lunes, 8 de febrero de 2016

Tiempo de seguirlo

Tal parece que nosotros, los seres humanos, nos empeñamos en observar con mucho cuidado el andar que tienen los demás, cómo hablan, cómo se comportan en diversas situaciones de sus vidas, cuando obviamos, puede que de manera premeditada, nuestro propio andar y responsabilidad. Casi como un niño, que asignándole su madre una tarea del hogar, se queja de por qué su hermano no realiza la tarea que a él le están a encomendando.
En las congregaciones cristianas de hoy en día, muchas de ellas con gran cantidad de miembros, podemos, si observamos con detalle, encontrar personas con talentos, dones, ministerios y muchas cosas más que poner al servicio de la obra de Dios.
Pero, ¿qué hay de mis talentos, mis dones, mi ministerio, mi llamado y todo lo que Dios me ha dado para ponerlo a su servicio?
Decimos que fulanito tiene un talento hermoso para Dios, pero Él está esperando que tus talentos se pongan en acción, como que tengas una bonita voz, que actúes bien, que seas bueno para el mantenimiento (limpieza) o para administrar, todo para alabanza de su gloria… No entierres tu talento pensando que alguien más debería realizar dichas tareas, dejándote muchas veces llevar por el miedo, como la parábola de aquellos siervos a los que les fueron entregado talentos para hacerlos producir, y solo uno de ellos tuvo miedo y lo enterró. Mateo 25:14-30. Así que a cobrar ánimo para poner todas tus capacidades al servicio de Dios, y de cierto serás recompensado.
Y si de un don espiritual se trata, aquí es donde muchos creyentes titubean ya que saben de la gran responsabilidad de usar bien los dones. Ésta no es razón para estancarse ya que la ayuda de Dios, el estudio de la Palabra y el consejo de los líderes, nos dan la confianza para actuar. ¿Te gusta dar?, pues hazlo generosamente; ¿servir?, entonces ponte en acción. Lee Romanos 12:6-8 y 1 Corintios 12:7-11, y allí veras que quizá tengas algo que aportar para el crecimiento de otros creyentes.

Tener un llamado a un ministerio es algo de envergadura, no porque represente jerarquía, sino porque es una entrega al servicio de los demás en un área determinada por el llamado de Dios, en el que la preparación, la madurez espiritual, y el tiempo exacto de Dios son garantía de éxito en esa labor a desempeñar en el ministerio.
Todo lo mencionado anteriormente, es solo parte de lo que puedes hacer para prestar tu servicio de amor a Dios y a tu prójimo. Siempre hay algo que hacer, una silla que mover, alguien con una necesidad, y más. Recuerda que si hay una carencia o un espacio por cubrir no mires para un lado esperando que otra persona actúe, ya que es tu tiempo de actuar, el tiempo de tu llamado para hacer algo es ahora. Puede que creas que hay alguien que puede hacerlo, pero no lo hace,... ¿y a ti qué?, hazlo tú, que un día Dios te dirá, ven buen siervo que en lo poco me fuiste fiel, en lo mucho te pondré y será grande tu recompensa.
Tengamos la actitud de Isaías, que al ver Dios la necesidad de un cambio social y espiritual por la que atravesaba su pueblo, hizo un llamado a la acción a la que respondió Isaías diciendo ¡heme aquí, envíame a mí!
La gracia y el amor de Dios esté con todos.

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