Un joven abogado, recién graduado en la abogacía y comenzando su primer día de trabajo, se sentó en la comodidad de su nueva oficina dando un gran suspiro de satisfacción.
Había trabajado duro mucho tiempo para llegar a saborear ese momento.
Entonces, notando un posible cliente que se acercaba a su puerta, comenzó a parecer ocupado y enérgico. Abrió su libreta y con su pluma de escribir en la mano, tomó el teléfono, lo sujetó con su barbilla, y comenzó a escribir con rapidez mientas fingía que hablaba con alguien importante diciendo:
-Mira Luis, en cuanto a ese trato de fusión, pienso que mejor me acerco a la factoría y lo manejo en persona. Sí.... No. No pienso que 3 millones de euros lo logren. Mejor hagamos que Juan, de Madrid, se reúna con nosotros aquí.
Está bien. Te llamo más tarde.Colgando el teléfono, colocó la pluma en el escritorio, levantó la mirada a su visitante, se puso de pie, le extendió su mano, y le dijo, con la voz más cortés y llena de confianza que tenía como abogado:-Buenos días. ¿Cómo puedo ayudarlo?El posible cliente respondió:
-En realidad, solo estoy aquí para conectar su teléfono.Hay un viejo adagio que dice, “En boca cerrada no entran moscas”. Es ocasiones lo mejor es ¡mantener tu boca cerrada!
Proverbios 10:19
En las muchas palabras, la transgresión es inevitable, mas el que refrena sus labios es prudente. (LBLA)
En las muchas palabras, la transgresión es inevitable, mas el que refrena sus labios es prudente. (LBLA)
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