lunes, 8 de febrero de 2016

Lentes para el alma

APOCALIPSIS 3:18 “Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio para que veas.”
Paula, una niña de 12 años, visitaba por primera vez al optometrista, quien le diagnosticó miopía en ambos ojos.
- ¿Sientes que no puedes ver bien de lejos?, le dijo el doctor.
- Sí, se me dificulta mucho hacerlo, afirmó Paula.
- Te sientes muy mal por esto, ¿verdad?, dijo el doctor. 
- Sí, a lo que más me afecta es que no puedo distinguir a cierta distancia, el rostro de algunas personas, ni observar de lejos el amanecer, las cosas se me vuelven cada vez más borrosas, y todo a mi alrededor parece muy confuso, afirmó Paula, triste y preocupada por lo que le ocurría.
- Bueno, para esto hay solución, te haré unas lentes de acuerdo a tu problema, para que las utilices permanentemente, y esto te ayudará a ver mejor.
Pasados unos días, Paula volvió nuevamente donde el doctor para reclamar sus lentes nuevas, y al colocárselas miró sorprendida por la ventana de aquel consultorio. 
- ¡Oh, qué maravilloso!, ¡por fin puedo ver!
El doctor, orgulloso por la labor cumplida, le preguntó: - ¿Qué ves Paula?
- Veo todas las cosas como son realmente, puedo distinguir el rostro de las personas, veo los bellos colores de las flores, puedo leer a larga distancia, pero lo que más me gusta es que puedo ver más claro mi horizonte y ya no es confuso como antes.
Así como Paula, somos muchos los que tenemos enfermos los ojos del alma, del corazón, quizá con el mismo diagnóstico de “miopía espiritual”, la cual nos ciega y no nos permite ver más allá de nuestros problemas y dificultades.
Por eso, el mejor médico del alma es DIOS, quien con Su amor y Su paciencia, nos da la bendición de Su espíritu y una nueva forma de ver las cosas.
Si tu horizonte lo ves opaco por las desesperanzas ocurridas, si las personas te defraudan porque no puedes distinguir sus verdaderas intenciones, si parece que no vieras el peligro que hay a tu alrededor, si todo es muy confuso, si no miras el futuro con optimismo y tenacidad, si no sabes quién eres o cuánto vales, y por eso no ves la luz que hay dentro de ti por lo borroso que están tus ojos de llorar y de sufrir por los fracasos, entrega tu vida a Jesús, el mejor Médico que puede darle “lentes a tu alma”
Ayúdame Señor, a superar mi miopía espiritual. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.

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