Sofía estaba muy asustada Me comentó que últimamente se estaba sintiendo prisionera de sus pensamientos, pues la semana anterior, un hombre drogado, portando una pistola, había entrado a su tienda y la había asaltado. Después de hacer la denuncia correspondiente, la policía dio con el ladrón. Pero ahora tenía un nuevo problema: tres amigos del agresor, entre ellos uno que años atrás había estado preso por homicidio, la molestaban todo el tiempo, la amenazaban con que si no retiraba la denuncia le harían daño a ella y a su familia; esto la tenia muy aterrada y no dejaba de pensar lo peor.
Entonces, me pareció una buena oportunidad para hablarle de Jesús, sobre sus verdades, y su promesa de enviar sus ángeles a quienes confían en él. Sofía se veía muy receptiva, y comenzamos a tener largas charlas en las cuales iba aprendiendo con entusiasmo, todo lo que yo le enseñaba acerca del Señor, hasta que llegó el momento en que me pidió que la guiara con la oración de salvación para aceptarlo como su Salvador. Según me dijo, al instante de hacerla recibió mucha paz, que desde ese momento comenzó a orar varias veces al día, y que sentía en su espíritu, que Dios le hablaba y le decía que no temiera ya a nada ni a nadie, pues Él la amaba y la estaba protegiendo.
Durante los días siguientes pasábamos mucho tiempo hablando del Evangelio. Ella tenía una gran necesidad de aprender sobre las verdades eternas, y se compró una Biblia, comenzó a leerla y cada duda que tenía sobre algún pasaje me la planteaba; entonces yo, como es obvio, apasionado del tema, con gusto le explicaba lo que sabía. Al final la citaron para declarar contra el agresor, a quien mas tarde el juez sentenció a varios años de prisión; también en ese tiempo, sus amenazantes amigos dejaron de molestarla. Y gracias a Dios, la vida de Sofia poco a poco regresó a la normalidad. Luego, por motivos vinculados directamente con mi trabajo, tuve que volver a mi pueblo natal ubicado al este del país. Con algo de tristeza, nos despedimos en la tienda, no sin antes recordarle que buscara una iglesia cristiana para congregarse, un lugar donde rodearse de verdaderos creyentes que la sostuvieran cuando estuviera débil en la fe.
Unos meses más tarde...
Hace dos días, regresaba desde la capital del país rumbo a mi casa y pasé a solo cuatro kilómetros de su ciudad. Aunque me sentía bastante cansado, no pude evitar llegar hasta su tienda. Hacía casi siete meses que no sabía nada de Sofía, tenía ganas de volverla a ver, y de saber como marchaba su relación con Dios.
Finalmente, llegué a su pequeño pero surtido local de venta de ropa deportiva. En cuanto nos vimos nos saludamos amistosamente, y después de charlar unos minutos sobre cosas de la vida, le pregunté:
- "Sofia, ¿te estás congregando en una iglesia con otros cristianos?"; me contestó que de vez en cuando asistía a un templo, en el que aunque no enseñaban que Cristo fue el creador, era un buen lugar. Aunque no es la clase de Iglesia que yo le aconsejé, también se hablaba de Dios y eso era lo mas importante, y le dije:
- "Amiga.. ¿Recuerdas que muchas veces te alerté que tuvieras cuidado pues el diablo usa mentiras para disfrazar la verdad?; pues a esto me refería, la verdad está en La Biblia y dice que por Él y para Él fueron creadas toda las cosas"(Colosenses 1:16).
- (Sofia) "No me convence lo que dices, pues de ser así, los millones de hombres que forman parte de religiones no cristianas estarían siendo engañados por el Diablo. No lo creo, pues todos ellos creen en algún Dios. Además, lo he pensado bien, no quiero convertirme en una fanática religiosa".
- (Yo) "Pero dime.. ¿Aún lees la Biblia y oras?".
- (Sofia) "Sinceramente, tengo mucho trabajo en la tienda y casi no tengo tiempo de leer nada. Y ¿orar?, ¿para qué? Dios sabe lo que necesito, no quiero molestarlo con mis tonterías, yo estoy bien, además, Él debe estar muy ocupado contestando las oraciones de esos pobres niños que tienen hambre que, a propósito... ¿los escucha?".
Y cambió de tema.. comenzó a contarme que su negocio funcionaba mejor que nunca, y que estaba contenta pues hizo un contrato con una marca importante, para vender sus productos, y que si todo seguía así pensaba ampliar el local. Minutos más tarde nos despedimos. Salí de allí con una sensación bastante desagradable; sentí interiormente, que el diablo había robado la semilla que un día Dios plantó en ella.
Definitivamente, esta no fue la charla que yo esperaba tener con Sofía, pues en cierto modo, ella había sido como una hija espiritual para mi. Mientras conducía de regreso a casa, me sobrevino algo de nostalgia recordando a aquella chica humilde y agradable que anhelaba conocer más y más de Dios. Hoy había conocido a otra Sofía, alguien sin problemas aparentes, con su vida mundana... resuelta, una mujer que se sentía libre y segura de su verdad, pero un tanto fría, soberbia, cerrada a las cosas de Dios; hasta se atrevía a cuestionarlo usando ironías.
Cuán desagradecidos podemos llegar a ser los humanos que estando presos, prometemos fidelidad eterna a aquel que nos libere. Pero en el momento de recibir libertad, nos olvidamos de las promesas que hicimos tiempo atrás mientras estábamos en nuestras cárceles espirituales. Y por si fuera poco, nos hacemos enemigos del libertador y esclavos de quien antes nos encarceló, y creemos sus mentiras como si fueran verdad.
El enemigo vino a mentirnos, hurtarnos y destruirnos. Si no rechazamos sus mentiras, tarde o temprano empezaremos a creerlas hasta que finalmente, se convertirán en verdad en nuestros corazones. Solo tenemos dos opciones, podemos vivir una vida creyendo esas mentiras, mentiras que construyen muros, muros que nos alejan de la verdad, o podemos rechazarlas y elegir creer las verdades de Dios. Toda nuestra vida es un camino de fe. Y a cada instante debemos pedirle al Señor que nos revele lo que necesitamos saber para ser verdaderamente libres, y que siempre nos recuerde el lugar de donde nos liberó" (Isaías 51:1).
No hay comentarios:
Publicar un comentario