cuando las personas meditan verdaderamente
sobre sus acciones, saben que lo que están haciendo está mal y a pesar de ello,
continúan haciéndolo. El apóstol Pablo describió esta desconexión de la lógica en Romanos
7:15: “No entiendo qué me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que
aborrezco” (RVC).
El discipulado y la liberación
van de la mano. Si creemos estar atados espiritualmente, el discipulado
(aprender más acerca de Cristo y aprender a andar en sus caminos) reformará
nuestra manera de pensar, y la liberación consecuente nos librará de la atadura
espiritual.
Algunas iglesias creen que solamente necesitamos una u otra; sin embargo, ambas, discipulado y liberación, son necesarias en el proceso. Hay algunas que tratan de disciplinar a la carne y no reconocen la opresión mundana al espíritu. Otras, quieren echar fuera demonios, pero no instruyen a la gente en la fe. Usted no puede, por sí mismo, echar fuera a la carne, como tampoco puede discipular a un demonio. La gente necesita desconfiar del mal, pero, también crecer en la gracia y el conocimiento de Cristo.
Algunas iglesias creen que solamente necesitamos una u otra; sin embargo, ambas, discipulado y liberación, son necesarias en el proceso. Hay algunas que tratan de disciplinar a la carne y no reconocen la opresión mundana al espíritu. Otras, quieren echar fuera demonios, pero no instruyen a la gente en la fe. Usted no puede, por sí mismo, echar fuera a la carne, como tampoco puede discipular a un demonio. La gente necesita desconfiar del mal, pero, también crecer en la gracia y el conocimiento de Cristo.
2ª Corintios 10:3-5 muestra cómo la
liberación y el discipulado funcionan juntos:
“Pues aunque andamos en la carne, no
luchamos según la carne; porque las armas de nuestra contienda no son carnales,
sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas; destruyendo
especulaciones y todo razonamiento altivo que se levanta contra el conocimiento
de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo”
(LBLA).
Eso significa que luchamos en terreno
espiritual, y que también necesitamos crecer en la fe. Necesitamos tanto
discipulado como liberación.
La palabra fortaleza usada en ese pasaje, es una palabra neutra, igual que deseo también lo es. Una fortaleza puede ser buena o mala. Así es como funciona: usted se cansa o tiene un mal día en el trabajo, o los negocios empiezan a declinar, o tuvo un desacuerdo con su cónyuge. Usted está agotado, o triste o preocupado, y es entonces, tentado a correr hacia la fortaleza equivocada. ¿Ok?
La palabra fortaleza usada en ese pasaje, es una palabra neutra, igual que deseo también lo es. Una fortaleza puede ser buena o mala. Así es como funciona: usted se cansa o tiene un mal día en el trabajo, o los negocios empiezan a declinar, o tuvo un desacuerdo con su cónyuge. Usted está agotado, o triste o preocupado, y es entonces, tentado a correr hacia la fortaleza equivocada. ¿Ok?
¿Sabe lo que generalmente es eso? Es un
tren de pensamiento. Nuestra mente es como la Gran Estación Central. Trenes de
pensamiento entran y salen cada segundo, y nuestros destinos dependen de qué
tren abordemos. El enemigo pondrá un tren de pensamiento de lujuria en nuestra
mente. Ese es el tren que se dirige a la muerte: la muerte de nuestros
matrimonios, muerte de nuestras familias, muerte de nuestras carreras, hasta quizá muerte física. Y mientras más abordemos esos trenes nocivos, más fácil se
vuelve subirnos a ellos cuando estemos estresados.
Esta es una advertencia simple: no se suba
en ese tren. En cambio, aborde el que le lleva a una fortaleza de Dios.
¿Sabía usted que Dios puede ser una
fortaleza? Él es un refugio fortificado a donde podemos correr (o subir en el
tren que nos lleva allá) y estar seguros. En Él hay vida.
Filipenses 4:8 dice: “todo lo que es
verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo
honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad”. Éste es un
versículo para memorizar y decírtelo a ti mismo cada mañana y cada noche, y
siempre que seas tentado a subirte en el tren equivocado.
“Señor Jesús, Hijo de Dios, Dios
todopoderoso, pedimos tu ayuda en esta área de lujuria, esta área en la que tanta
gente tiene problemas. Nos arrepentimos de este pecado. Confesamos que hemos
pensado en las cosas equivocadas y hemos actuado de manera equivocada. Hemos
abordado los trenes incorrectos que llevan al destino de muerte. Padre, nos
humillamos bajo tu mano justa y poderosa, pidiéndote que nos
levantes.
Líbranos de toda opresión espiritual en
esta área. Líbranos del espíritu de lujuria. Con la ayuda de tu Espíritu Santo,
nos alejaremos del mal y adoptaremos la plenitud de Cristo. Vístenos con tu
ser, oh, Señor Jesús. Vístenos con tu compasión y bondad. Permítenos llenar
nuestra mente con las cosas de Dios. Por tu gracia, meditaremos en cosas que
son justas, puras, santas y verdaderas. Abordaremos el tren hacia el destino
correcto: la libertad y vida que Tú nos das en Cristo. Tú eres nuestra
fortaleza y libertador. Te adoramos a ti, Dios todopoderoso. Amén”.
Si ha tenido problemas con la lujuria,
debe saber que hay una gran esperanza para usted. Cuando se arrepiente, Jesús no le
da la espalda. Él no lo condena o avergüenza. Él siempre le da la bienvenida
con los brazos abiertos.
Uno de los jugadores de fútbol americano
de la NFL empezó un estudio bíblico, y uno de los otros atletas profesionales
que fueron al estudio, le confesó al grupo que había sido infiel años atrás. El
grupo le animó a que se lo confesara a su esposa, y él lo hizo. ¿Sabe cuál fue
la respuesta de su esposa? Ella dijo: “Amor, estoy profundamente dolida por tu
pecado, pero Jesús te perdona, y yo también. De hecho, lamento que hayas
llevado esta carga tú solo todos estos años”.
Esa es una imagen de la compasión que
solamente Jesús puede darnos.
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