martes, 9 de junio de 2015

Rechazado

Josías reinó en Jerusalén treinta y un años. Durante todo ese tiempo, hizo lo que era agradable a los ojos de Dios, no se apartó de lo que era correcto. Desde el duodécimo año, empezó a purificar Jerusalén, destruyó todos los santuarios y altares paganos, los ídolos tallados y las imágenes fundidas. Nunca hubo un rey como él, que se volviera al Señor con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas.
Sin embargo, el rey Saúl hizo todo lo contrario. La misión que Dios le dio fue destruir por completo a toda la nación amalecita, pero él sólo destruyó lo que no tenía valor, lo que era de mala calidad; le perdonó la vida al rey de Amalec, se quedó con lo mejor del ganado y con todo lo que le atrajo, poniendo como excusa que serían para sacrificarlos al Señor. Por esta razón, Dios lamentó haberlo hecho rey, porque no le fue leal y se negó a obedecer su mandato.
La rebelión es tan pecaminosa como la hechicería, y la terquedad, tan mala como rendir culto a ídolos. 1 Samuel 15:23ª (NTV)
¿Qué tipo de actitud estás teniendo tú? ¿Estás esforzándote como Josías por agradar y amar a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente? ¿O estás igual que Saúl, negándote a destruir algún ídolo en tu vida en forma de tu pareja, hijos, dinero, posesiones, profesión, etc.?
Es mejor que renuncies ahora a todo lo que sabes que te está apartando de Dios, y te está impidiendo cumplir la misión que te encomendó, para que más adelante no sea Él quien te rechace por haberlo desobedecido.
Nada ni nadie puede ocupar el lugar que solo a Dios le corresponde en tu vida, ni tampoco ningún sacrificio puede agradarle más que tu obediencia.

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