Es frecuente observar a la gente reclamar por sus derechos, lo raro es que uno se exija a sí mismo las obligaciones que tiene cuando las circunstancias son importantes. Por ejemplo, tener la capacidad de negarse a la diversión teniendo el deber de estudiar para un examen, porque “tengo una obligación como estudiante”.
No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Romanos 13.8
El amar al prójimo cumple tres propósitos. Primero: es una bendición, porque mucha gente necesita desesperadamente muestras de amor, una palabra cariñosa, un abrazo, ver a alguien que se preocupa por ellos. Segundo: el cristiano que da amor muestra que Cristo está vivo en Él, y que lo conoce. Tercero: el que da amor cumple la ley.
Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor. Romanos 13:9-10
La ley describía con gran detalle, el comportamiento que los israelitas debían mostrar uno con otro, y con aquellos de más allá de su comunidad, pero lo resume todo con el “Amor”. La persona que ama a su prójimo no adulterará con el vecino/a, no matará; no robará a su prójimo; y no codiciará sus posesiones. La razón es simple: cualquier acción que pudiera lastimar al prójimo no concuerda con el amor.
Cuando Pablo dice que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, reconoce primero, que nos amamos porque solemos hacer, para nosotros, lo que nos viene mejor y “Amarás a tu prójimo como a ti mismo,” significa que también debemos actuar según lo que sea mejor para nuestro prójimo.
No te enfoques solamente en pedir bendiciones para ti, porque tienes una obligación como hijo de Dios; tú di: “Tengo la obligación de amar”. Recuérdate a cada momento este deber y de esta manera te será más fácil hacer el bien a los que te rodean, perdonarlos, cuidarlos, y protegerlos, así como Dios hace con nosotros.
No te enfoques solamente en pedir bendiciones para ti, porque tienes una obligación como hijo de Dios; tú di: “Tengo la obligación de amar”. Recuérdate a cada momento este deber y de esta manera te será más fácil hacer el bien a los que te rodean, perdonarlos, cuidarlos, y protegerlos, así como Dios hace con nosotros.
¡Antes de reclamar tus derechos, cumple tus obligaciones!
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