Señor, ¡mira como me han arrojado a esta cisterna! Por causa de mi amor a tu nombre, por querer hacer bien las cosas y ser diferente, me han tirado como si fuera un "don nadie". Me han aislado, han querido apartarme por envidia y molestia. El dolor que siento por la traición es grande, porque fueron mis propios hermanos los que me hicieron este daño. Se han burlado de mí, me han criticado y menospreciado. Han causado una herida mortal en mi alma.
Padre, aquí estoy en plena oscuridad, ¡casi no puedo ver nada! Pero aunque con mis ojos no puedo ver ni mi ser entiende lo que sucede, con mi corazón te siento y con mi fe te veo y puedo declarar que te alcanzaré.
Ahora mis hermanos me han sacado para venderme, pero en realidad, algunos querían matarme. Parece que de ser hijo, ahora soy un simple mendigo. Lo tenía todo y ahora sirvo de esclavo en casa extraña. Pero aunque no entiendo nada, sé que sigues teniendo el control. Porque los sueños que yo tuve, no fueron míos, Tú los sembraste en mí. Pese a todo, yo te veo obrar porque eres muy real. Ha pasado algo de tiempo, pero de esclavo me han ascendido a mayordomo. El dueño de la casa confía en mí y no lo quiero defraudar. Tú has permitido que traiga bendición a este lugar y él lo ha notado. Lo que sí me preocupa es que su esposa me mira de un modo extraño, ¡me hace sentir incómodo, no me atrevo ni a mirarle! Dame fuerzas Señor, y no permitas que caiga cautivo de la tentación.
¡Dios mío, mira ahora donde me encuentro! Cuando creía que todo iba mejorando, me acusan de algo que no cometí. Estoy preso en una cárcel, distante de todos, muy lejos de mi hogar. Hazme rememorar mi sueño en ti, porque me alienta y me da esperanza. Porque aunque yo no sé lo que harás, tengo confianza en ti, sé que vas a obrar. Que mi fe no decaiga porque aunque estoy pasando por el fuego, espero brillar como el oro.
Han pasado muchos años y aún no logro ver lo que espero. Los guardias confían en mí, mis compañeros me respetan, e inclusive he interpretado sueños que ellos han tenido y que se han cumplido. “Recuérdame” le dije al copero; han pasado dos años y nada de él he sabido. Mas sé que tú tiempo se aproxima, Tú harás que él me recuerde. Tu justicia se acerca y con paciencia esperaré.
Jehová, ¡qué gran sorpresa! Me han llamado a ir al palacio de Faraón. Estoy siendo despojado de las viejas ropas, y me han acicalado para presentarme ante el mayor gobernante de Egipto. Solo te pido que me hagas brillar, dame sabiduría y acierto porque entiendo que esta es mi gran oportunidad.
Siete años de abundancia han pasado, hambre hay por todo alrededor. ¿Cómo estará mi familia? ¡Extraño a mi padre y también a mi hermano menor! ¡Qué grande eres Dios, maravilloso y hermoso! Ahora entiendo, comprendo el sentido de todo lo que pasó al encontrarme de nuevo con mi familia, y sé que todo lo que pasé lo usaste como bendición para mi vida.
¡Cuántas lágrimas he derramado, momentos de confusión, soledad y dolor! Y en todo el trayecto me has llevado porque tenías un gran plan que aún no comprendía. Yo sabía que tus sueños se iban a hacer realidad en mí, pero desconocía el proceso y la forma que harías para llegarlos a cumplir.
¡Quiero alabarte, exaltarte y reverenciarte! Porque todo comenzó a cumplirse en mi vida en un momento en que no lo entendí, cuando arrojado en aquella cisterna me guardaste y preservaste para gloria y honra tuya. Tú nunca nos desamparas, yo soy un ejemplo de eso. El mundo sabrá, oh buen Dios, a través de mi historia, que cuando Tú planificas algo con tus hijos, si somos fieles, Tú nos honras y traes beneficios.
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