lunes, 22 de febrero de 2016

¿Cómo Dejar El Pasado Atrás?

“NO OS ACORDÉIS DE LAS COSAS PASADAS… HE AQUÍ QUE YO HAGO COSA NUEVA…” (Isaías 43:18,19)

Cuando Dios determina tu futuro, Él no revisa tu pasado. Pedro era solo un pescador, eso sí, airoso y con algunas tendencias antisociales. No obstante, el Señor lo llenó con tanto poder espiritual que cuando predicaba las multitudes se volvían a Cristo (Hechos 2:40-41). Rahab era una prostituta que salvó la vida escondiendo a los espías que Josué había enviado (Josué 6:25). Ruth era una moabita que creció adorando a ídolos; ¡menudo comienzo! Pero después de convertirse para servir al único Dios verdadero, llegó a ser parte del linaje del Rey David y de nuestro Señor Jesús. Zaqueo, un conocido estafador, acogió a Jesús en su casa durante la noche y acabó siendo un hacedor de buenas obras. ¿Y Pablo? Matar a seguidores de Jesús no le dejó fuera del alcance de Dios. Como apóstol, escribió más de la mitad del Nuevo Testamento, y por revelación divina, vio en el Cielo cosas insólitas (2 Corintios 12:1-4), y cuando “…pañuelos o delantales que habían tocado su cuerpo eran llevados a los enfermos, …las enfermedades se iban de ellos…” (Hechos 19:12b). Ahora bien, si el Señor puede hacer todas estas cosas con personas de dudoso pasado, ¡Él también puede darte a ti un nuevo comienzo!
“…ESTAMOS ATRIBULADOS…, PERO NO ANGUSTIADOS…” (2 Corintios 4:8)
¿Te sientes como si estuvieses metido en un túnel sin salida? Alégrate, porque ¡estás en la situación idónea para experimentar un milagro. Pablo dijo: “…estamos atribulados en todo, pero no angustiados, en apuros, pero no desesperados, perseguidos, pero no desamparados, derribados, pero no destruidos” (2 Corintios 4:8-9). Cierta presión es necesaria para activar nuestra fe, y Dios sabe exactamente cuánta aplicar. Él permite que lleguemos a donde (a) hemos agotado nuestros propios recursos, (b)estamos cansados de que Satanás nos robe lo que el Señor nos ha dicho que es nuestro y (c) la opinión de los demás ya no nos domina. Este es el lugar en el que Ana se encontraba cuando oró en el Templo con amargura de alma y llorando desconsoladamente (1 Samuel 1:10). Estaba bajo tal presión por no poder tener hijos, que en el momento en que empezó a desahogarse ante el Señor, la jerarquía de la congregación pensó que estaba borracha. Cuando estás desesperado, no te importa demasiado si estás perturbando la mente de espectadores religiosos, porque lo único que te importa es tocar el corazón de Dios.
Pero para el Señor no hay situaciones desesperadas, sino personas que se han desesperado con ellas. La fe surge cuando experimentas una serie de impactos continuos, y cuando no hay nada que puedas hacer para evitar lo inevitable; es entonces, cuando empiezas a confiar en el Señor para que haga lo imposible. La crisis por la que estás pasando hoy puede ser una bendición disfrazada, una oportunidad de experimentar un mayor grado de su poder actuando en tu vida.

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