martes, 24 de febrero de 2015

¿Cómo reaccionas ante la adversidad?

Una hija se quejaba a su padre acerca de su vida, y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. 
No sabía qué hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.
Su padre, un chef de cocina, la llevó al lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre el fuego ardiente. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo.
En una olla colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última granos de café. Y las dejó hervir sin decir palabra.
La hija esperó pacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre.
A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó sobre un recipiente. Sacó los huevos y los colocó en un plato. Colocó el café y lo sirvió en una taza.
Mirando a su hija le dijo: Querida, ¿qué ves? Zanahorias, huevos y café fue la respuesta.
La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas.
Luego le pidió que tomara el huevo y lo rompiera. Al quitarle la cáscara, observó que el huevo estaba duro.
Luego le pidió que tomara un poco del café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma, y humildemente, preguntó: “¿Qué significa esto, padre?”
Él le explicó que los tres elementos habían afrontado la misma adversidad; los tres se habían enfrentado al agua hirviendo, pero habían reaccionado de manera diferente: la zanahoria llegó al agua fuerte, dura. Pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer.
El huevo había llegado al agua frágil. Su fina cáscara protegía su interior líquido. Pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido.
Los granos de café, sin embargo, eran únicos. Después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua.
¿Cuál eres tú?, le preguntó a su hija.
“Cuando la adversidad llega a tu puerta, ¿Cómo respondes? ¿Cómo eres tú?
¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil, y pierdes tu fortaleza?
¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? Poseías un espíritu fluido, pero ¿después de una muerte, una separación, un divorcio, o un despido te has vuelto duro y rígido? Por fuera te ves igual, pero eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido.
¿O eres un grano de café? El café cambia al agua hirviendo, el elemento que le causa dolor.
Cuando el agua llega al punto de ebullición, el café alcanza su mejor sabor.
Te deseo de corazón, que intentes ser como el grano de café, que cuando las cosas no vayan bien, puedas lograr que tu alrededor mejore.
Recuerda que todo lo que te sucede en la vida es por alguna razón, solo necesitas descubrir su motivo y aprender de ello.
Romanos 8:28
Y sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien.

Filipenses 4:6-7
No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
Romanos 8:38
Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

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