Un pastor fue llamado para asistir a una persona rica, que estaba en sus últimos momentos.
En la ministración, el siervo de Dios pidió al enfermo, que le permitiera coger su mano para orar por él en esos solemnes momentos. Requerido, no quiso dar su mano al pastor; sucedido el fallecimiento, costó mucho abrir su mano, ya que tenía firmemente agarrada una llave que abría su caja de caudales.
La Caja De Fondos
No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Éxodo 20:17; Romanos 13: 9.
Es triste saber el estado de alguien que está dominado por la codicia; el ejemplo del hombre de la historia sirve para saberlo. Es quizá, uno de los pecados más horribles y que sin Cristo Jesús no tiene cura. La respuesta a la codicia es poseer, hay que alimentar a un demonio voraz e insaciable, y el Señor Jesús, enseña que la codicia va en contra de los humanos, es un atentado al amor del prójimo.
Es responsabilidad de cada uno, no permitir que la codicia se arraigue en el corazón. Los padres deben velar para que sus hijos o sus hijas no adquieran este mal. Es fácil detectar cuándo comienza a manifestarse la codicia. Primero son las cosas pequeñas, y si no se detiene a tiempo, luego serán las mayores.
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