sábado, 8 de agosto de 2015

¿Vivos o muertos?

A veces caemos en el error de pensar, “¿para qué trabajar para Dios en esa área, si ya hay quién lo haga?, ellos no me necesitan”. Quizá algunos, incluso han pensado que ciertos trabajos no son dignos de ellos y que deberían estar haciendo otra cosa para el Señor. Pero qué equivocados estaríamos al pensar que somos indispensables para la obra de Dios, que sin nosotros no funcionaría como debe funcionar. Qué equivocados estaríamos al pensar que Dios nos necesita, y querríamos hacernos los difíciles o los desentendidos. ¡Caramba, hermano!, quien realmente necesitaría el trabajo eres tú, eres tú quien necesita de Dios. Tú serías el primer beneficiado, sin ti la obra funcionaría de igual manera y se remataría, pero tú sin tu trabajo para Dios estarías incompleto; ¿qué es tu fe si no va acompañada de obras?
Quizá te sea difícil sentir el deseo de trabajar en la obra del Señor, quizá te sea difícil aceptar tener una responsabilidad o imaginar que debes entregar parte de tu tiempo para el servicio a Dios. Solemos temerle al compromiso, o no nos sentimos listos para ser una cara visible de Cristo ante la sociedad.
¿Por qué te cuesta tanto? ¿Has pensado por qué no estás trabajando como los demás para Dios?, ¿por qué fallas en los compromisos que te haces, y a fin de cuentas, parece que no te importa? La razón por la que seguimos estancados y no podemos avanzar en la obra de Dios es simplemente, porque creemos que hemos muerto, pero en realidad aún nos encontramos vivos. Somos como zombis, aparentemente hemos muerto pero en realidad nos encontramos vivos.
Hermano/a y amigo/a, muere con Cristo, muere a las apariencias, a los prejuicios, a los comentarios mal intencionados, a la falta de disposición, al viejo hombre que prefiere gastar su tiempo en cosas que no le llevan a su meta final junto a Cristo Jesús.
Tu fe necesita ser viva, levántate de esa silla, acepta el privilegio, ponte a disposición del Maestro, y entenderás que quien lo necesitaba eres tú, no Él.

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