“Hazme andar por el camino de tus mandatos, porque allí es donde encuentro mi felicidad.”
Salmos 119:35 (NTV).
La plenitud de cualquier persona se encuentra en DIOS. Jesucristo es la pieza que falta en el alma del ser humano, por lo que aquel que finalmente la tiene no debe buscar en nada ni en nadie más su felicidad. Nuestro Señor lo describió de esta manera:
“Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” Juan 4:14.
Mientras Jesucristo more en el corazón del creyente, éste será saciado por DIOS mismo. No obstante, a menudo los creyentes permiten que los afanes y cargas que "vivir" trae consigo mermen su felicidad, enfocándose en lo que no se tiene. Pero cuando uno enfoca el corazón en lo más importante, en DIOS y en sus planes, las cargas y afanes son consumidos y se puede de nuevo ser feliz. El afán y la amargura son pesados, hacen pesada la vida, opacan la vista espiritual impidiendo ver a DIOS y sus bendiciones. Por lo que para encontrar de nuevo la felicidad uno tiene que pedir perdón por esos "desvíos" al SEÑOR y trabajar en tener un arrepentimiento auténtico. Cada vez que el creyente confiesa sus pecados a DIOS, encuentra alegría al estar a cuentas con el Altísimo por medio de Jesucristo, pues se le ha perdonado todo y es libre de culpa (Romanos 4:7).
Las Escrituras nos enseñan, que cuando buscamos primeramente a DIOS y su justicia (Jesucristo es la justicia del creyente), Él se encarga de añadir todo lo demás en nuestras vidas.Mientras Jesucristo more en el corazón del creyente, éste será saciado por DIOS mismo. No obstante, a menudo los creyentes permiten que los afanes y cargas que "vivir" trae consigo mermen su felicidad, enfocándose en lo que no se tiene. Pero cuando uno enfoca el corazón en lo más importante, en DIOS y en sus planes, las cargas y afanes son consumidos y se puede de nuevo ser feliz. El afán y la amargura son pesados, hacen pesada la vida, opacan la vista espiritual impidiendo ver a DIOS y sus bendiciones. Por lo que para encontrar de nuevo la felicidad uno tiene que pedir perdón por esos "desvíos" al SEÑOR y trabajar en tener un arrepentimiento auténtico. Cada vez que el creyente confiesa sus pecados a DIOS, encuentra alegría al estar a cuentas con el Altísimo por medio de Jesucristo, pues se le ha perdonado todo y es libre de culpa (Romanos 4:7).
Para mantener la felicidad que DIOS ha depositado en los suyos, hace falta mantenerse en su presencia, pues ahí todo lo que se ve como un problema toma su justo tamaño. Estando en la presencia del SEÑOR uno encuentra alegría y refrigerio para el alma. En la presencia de DIOS se encuentra la dicha que no se encuentra en ningún otro lugar. Y lo que DIOS da nadie más lo puede dar.
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