Amar no es fácil. Así de categórico, porque en verdad solo se puede amar de una manera, a la de Dios. Fue Dios quien inventó el amor y por tanto, cualquier otra definición que queramos darle a este acto voluntario, tantas veces confundido con un sentimiento, es algo así como tratar de corregir con lápices de cera una pintura de van Gogh o de cualquier otro pintor famoso. Es imposible.
De modo que amar no es fácil, porque el ejemplo es muy alto. Puedo recordar las múltiples ocasiones en que deliberadamente, he escogido un camino para el amor no muy excelso, usando la terminología de Pablo. Todavía estoy aprendiendo a amar, y creo que seguiré en esta escuela durante el resto de mi vida. Quizá no soy la única.
Por eso, en familia, estos días, estamos estudiando cada una de las palabras que define al amor perfecto en 1 Corintios 13. Hemos hablado de las veces en que no nos hemos mostrado amor y hemos usado el perdón. Hemos tenido conversaciones profundas porque el amor no es superficial. El amor verdadero no se conforma con lo que ve, el amor profundiza hasta encontrar las raíces.
Sí, porque amor de verdad es mucho más que chocolates, y tarjetas de felicitación. Es mucho más que una celebración o una bella cena. El amor de verdad se ensucia las manos levantando al que se cae, seca las lágrimas, abraza cuando no quiere, da sin esperar, agradece porque conoce el idioma del contentamiento y la gratitud. El amor real vive sin máscaras, sobre todo donde más vulnerable es, en casa. El amor, con diseño divino, es amor que perdona y no regresa a recorrer lo andado.
Esa clase de amor hace que el egoísmo huya avergonzado. Ese amor va mucho más allá de lo imaginable. Ese amor se viste de honestidad y no agrede.
No, amar no es fácil. Muchas veces le buscamos sustitutos, lo acomodamos, le ponemos precio al amor. No es de extrañar que los dos primeros mandamientos empiecen con el mismo verbo: amar. Dios sabía cuánto nos costaría… sabía en verdad que nos resultaría....¡mucho!, por eso decidió escribir amor con letras rojas y dolorosas en la cruz.
El amor de Jesús cubre todo pecado. El amor de Jesús hace que, aunque tú y yo luchemos con nuestro amor muchas veces mediocre e imperfecto, Dios pueda abrazarnos y darnos entrada en la eternidad.
Pablo lo dijo muy bien: el amor es el camino más excelente. Podemos escoger muchos otros para transitar por la vida, pero solo uno nos llevará más allá de la muerte, porque aunque la muerte es fuerte, el amor la venció.
Amar no es fácil, es verdad, pero nadie dijo que lo bueno es fácil. Lo bueno cuesta y porque cuesta, lo valoramos y cuidamos.
Definitivamente, amar no es fácil, y si nos queda alguna duda, podemos preguntarle a Jesús. Pero seguro que al respondernos dirá: No, no fue fácil ni lo es, pero bien vale la pena.
Te invito a escoger ese camino. Será una decisión. No podrás depender de lo que sientas. Recuerda, amar es un verbo. Y los verbos indican acción. Da un paso. El amor paciente. Otro paso. El amor es bueno. Un paso más. El amor no envidia. Sigue caminando. El amor no es orgulloso…y así, paso a paso, por este, el camino más excelente que todo lo perdona, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El camino que nos lleva a Dios porque Él amó y dio…porque Dios es amor.
Te invito a escoger ese camino. Será una decisión. No podrás depender de lo que sientas. Recuerda, amar es un verbo. Y los verbos indican acción. Da un paso. El amor paciente. Otro paso. El amor es bueno. Un paso más. El amor no envidia. Sigue caminando. El amor no es orgulloso…y así, paso a paso, por este, el camino más excelente que todo lo perdona, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El camino que nos lleva a Dios porque Él amó y dio…porque Dios es amor.
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