La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres. Tito 2:11
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios. 1 Juan 3:1
En nuestra sociedad se habla mucho de "La declaración universal de los Derechos Humanos", se insiste sobre el derecho a la vivienda, al trabajo, a la salud… en fin, definimos los derechos de cada ser humano en la sociedad. Admiramos las iniciativas para dar socorro a tantas miserias que hay en este mundo.
Pero ante Dios, ¿qué derechos tenemos? Él es nuestro Creador, pero lo hemos deshonrado profundamente con nuestros pecados. No tenemos ningún derecho ante Dios, ni derecho a la vida, pues “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23), ni derecho a ser estimados, pues nuestra naturaleza nos hace sus enemigos. Pero la gracia de Dios da lo que nadie merece. Deja las pretensiones humanas totalmente a un lado. Dios afirma que todos hemos pecado y necesitamos ser salvos. Si una persona se acerca a Dios, nunca es a causa de sus méritos, y Dios lo recibe solo en virtud de su gracia, la gracia que manifestó dándonos a Jesús como Salvador.
Dejemos toda pretensión y vayamos a Jesús, confiando plenamente en la salvación que ofrece gratuitamente a todos los que creen.
“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba (Jesús), y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:9-12).
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios. 1 Juan 3:1
En nuestra sociedad se habla mucho de "La declaración universal de los Derechos Humanos", se insiste sobre el derecho a la vivienda, al trabajo, a la salud… en fin, definimos los derechos de cada ser humano en la sociedad. Admiramos las iniciativas para dar socorro a tantas miserias que hay en este mundo.
Pero ante Dios, ¿qué derechos tenemos? Él es nuestro Creador, pero lo hemos deshonrado profundamente con nuestros pecados. No tenemos ningún derecho ante Dios, ni derecho a la vida, pues “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23), ni derecho a ser estimados, pues nuestra naturaleza nos hace sus enemigos. Pero la gracia de Dios da lo que nadie merece. Deja las pretensiones humanas totalmente a un lado. Dios afirma que todos hemos pecado y necesitamos ser salvos. Si una persona se acerca a Dios, nunca es a causa de sus méritos, y Dios lo recibe solo en virtud de su gracia, la gracia que manifestó dándonos a Jesús como Salvador.
Dejemos toda pretensión y vayamos a Jesús, confiando plenamente en la salvación que ofrece gratuitamente a todos los que creen.
“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba (Jesús), y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:9-12).
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