jueves, 9 de abril de 2015

La inconstancia de la fe

Siendo joven trabajé en los buques-cargueros de cereales o aceites para determinar el máximo de su carga. Todo esto es medido matemáticamente, preciso. Requiere leer el calado del buque, sondear sus tanques, tomar la temperatura del líquido de cada tanque… en fin, todo es exacto. Pero llega un momento en que la tripulación te aporta un dato basado en la experiencia que se llama: "constante". La constante de un barco es la diferencia entre su peso total lógico y el real. Un buque, a medida que pasan los años, recibe golpes, sufre torsiones, pequeñas grietas, desgastes, conserva residuos sólidos en sus tanques de lastres, etc…, que hacen que haya una diferencia, más o menos constante, entre lo que debería pesar y lo que pesa en realidad. Vamos a ver la constante en nuestras vidas. La diferencia entre lo ideal y lo real.
Romanos 2:29. El verdadero judío lo es interiormente; y la circuncisión es la del corazón, la que realiza el Espíritu, no el mandamiento escrito. Al que es judío así, lo alaba Dios y no la gente.
El capítulo bíblico está dirigido al pueblo judío pero bien se puede extrapolar al nuevo Israel, la Iglesia. El tema es: Inconstancia.
Les dice que no importando el nombre que tengamos, necesitamos reconciliar lo teórico con lo práctico. No importa que me diga creyente, si lo que digo, creer o no, es consecuente con lo que vivo. Es un ataque de Pablo a una religión que ha perdido la esencia. Entre las preguntas retóricas que hace dice:
Romanos 2:21-23. Tú que enseñas a otros, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas contra el robo, ¿robas? Tú que dices que no se debe cometer adulterio, ¿adulteras? Tú que aborreces a los ídolos, ¿cometes sacrilegio? Tú que te jactas de la ley, ¿deshonras a Dios quebrantando la ley?
La argumentación de Pablo es demoledora… no se puede hablar del cielo y vivir sin infierno.
¿Cuál es la constante en mi vida? ¿En cuánto difiere lo que predico de lo que encarno? He tenido que trabajar en barcos en los que la constante es despreciable porque están nuevos o recién salidos de reparación en astilleros. Otras veces he tenido que hacerlo a un barco que ya va al desguace, y en el que es casi imposible determinar su posible carga, la diferencia es enorme.
Y ¿cuál es la constante en mi vida? ¿En cuánto  difiere lo que predico de lo que encarno? Por ejemplo, yo predico de tener una nueva oportunidad ¿la doy? Predico de ofrendar y diezmar ¿ofrendo y diezmo? Predico de ser leal ¿lo soy? Predico de tener misericordia ¿la tengo?
Alguien podría decir: Esa es la diferencia con usted, que yo no predico. Sin embargo, si te declaras creyente, lo que está escrito en la Biblia te exige coherencia y consistencia. He encontrado católicos que me dicen: Yo no creo en la misa. Entonces no eres católico. He encontrado evangélicos que me dicen: Yo no creo en orar o evangelizar. Entonces no eres creyente. Cuando te adhieres a una comunidad de fe, cuando cantas o mueves los labios, participas de sus cultos, etc… te consolidas en su predicación (de ahí que la correcta congregación es clave) y debes ser coherente con ella.
¿Cuál es tu constante? ¿Cuánto es la diferencia entre lo que dices y lo que haces? Es un buen momento para ir a los astilleros divinos y que nos reparen nuestras “desviaciones”, que nos limpien de nuestros “sedimentos” y nos corrijan de nuestras “quiebras”. El salmista oraba:
Salmos 51:10. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu.
Hoy le pediré al Espíritu que “circuncide” mi corazón para ser un creyente sin “constantes históricas”. Que si alguien quiere ver lo que creo le baste ver como vivo. Si, esa es una buena meta para hoy: Hacerme consistente con mi fe.

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