Las evidencias más importantes de una vida llena del Espíritu Santo son un cambio de carácter y el desarrollo de los frutos del Espíritu Santo que se describen en Gálatas 5:22-23. Dios llena a las personas con el Espíritu Santo para capacitarlas a vivir para Él. Si no están haciéndolo, no están testificando ser creyentes en Jesucristo. Hablar en lenguas fue una de las evidencias del derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés, y lo sigue siendo hoy. Pero la evidencia más importante en aquél entonces, y siempre, son los hombres y mujeres cambiados (Hechos 2: 1-4).
En el juicio a Jesús, Pedro negó a Cristo tres veces porque tuvo miedo de los judíos (Lucas 22:56-62); pero después de ser lleno del Espíritu Santo en el día de Pentecostés, se puso de pie y predicó un mensaje extremadamente audaz. Tres mil almas fueron añadidas al Reino de Dios como resultado de la prédica de Pedro aquél día (Hechos 2:14-41). El bautismo en el Espíritu Santo cambió a Pedro; lo convirtió en otro hombre. Su temor desapareció de repente, y se volvió tan confiado como un león.
Pedro no fue la única persona que tomó una postura valerosa aquel día; los otros once apóstoles hicieron lo mismo. Todos habían estado escondidos, con las puertas cerradas, por temor a los judíos, mientras Jesús fue a buscarlos después de su resurrección (Juan 20:19-22); pero, de repente, una vez llenos con el Espíritu Santo, todos se volvieron valientes y audaces.
Un hilo conductor común había en las vidas de los discípulos de Jesús: su temor fue convertido en valentía por el poder del Espíritu Santo. Pues igual que ellos, usted no tiene que vivir atormentado por el miedo. Su temor también puede convertirse en audacia.
Hay ayuda disponible para usted a través de la llenura del Espíritu Santo. El bautismo en el Espíritu Santo cambió a Saúl; cambió a Pedro y a los discípulos; y sigue cambiando a los fervientes buscadores de todo el mundo. Pídale a Dios que lo llene completamente con su precioso Espíritu Santo. Ríndale todo su ser a Él, sin guardarse nada. Pablo oró por la iglesia para que se convirtieran en cuerpos completamente llenos de Dios mismo (Efesios 3:16). Oremos para que también sea su deseo.
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