Lisa y Charles Godbold adoptaron a Maurice Griffin cuando tenía 32 años, después de que éste viviera bajo su custodia temporal durante 20. Aunque Maurice ya era adulto y vivía solo, la adopción había sido siempre el anhelo de la familia. Cuando se oficializó la adopción y se volvieron a reunir, comentó: "Este es probablemente, el momento más feliz de mi vida. Soy feliz de estar en mi hogar."
Los que nos unimos a la familia de Dios puede que nos refiramos a este momento como el más feliz de nuestra vida. Cuando aceptamos por fe a Cristo como Salvador, nos convertimos en hijos de Dios, y Él se vuelve nuestro Padre celestial. La Biblia afirma: Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús (Gálatas 3:26).
Como hijos adoptados por Dios, tenemos hermanos de la fe en Cristo, y todos compartimos una herencia eterna (Colosenses 1:12). Además, el Espíritu de Cristo mora en nuestro corazón y nos permite orar utilizando el nombre Abba, Padre (Gálatas 4:6), como si un niño dijera: "Papito".
Ser hijo de Dios implica experimentar la intimidad y sentir el sentimiento de protección de un Padre que nos ama, acepta y desea conocernos. Nuestra adopción para formar parte de su familia es una maravillosa bienvenida a casa.
Los brazos de Dios siempre están abiertos para dar la bienvenida a casa a sus hijos.
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