“No hay gloria en nuestras heridas, sino en las marcas que deja la sanidad de Dios”.
Mas mi gran Amigo ha hecho la diferencia. Él me ha ayudado a levantarme, ha sido un médico excelente y muy paciente. No me ha dejado ni un solo minuto sola durante todo el proceso. Con su sabiduría y amor, poco a poco ha ido interviniendo en mi vida. Él ha anestesiado, desinfectado, operado, sanado mi vida de tal forma que ahora solo quedan pequeñas cicatrices y marcas que casi no se ven, pero que me recuerdan que Él estuvo ahí cuando parecía que no iba a poder más, y que puedo superar todo gracias a su ayuda.
Las marcas de la sanidad de Dios en mi vida han sido tantas.... que cuando otros me dejaron caer o yo misma me incliné hacia un lugar que me llevó a caer, he podido comprender y reconocer que he resurgido desde el dolor más profundo por Él. Ahora soy un instrumento afinado que emite melodías que hacen que otros a mí alrededor, y yo misma, me sorprenda. Pero cuando mis cuerdas estaban desafinadas y la música que salía de mí era tan horrible que nadie la quería escuchar, Él con su tierno amor y gran misericordia me tomó delicadamente y me arregló. No puedo negar que sentí mucho dolor, me sentí avergonzada y desmerecedora de tanta comprensión. Pero cuando Él me miró, supe que su toque especial era todo lo que yo necesitaba y que ya nunca sería la misma.
Ahora he logrado sobreponerme y superar aquellos episodios tristes que alguna vez pasé. Soy una obra expuesta para que otros puedan ver Su gloria. Estoy restaurada porque Cristo me sanó.
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