"Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres" Juan: 8:32No había otra cosa que me resultara más aburrida durante mi segundo año de bachillerato, que algunas clases de biología, sobre todo las que tocaban el tema del origen de las especies y su evolución, que me parecían cuentos infantiles. Esto se debía en parte, a que me costaba mucho creer eso de que en un mundo primitivo y casi irrespirable, colmado de todo tipo de radiaciones, se encontraron así como así, como por azar, los componentes necesarios para formar una célula y que de repente, mágicamente, se formó la primera chispa de vida en ella y... ¡todo comenzó! Yo tenía grandes dudas y hacía muchas preguntas al respecto, pero las explicaciones que me daban los profesores nunca me terminaban de convencer.
Lo que sí me conquistaba un poco era la biología celular, me gustaba saber sobre el funcionamiento de las células y sus componentes. A propósito... ¿sabías que nuestro organismo está compuesto por la unión de más de 50 billones de células? Si, y cada una de ellas tiene vida propia e independencia, tienen su propia inteligencia por ser seres vivos, y se alimentan, respiran, trabajan, codifican su propio ADN, fabrican proteínas, se reproducen, se reparan... Son unas maravillosas obras de la ingeniería genética que cumplen mas de 6000 funciones diferentes y de forma simultánea ¡Asombroso! Pero casi tan asombroso es descubrir que la ciencia moderna con toda su tecnología y capacitación científica, aún sabiendo todos los elementos que las componen, jamás pudo crear ni siquiera una y hacerla funcionar. Y pensar que un simple grano de arroz contiene miles de ellas...
¿Evolución o Creación?
En aquella etapa de mi adolescencia, estas dos palabras daban muchas vueltas por mi cabeza y siempre estaban rodeadas de grandes signos de interrogación. Pero un buen amigo mío me prestó un colorido e ilustrativo libro que me ayudó bastante a resolver mi dilema. El libro me hizo ver de forma muy simple, la falta de lógica que tienen las afirmaciones científicas en las que se basa la teoría de la evolución. Leerlo fue una pasada, y después de hacerlo estuve totalmente convencido de dos cosas; la primera, que la humanidad y el resto de los seres vivos no eran el producto final de un sin fin de casualidades ocurridas durante millones de años, y la segunda, la mano de un ser muy inteligente estaba detrás de todo esto. Mi razonamiento me decía que la evolución orgánica era un trago, una bebida para tontos que yo no debía tomar. Hoy como cristiano, tengo claro que la razón, la lógica o el sentido común no son las vías indicadas para llegar a Dios, pero al final estas conclusiones que yo iba sacando, Él las acabaría usando para acelerar nuestro encuentro.
Ni Buenos ni Sensibles
Ya estaba seguro de que una forma de vida superior había introducido al hombre en el planeta, pero cierto día me surgió una nueva duda: ¿estos seres serían buenos o malos?. En ese momento me encontraba sentado en la cama con mi vieja guitarra bajo el brazo; mis dedos intentaban tocar una conocida melodía, pero mi cabeza estaba en otro sitio; pasaban por mi mente los millones de hombres que dieron la vida por sus ideales, los que luchaban a diario reclamando justicia social, la hambruna en África, las pestes, las guerras, la humanidad entera buscando encontrar esa verdad que les solucionara sus problemas, o que les indicara el camino para salir de ellos,... pensaba en el gran descontrol que existe en los corazones humanos, por desconocer la receta o la fórmula ideal para alcanzar paz y armonía interior. Teniendo en cuenta todo esto..., minutos más tarde concluí que estos seres eran una especie de extraterrestres no muy amigables que, por alguna malvada razón, habían puesto al hombre en la tierra sin una hoja de ruta, sin un mapa, sin una simple carta que explicara sus orígenes. El por qué y para qué fuimos creados, los códigos morales, sociales y éticos que debíamos seguir para ser felices y evitar sufrimientos innecesarios, era todo una incógnita. Como mínimo los creía muy indiferentes, -¡no tienen corazón, nos arrojaron aquí mientras pasaban con sus naves y dijeron..."arréglense como puedan, chao"!. - Definitivamente, no me cabía duda alguna, no eran buenos ni sensibles. Pero...
Hay una carta de amor para ti ¿Ya la has leído?
Me sentía bastante indignado, mi joven corazón adolescente estaba convencido de que su vida era el producto de la creación de seres mas inteligentes ¡pero malos! No habían provisto a la humanidad de un simple manual o algo que les sirviera de guía, y por esa causa el mundo estaba como estaba; cientos de religiones, filosofías, estilos de vida diferentes que por desconocer la verdad, indicaban caminos erróneos como ruta a la felicidad.
Fue en esos instantes cuando me pasó algo sorprendente y revelador que hasta el día de hoy, recuerdo con gozo, solo dos segundos mas tarde de haber dicho estas palabras: "¿por qué no dejaron al menos una simple carta para guiarnos?"; giré mi cabeza 90 grados a la derecha y pude verla allí, sobre mi mesita de luz, blanca, con sus pequeñas letras negras, como susurrándome ¡oye, aquí estoy!, Sí....es lo que estás pensando... era una biblia, una vieja biblia alemana de hojas muy finas que mi madre como de costumbre, solía dejar todas las noches abierta sobre una pequeña mesa de luz que separaba la cama de mi hermano de la mía.
¡Cuántas veces, buscando la verdad lo único que hacemos es alejarnos de ella!, pero si nuestra búsqueda es genuina y sin quererlo, rectificamos nuestros pasos después de una mentira, la misma verdad se encargará de encontrarnos a nosotros. Cristo siempre está viniendo, nunca se va, y su mayor anhelo es hallar almas sinceras que lo busquen de corazón para encontrarse con ellos, revelarles los misterios escritos en su palabra y guiarlos hacia toda verdad.
Aquella fue la primera de una serie de señales que cambiaron para siempre el rumbo de mi existencia. También a través de la carta de amor que Dios dejó escrita para nosotros, al fin pude aprender entre otras cosas, cómo fue creado el mundo, el verdadero origen de las especies, la razón de mi existencia y la manera en la que debo comportarme con las personas, pero lo mejor de todo... Dios me hizo conocer su profundo Amor por mí y me regaló un mapa teñido en sangre con las huellas de su Hijo Jesús, y me explicó con detalles, que si quiero alcanzar vida eterna, debo seguir sus pisadas y los consejos escritos en su Evangelio.
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