martes, 24 de febrero de 2015

La Dependencia total de Dios en la Biblia

“…ME FUE DADO UN AGUIJÓN EN MI CARNE…” (2 Corintios 12:7b)
Imagina cuatro eslabones de acero. El primero puede soportar hasta cuarenta kilogramos, el segundo hasta treinta, el tercero hasta veinte y el cuarto hasta diez. Cuando están unidos, ¿cuál es el peso más grande que puede soportar la cadena? ¿Cien kilos? ¡No! Una cadena es tan fuerte como el eslabón más débil, así que la respuesta es: diez…
dependencia-total-de-Dios1Este principio es aplicable a nosotros; somos tan vulnerables como nuestras áreas más débiles. Por eso intentamos, por lo general, exculparlas o ignorarlas. Pero esto entraña peligro, porque cuando confías solo en tus propios recursos, empiezas a pensar que todo lo puedes manejar tú solo. Pablo pasó la primera mitad de su vida sirviendo a Dios como mejor sabía pero con resultados francamente nada deseables. A pesar de su gran sabiduría y habilidad, tuvo que aprender a confiar y delegar todo en Dios. “Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” (2 Corintios 12:9b). Impedimentos, incapacidades y obstáculos son los obsequios de Dios para los que se creen autosuficientes. Y Él no consentirá que entonces, utilices tu debilidad como disculpa para que abandones tus responsabilidades, pero sí la permitirá para mantenerte dependiente de Él.
Por eso, Pablo escribió: “…me fue dado un aguijón en mi carne…, para que no me enaltezca…” (2 Corintios 12:7b). El Señor te mantendrá en contacto con tus limitaciones. ¿Para hacer que pases vergüenza? No, para capacitarte a hacer su voluntad, a su manera y en su poder. Cada acción de Dios en tu vida es diseñada para incrementar tu dependencia de Él. “…tuyo es el Reino, el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén” (Mateo 6:13b). ¡Todo es acerca de Él, y no de nosotros!


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