Cuando venimos a Cristo, la barrera entre nosotros y Dios se cae, y Dios mismo vive en nosotros por medio de Su Espíritu Santo. En otras palabras, entonces conocemos a Dios y Él a nosotros. Consideremos esto: ¡Tenemos una relación personal con el Dios del universo!
Pero al igual que cualquier otro tipo de relación, tiene que ser alimentada y fortalecida. Si no es así, se enfriará y se acabará; Dios nos parecerá lejano, y ya no pensaremos en Él como nuestro amigo. Podríamos incluso ir a la deriva con comportamientos que no LE honran y nos llevan a la destrucción. La Biblia advierte: “No amen al mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre” (1 Juan 2:15).
Pero al igual que cualquier otro tipo de relación, tiene que ser alimentada y fortalecida. Si no es así, se enfriará y se acabará; Dios nos parecerá lejano, y ya no pensaremos en Él como nuestro amigo. Podríamos incluso ir a la deriva con comportamientos que no LE honran y nos llevan a la destrucción. La Biblia advierte: “No amen al mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre” (1 Juan 2:15).
Desechemos valores mundanos como la avaricia, la lujuria y la obsesión por el estatus de cada uno, y abracemos valores divinos que incluyen servir y amar a los demás, la humildad....
¿Cómo podemos aprender a hacer la voluntad de Dios, a caminar con Él todos los días? Pensemos en una amistad humana: ¿Cómo nos acercamos a alguien en este nivel humano? Pasando tiempo con esa persona, hablando, escuchando, compartiendo inquietudes y ofreciendo una mano cuando él/ ella necesita ayuda.
¿Cómo podemos aprender a hacer la voluntad de Dios, a caminar con Él todos los días? Pensemos en una amistad humana: ¿Cómo nos acercamos a alguien en este nivel humano? Pasando tiempo con esa persona, hablando, escuchando, compartiendo inquietudes y ofreciendo una mano cuando él/ ella necesita ayuda.
Pues lo mismo es cierto con Dios. Cuando leemos o escuchamos Su Palabra, la Biblia, Él nos habla. Cuando oramos, hablamos con Él. Y cuando lo adoramos y obedecemos, estamos haciendo su voluntad y participando en su obra.
Los seguidores de Cristo a menudo son llamados discípulos. Una vez que usted decide seguirlo, es importante comenzar una vida de discipulado, siguiendo sus enseñanzas y compartiendo con los demás lo que Él ha hecho por nosotros en la cruz. Si no lo ha hecho, trate de organizar su día para que usted tenga un tiempo especial de pasar a solas con Dios. Asegúrese de no descuidar este “tiempo de silencio o tiempo devocional", ya que le dará fuerzas y poder para resistir a Satanás (Santiago 4:7), para vivir por encima de sus circunstancias (Romanos 5:3-5) y llegar a ser un cristiano victorioso (1 Corintios 10:13). También es importante leer diariamente la Biblia; esto le ayudará a madurar espiritualmente (Colosenses 1:10; Efesios 3:17-19).
Al dar su corazón y su vida a Cristo, crecerá como cristiano. La adoración y la comunión en una iglesia que predica el Evangelio también son aspectos necesarios para el crecimiento espiritual.
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